El tiempo suele ser relativo hasta que se piensa en la cantidad de eventos que pueden ocurrir durante ese lapso. Aunque puede que dure lo mismo que un abrir y cerrar de ojos o la formación del universo, para nosotros, puede representar la existencia entera; el tiempo es el momento de un todo, lleno de un sinfín de situaciones y emociones pueden llegar a cambiar incluso una vida. O varias.
Habían pasado dos semanas y media desde que NuNew llegó a mi casa.
Y ya sé, pensarás que es ridículo, pero, habían transcurrido tan rápido que, sin contar los cuidados extras y un tanto de adaptaciones que había realizado para tratar con una persona discapacitada, en realidad era como si él siempre hubiera estado ahí. Como si ya hubiéramos pasado la vida entera conviviendo. Su personalidad encajaba tan bien con la mía, que todo parecía como un sueño.
O tal vez, era él siendo cortés como invitado.
O quizá yo había cambiado alrededor de él, incluso en mi forma de pensar.
No sabía si NuNew tenía algo que me llamaba con fuerza, pero se había convertido en el centro de mi universo. No podía dejar de preocuparme, de pensar, de querer saber como se encontraba cuando salía al trabajo y no lo veía. Quería ser como su sombra y estar tras de él en todo momento, procurándole. Evitando que las malas situaciones llegaran a él.
Durante mucho tiempo me consideré un tipo normal que deseaba las cosas "normales" como las que toda la gente "normal" desea; crecí anhelando tener un trabajo, un hogar, un coche, un perro, una novia/esposa y una hermosa familia.
Ahora, a mis casi treinta años y con Nu tan cerca (ahora lo llamaba así), todo eso parecía haber quedado en el pasado. Y no era malo.
Mentalmente, me encontraba parado al borde de un risco donde miles de sentimientos me empujaban hacia adelante. Pensar en dejarme caer en ese oscuro y tenebroso espacio me provocaba una sensación vertiginosa y excitante que, a pesar del temor, quería experimentar sin importar el daño o el sufrimiento que viniera después.
Era arriesgado, pero igual quería hacerlo. Quería saber a donde me llevaba.
Quería sentir...
Quería a NuNew.
Decir que me había encariñado con él, era admitir poco. Algo se había removido en mi interior en este tiempo y había cambiado. Y aunque al inicio me había asustado al no reconocerlo, ahora estaba más que seguro de lo que se trataba.
Mi sonrisa se expandió aun más y tontamente me imaginé que llegaba de oreja a oreja como en las caricaturas. Afortunadamente iba en camino a la terminal para finalizar con mi turno, así que no había miradas de pasajeros enfurruñados taladrándome por ser momentáneamente feliz.
Porque sí. Era feliz.
Pronto llegué a la terminal y arreglé los últimos asuntos del día permitiéndome estar listo para ir a casa. Todo estaba oscuro en el camino al ser más de las once, incluso una vez que conduje cerca del vecindario. Tanta oscuridad me incomodaba.
Aparqué y bajé del bus una vez hube llegado a casa y la sensación de incomodidad y miedo aumentó cuando noté que incluso ésta se encontraba sumida en la penumbra.
Intenté abrir la puerta pero a causa del nerviosismo fallé, hasta que en un segundo intento logré entrar. Pero al instante, un gemido lastimero llegó hasta mí.
Dios... ¡Nu!
Los segundos parecieron extenderse eternamente mientras caminaba en medio de la oscuridad hasta la cocina, el lugar de donde pequeños jadeos y gemidos provenían. Intenté encender la luz, pero los interruptores no funcionaban. El corazón me subió a la garganta.
-¿NuNew?
-Aquí.
Escuché inmediatamente su voz, acompañada del crujido de vidrios, seguido de otro gruñido de dolor.
-No te muevas. Ya voy hacia a ti.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza por el miedo. ¿Qué había sido ese sonido de vidrios? Inconscientemente comencé a orar pidiendo al hacedor que todo estuviera bien. Me moví hacía una de las estanterías en donde guardaba algunas velas y algunas cajas con cerillas. Tan pronto como la encendí, me moví con más seguridad hasta que le encontré tirado cerca de la estufa.
La silla de ruedas estaba volcada y había restos de lo que reconocí como un plato y comida desperdigada por todos lados.
-Zee...
NuNew me miró desde donde se encontraba acostado. Hizo amago de levantarse un poco, sin embargo estaba tan cansado que el peso de su cabeza lo impulso a recostarse de nuevo.
-¿Qué pasó?
Pregunté mientras me acercaba.
-Cuidado.
Aconsejó en el momento en el que me encontré a un par de pasos de él. Los vidrios comenzaron a crujir bajo mis zapatos hasta que finalmente me encontré a su lado. Había pequeños rastros de sangre en sus brazos desnudos, provocados por los vidrios esparcidos en varios lugares. Su ropa también estaba manchada con residuos ya secos de comida.
- La luz se fue justo cuando iba a guardar la comida. No sé con que caí.
Estaba nervioso y su mirada esquivaba la mía. Sus palabras y acciones me supieron sospechosas, pero sería mas tarde cuando averiguara lo que en realidad había pasado.
Con cuidado lo tomé de la cabeza y me acerqué más para poder levantar su cuerpo por completo. Su calor corporal y el ya conocido olor a flores me tranquilizó solo un poco, pero eso no disminuía la preocupación, al menos no hasta que le hubiera curado sus heridas, estuviera limpio y recostado a salvo en la cama.
Una vez que lo tuve seguro en mis brazos me impulsé hacia arriba y fui directo a mi habitación, o más bien, la que ahora era su habitación.
Comencé a quitarle los zapatos y calcetines. Sentía su mirada fija, pero no me atreví a decir nada de momento que pudiera romper con el silencio, que por cierto, no era para nada incómodo. Terminé de ponerlo un poco más cómodo y fui al baño después a por una toalla húmeda, pero al no encontrar donde verter un poco de agua tibia me dirigí de nuevo a la cocina.
Y entonces me di cuenta.
Había huellas de botas de motero, reconocí, que se dirigían a la puerta del patio trasero.
Antes no las había notado a causa de la preocupación que sentía por NuNew, pero ahí estaban. Habían sido provocadas por los restos de comida desperdigados por el suelo.
Alguien había entrado. Alguien había dañado a NuNew.
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[ZeeNuNew] Can You Help Me?
FanfictionLa cura para el dolor siempre estará en el lugar menos esperado. Y un día cualquiera, se puede convertir en el más especial cuando se tiene a la persona correcta a nuestro lado.