Planes

434 63 42
                                    

Unas horas después, Étienne en esa fría mañana abría los ojos, un poco confundido entre bostezos trataba de reconocer la habitación donde había despertado, entonces con una animada sonrisa recordó este lugar, era la habitación de su nuevo hogar. Emocionado empezó a saltar en la cama al pensar en su nueva vida, la que ahora tenía a sus padres juntos y se había convertido en un principe, el hijo del poderoso rey dragón a quién tanto había anhelado conocer.

—Tenemos mucha energía esta mañana ¿No? —Cuestionó Sebastian al entrar en la habitación interrumpiendo el alboroto del pequeño.

—¡Buenos días Sebastian! ¿Y mi papá?

—Está dormido, anoche se desveló un poco.

—¿En serio? ¿Le dolía el estómago por comer mucho pastel?

—Podría ser...

Con una extraña sonrisa le respondía acercándose a la cama se disponía a asearlo y vestirlo para que bajara al comedor a desayunar con los demás, era parte de la rutina diaria que debían mantener. Cuando estaba casi listo, un repentino saludo irrumpió la habitación, el pequeño al escuchar esa melodiosa voz cerca suyo con alegría se lanzaba a sus brazos.

—Buenos días señor Draconia, ya iba a bajarlo al comedor para que desayunen juntos como se acordó.

—Si, lo sé pero no pude esperar a verlo. —Dijo Malleus a la vez que correspondía el entusiasta abrazo de su hijo al saludarlo— Buenos días pequeño.

—¿Vamos a desayunar juntos? Pero papá está dormido. ¿Lo levantamos?

—No... Dejemos que duerma un poco más, no queremos que se levante malhumorado.

—Es cierto, se enoja cuando no duerme bien. —Dijo Étienne con un gesto cansino.

—Si lo sé... —Murmuró Malleus con una sonrisa recordando aquellos días de dulce convivencia, cuando juntos compartieron las noches recibiendo el amanecer. Al sentir la mirada fija de Sebastian, un poco avergonzado evitó verlo.

—Iré a ver si el joven amo se despierta, ustedes bajen por favor, está todo listo en el comedor.

—Gracias Sebastian. —Dijo Malleus amablemente— Por cierto, me gustaría que habláramos después del desayuno.

El demonio con una sonrisa asintió afirmando esa reunión antes de que padre e hijo desaparecieran. No podía negarse a tan simple petición, además sería la oportunidad perfecta para aclarar cualquier asunto pendiente entre ellos aunque suponía que su joven amo le había dado ya las aclaraciones necesarias, no en vano pasaron parte de la noche juntos, a menos que hablar no haya sido la prioridad, pensaba con una traviesa sonrisa.

Con esa idea en mente junto a la curiosidad de saber el motivo por el que su amo se había desvelado y para tener al señor Draconia de tan buen humor entonces se dirigió enseguida a su habitación, a quien llamó apenas entró para que despertara.

—Sebastian, no molestes. Quiero dormir un poco mas...

—Su esposo y su hijo lo esperan para su primer desayuno juntos, ¿No pensará dejarlos plantados? — Cuestionó con tono irónico a la vez que abría la cortina de la ventana para que la luz del día ayudara a levantar a su dormido y gruñón amo, quién acurrucándose entre las sabanas trataba de seguir durmiendo.

—No seas cursi, tendremos más desayunos juntos... Tú solo quieres fastidiarme.

—Al menos el desvelo valió la pena. Se puede saber qué hicieron.

—No te interesa... Yo no te estoy preguntando lo qué tu haces con Lilia.

—Si quiere le cuento todo lo que él y yo hicimos anoche.

Érase una vez... En Twisted Wonderland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora