Todos saltaron al fondo de la fosa y comenzaron a ver para todos lados.—¿Qué se supone que es esto? ¿Representa una parte de la vida del psicópata?
—No creo, o tal vez sí, la verdad no lo sé —volvió a sostener su brazo, con dolor.
—Es como la habitación infantil, ¿tendría algo que ver con su vida?
—Puede, tal vez su niñez, pero esto no sé.
—¡La escalera es segura! —gritó Christine, desde el otro lado.
El equipo se acercó con ella, pero Megan se quedó un poco alejada de ella, aún se encontraba demasiado confundida por lo sucedido.
—Podemos subir por aquí —sonrió la rubia.
—Yo voy primero, porque los campeones siempre son los primeros.
—No digas idioteces, Devon, serás la carnada —rio April y subió sus lentes—. Si subes primero, sabrás si la escalera es resistente. Suerte.
Devon tragó saliva y se puso nervioso, pero logró ocultarlo con una sonrisa.
—Claro, pero no se va a caer —subió por la escalera.
—Bueno... ¿Qué ponemos en el velorio?
Megan soltó una pequeña risa, ante el comentario de April.
—¡Es seguro! ¡No se cayó! —gritó Devon desde arriba.
—Bueno, no habrá funeral.
Todos comenzaron a subir, Megan estaba esperando, además de que iba a ser la más lenta pasa subir, debido a su brazo roto.
Christine también se quedó al final, lo cual lo volvió un poco más incómodo para Megan.—Oye, Megan...
—¿Mmh? Dime, dime —dijo Megan, nerviosa.
—Perdona por lo de hace rato, el... Eso.
—Sí, no te preocupes, sabía que estabas confundida.
—¿Confundida? —Christine ladeó la cabeza.
—Sí, ¿o por qué pides perdón?
—Por que te noto incomoda, por eso lo digo, pero yo no me siento confundida.
—Ah... ¿En serio?
—Ajá, la verdad es que creo que me gustas un poco —le sonrió y comenzó a subir la escalera.
Megan levantó la vista pero la bajó al instante, con un color carmín intenso en sus mejillas. Había olvidado por completo el hecho de que Christine traía un vestido y esa era la razón por la que se esperó al final.
Megan suspiró con fuerza, soplando su cabello de la cara y tapándola con una mano. Se tranquilizó y comenzó a subir la escalera con una mano.—¡Apúrate!
—¡¿Sabes lo difícil que es subir la escalera con una mano, imbécil?!
—Cierto... ¡Perdón, olvide que te chingaste el brazo!
—Estúpido Devon...
Después de 10 minutos, Megan logró subir y vio que Devon estaba acostado en el piso, así que aprovecho para pisar su mano.
—¡Idiota! ¡¿Qué mierda?! —gritó Devon, sujetando su mano.
—Por imbécil.
—Bien, bien, aceptó que no debí presionarte, pero olvidé lo de tu brazo.
—Esta bien, acepto tus disculpas.
—Gracias —miró su mano—. Pero eso no quita el hecho de que ahora me duele la mano.
ESTÁS LEYENDO
La mansión sin retorno
De TodoJuegos grotescos se llevan a cabo en un pueblo muy lejano e inhabitado de México. Adolescentes son secuestrados y llevados hacia aquella mansión apartada de la sociedad, desgastada y marchita como un pétalo de flor en invierno. El anfitrión dará la...