SERENA
Mamá solía emocionarse mucho cuando de celebraciones se trataba, no le gustaban las cosas pequeñas, todo lo que hacía, lo hacía en grande y por eso había invitado a todos a un crucero de dos semanas, con dos paradas en dos islas paradisíacas, una pertenecía a Trunks y la otra me pertenecía a mi.
Ambos regalos de los abuelos, mamá pensó que era una buena idea celebrar viajando, incluso invito a Bills y al señor Whiss al crucero, ellos no dudaron en aceptar apenas mencionaron que habría comida de todo tipo y de dos países distintos a Japón.
– ¿Es necesaria tanta ropa? – pregunto mi hermano mayor ayudándome a subir las maletas al crucero.
– No todo es ropa, una maleta es de regalos para todos y tuve que salir a comprar regalos de último minuto para el señor Bills y el señor Whiss, ya que no sabía que ellos estaban en la tierra.
– Tiene sentido – asintió mi hermano – pero el resto ¿Qué trae?
– Libros.
Y así fue como subí al crucero seguida de mi hermano. Fuimos a dejar nuestras cosas a nuestras habitaciones, mamá pensó que sería buena idea irnos en la tarde. No se equivocó, el sol comenzaba ponerse y las luces del crucero se encendieron, era hermoso, ya todos estábamos abordo y así fue como partimos; yo me cambie de ropa por un short y una camiseta blanca que decía CAPSULE en letras grandes y azules.
Salí de mi cuarto y fui hacia delante del barco, donde todos estaban celebrando y platicamos, mamá decía que todos ellos eran familia y yo sonreí cuando lo dijo, tenía razón, mucha razón.
– ¡Señorita Serena! – chillo Whiss – ¡Por aquí!
Visualice a un ser flotante cerca de la barra de bebidas y corrí hacia él, lo saludé con una reverencia y una sonrisa corta.
– Señor Whiss, me alegra que si hayan venido al crucero ¿El señor Bills? – pregunté, que sin lo veía.
– Esta en el área de mariscos – apuntó al otro extremo del barco.
Efectivamente estaba allí, el gato gigante comía como si su vida dependiera de ello, lo cual era gracioso de ver.
– ¿Gusta? – me tendió una bebida.
– Gracias – sonreí – y gracias tambien por haberme entrenado, señor Whiss.
Este negó bebiendo feliz su batido de fresa.
– No agradezcas, yo debo darte las gracias por habernos enseñado al señor Bills y a mi ese género musical; por cierto, estuve practicando la canción.