35. la habitación de hotel de Madrid.

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Querida Barcelona:

Hay algo que necesito compartir contigo y espero que puedas entenderme, como siempre lo has hecho.
Recuerdo cuando era niña, tenía como 7 años cuando en una ocasión una niña me robó mis crayones favoritos en el colegio. Fue un momento frustrante y doloroso para mí. Sabía que si le decía a mis padres, me regañarían por dejar mis crayones en el escritorio en lugar de guardarlos adecuadamente. Así que decidí no decirles nada y me propuse ahorrar dinero para comprar nuevos crayones.

Fue una lección temprana para mí, aprendí a ingeniármelas y ahorrar para reemplazar lo que había perdido. Aunque era solo un incidente de crayones, creo que esa experiencia moldeó mi forma de enfrentar los problemas y las dificultades en mi vida.

Hoy, me encuentro en una situación complicada y no puedo evitar relacionarla con aquella historia de los crayones. Por poco, Pablo iba a descubrir algo que seguramente lo lastimaría. No puedo evitar sentirme atrapada entre la posibilidad de decirle la verdad y enfrentar las consecuencias, o guardar silencio y protegerlo de un dolor innecesario.

Al igual que en aquel entonces, siento el impulso de encontrar una solución por mi cuenta, de ahorrar y enfrentar las consecuencias por mis propios actos. Pero también sé que, como mi confidente, estás aquí para ayudarme y darme consejos cuando más los necesito.

Barcelona, necesito tu apoyo en este momento. No quiero arruinar nada de lo que pueda pasar en este camino. Aprecio tus palabras sabias y tu perspectiva única. Por favor, dame tu guía mientras trato de tomar la mejor decisión para todos los involucrados.

Se despide la señorita crayones robados:

Jude B

Jude B

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Jude

Me encontraba en la sala de prensa del Real Madrid, el clásico había terminado y ahora todos estaban marchándose del estadio, y yo aún estaba terminando de editar el resumen del partido, ya que ahora me agregaron ese requisito al trabajo "editar los textos" así que mientras terminaba lo último, escuché que ingreso alguien a la sala, medio gire y note quién era.

-Pedri, ¿eres tú?, ¿Qué haces aquí?- le pregunte con curiosidad ya que me sorprendía que estuviese aquí.

-Sí, soy yo- expresa con cierta gracia- solo venía a pasar un rato contigo, todos andan atrasados, así que aquí me tienes- explica mientras se sienta en la silla que tengo al lado mío, yo terminé de enviar el documento y me levanté de mi asiento, Pedri movió la silla para atrás y me tomó por las caderas para sentarme en su regazo.

-Pedri, esto es inesperado. No sé si deberíamos...- le expresé para intentar levantarme de sus piernas.

-Jude, entiendo que esto sea arriesgado, pero no puedo negar lo que siento por ti, quiero descubrir dónde nos lleva esta conexión, incluso si es en un lugar inusual como este.- me contesta sincero y lo vi con cierta gracia.

Querida Barcelona | Pablo TorreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora