Capítulo 21. Promesa

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—La ve-verdad no tengo ni i-idea de que cosa e-era eso.

—Vaya... Qué fuerte —suspiró Devon.

—Sí... Pero de n-no ser por e-el hombre que me sacó, yo n-no estaría vivo.

—Eso explica porque no crees en Dios —subió sus lentes.

Edward asintió.

—Bueno... La verdad no sé que decirte, creo que yo no he perdido a nadie —dijo Megan.

—Yo sí —comentó la peliblanca—. Así que lo único que te digo es que no te sientas culpable, ya que no fue tu culpa.

—¿A quién perdiste?

—... A mi mejor amiga.

—¿Cómo f-fue?

—Yo... Eso es una historia para otro momento —sonrió y se puso de pie.

—Bi-Bien.

Megan se acercó a Edward y le dio un pequeño abrazo. Edward aceptó el abrazo y se lo regresó con una leve sonrisa.

—Escucha, Ed —Megan se separó de él—. Yo en lo único que coincido contigo es que no tengo una buena relación con mi madre.

—¿Ta-También está a-arraigada con D-Dios?

—No, pero es muy manipuladora y tóxica, además de narcisista.

April asintió, viendo a Edward.

—Así que entiendo un poco de lo que sientes hacia tu madre y no te puedo prometer que cambie, pero tal vez si no le dieras tanta importancia, mejoraría —sonrió—. O, al menos, eso hago yo y me funciona.

—Gracias, Megan.

—Claro —sacudió su cabello y se puso de pie—. Creo que ya se acabó el tiempo, ¿no?

—Sí, vamos a salir.

Megan se empezó a sentir rara, parecía mareada y confundida. Tambaleó y cayó al piso.

—¡Meg! ¿Estás bien? —se acercó April con preocupación.

—Me siento muy mareada.

—Yo también —replicaron al mismo tiempo Elaine y Devon.

—Debe de haber algo en el lugar.

—¡Megan! —le gritó Christine— Hay gas entrando por una reja.

—Debe s-ser... Droga —cayó desmayado.

—¡Ed! —Christine se acercó a él, con un paso torpe y lento, cayendo desmayada antes de poder llegar al pelinegro.

Megan igual terminó cerrando los ojos y April se desmayó, cayendo encima del pecho de Megan.

—Mierda... Soy muy... Guapo para desmayarme aquí —dijo Devon.

—No seas tan... —Elaine comenzó a toser— Creído.

—No soy creído, sólo que soy... Maravilloso —terminó por desmayarse.

—Torpe... —Elaine se sentó en el piso y se desmayó al instante.

Wendy y Robin cayeron desmayadas al mismo tiempo, Robin golpeando su cabeza con un sofá y Wendy cayendo encima del pelinegro.

Pasaron varios minutos y Megan comenzó a abrir los ojos lentamente, aunque no lograba enfocar su vista en nada.

Trató de moverse pero era inútil, parecía estar amarrada en algo, se sacudió y escuchó como el metal golpeaba con la persona que tenía a lado, levantó levemente la vista y notó que estaba colgada del techo, atada entre cadenas de metal que sonaban cada que chocaba con los adolescentes que tenía a lado.

La mansión sin retornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora