Capítulo 28. La guerra entre conocidos

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Todo el equipo se dirigió una cálida sonrisa que dio casi por completada su unión, porque la confianza y la alianza no estaban completamente presentes entre ellos, aún.

Cada uno tomó sus cosas y buscaron algunas otras que les sirvieran para la siguiente habitación. Algunos encontraron cuchillos, algunas navajas y trozos de madera. Ellos tenían la sospecha de que había algo vivo del otro lado, debido al golpe en seco que se había escuchado anteriormente.

—Megan, ¿avanzamos? —le preguntó la rubia.

—Sí, es hora de seguir avanzando.

Christine abrió la puerta y el equipo pasó a la siguiente habitación.
La habitación parecía ser un parque vacío, había tierra en el piso y era bastante amplia, las paredes estaban pintadas de un color azul pastel un poco desgastado que dejaba ver algunas manchas de humedad.

—¿De qué se supone que es esta habitación? —subió sus lentes.

—No tengo idea —soltó la peliblanca viendo todo a su alrededor.

La habitación también estaba llena de pantallas elevadas un poco arriba de ellos, aunque se encontraban apagadas.
Siguieron observando y se percataron de que había dos personas sentadas observándolos. Todos se pusieron alerta pero las dos siluetas no hicieron nada.

—¡¿No piensan hacer nada?! —les gritó Devon.

—Aún no.

—¿Por qué no? —Megan se puso delante de Devon.

—Tienen que probar que tan grande es su unión, después nos metemos —la voz femenina era bastante tranquila, sin embargo la pasada tenía un tono más agresivo.

—Bien... ¿Y cómo lo probamos?

—Cuando el anfitrión lo decida.

Una de las múltiples pantallas se encendió y volvieron a ver al anfitrión enmascarado.

Bienvenidos sean a su penúltima prueba, ¿recuerdan cuál era?

—¿Recordar cuál era? —Elaine miró a Megan.

—La habitación del experimento... La carta de invitación —buscó entre las cosas de su mochila y sacó la carta, volviendo a leerla—. La guerra entre conocidos.

Muy bien, Megan.

—¿Vamos a pelear entre nosotros?

Así es, ya veremos qué tan unidos son a pesar de todo —la pantalla se apagó.

—Dijo que va a probar nuestra unión, o sea que no hay que pelear sin importar qué.

—¿Y qué nos va a poner para que peleemos?

Una de las pantallas que estaban en la esquina se encendió, haciendo que todos voltearan a verla.
Esta mostraba una grabación en la que se dejaba ver a una chica rubia.

—Soy yo...

—¿Por qué tiene un vídeo de Christine?

En la pantalla se lograba notar como Christine estaba molestando y burlándose de un chico pelinegro, el cual estaba tirado en el piso.

—Y y-yo.

—Comprendo a qué va esto —susurró Megan.

El vídeo tenía audio, por lo cual comenzaron a escuchar la conversación:

—Eres un rarito, ta-tartamudo —la rubia se rio, tirándole un líquido naranja encima—. Sólo quería recordarte tu lugar.

Christine volteó la cara de la pantalla, mientras que Edward solo la seguía viendo sin tener ninguna expresión es su cara.

La mansión sin retornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora