Lengua

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La luz del sol traspasando los ojos de Jimin hizo que los abriera. Odiaba cualquier tipo de iluminación a la hora de dormir, así que no entendía cómo se había dejado la persiana en alto, hasta que abrió los párpados gruñendo y vio la razón del porqué. Jungkook estaba tumbado a su lado boca arriba, con la sábana hasta la cintura, un brazo sobre su pecho desnudo y fumándose un cigarro. Jimin parpadeó varias veces mientras el torrente de imágenes y sonidos de la noche anterior llegaba a su mente, y empezó a analizar fríamente la situación.

«¿Por qué está aquí todavía?». No es que le disgustara, es más, realmente estaba asombrado de que aún permaneciera en su cama y no hubiese salido pitando en mitad de la noche arrepentido por todas las cosas "de maricas" que había hecho. Observando su cara, Jimin hasta diría que estaba bastante cómodo allí tumbado disfrutando de su cigarro.

—Hola —dijo Jimin mirándolo de costado.

Jungkook no respondió a su saludo mañanero. Tras una nueva calada, y sin mirarlo, le preguntó:

—¿Te molesta que fume en tu cuarto?

Aquella pregunta descolocó un poco a Jimin por varias razones: ¿de verdad le importaba o no, si Jimin le permitía fumar en su casa? Siempre había creído que Jungkook hacía lo que quería, donde quería y con quien quería. ¿Cómo podía estar tan tranquilo, fumándose un cigarro, tumbado en la cama desnudo como si acabara de follarse a su novia o a cualquier otra tía? ¿Es que no recordaba que se odiaban a muerte? ¿Realmente lo primero que le preocupaba, después de que le hubieran abierto el culo, es si podía o no fumar en el cuarto? Esta parte quizás Jimin no la entendiese muy bien, ya que él, desde que supo que le gustaban los tíos, no le dio importancia a qué pensarían los demás o incluso él mismo acerca de ser "profanado".

—No, no me importa —dijo Jimin levantándose y buscando unos calzoncillos en su mesita de noche—. Puedes tomar una ducha si quieres. Hay toallas limpias en el armario del cuarto de baño.

Vale, eso sí que no se lo esperaba. ¿Ahora era él el que se creía que Jungkook era su amante y le ofrecía su cuarto de baño para ducharse? ¿Y qué será lo próximo? ¿Llevarle el desayuno a la cama?

—¿Tienes café? —preguntó Jungkook mientras apagaba la colilla del cigarro en un cenicero improvisado que había hecho con la envoltura del condón.

«¡Dios! ¡Esto es humillante!». —Sí, voy a preparar una cafetera. — «¡Marchando desayuno en la cama!».

Cuando se dirigía a la cocina, escuchó el agua de la ducha caer.

«¡Ufff! Tranquilízate Jimin. Es sólo otro tío más en tu cama». No es que hubiese tenido a otros, más bien a ninguno, ya que siempre había follado en coches, casas de los demás o había conseguido alguna que otra mamada en un sucio callejón.

Terminando de verter los cafés sobre dos tazas, Jungkook apareció recién duchado en la puerta de la cocina, con la misma ropa del día anterior y el pelo brillante por la humedad, que hacía resaltar el azul de aquellos impresionantes ojos. Jimin le tendió su café y Jungkook se acercó a cogerlo.

—No sé cómo te gusta. —«¡Joder! Sólo me falta decir: "¿quieres azúcar, mi amor?"».

—Café solo está bien —contestó Jungkook llevándose la taza a su boca. Jimin juraría que pudo ver una risita en aquellos labios.

Y bueno, allí estaba. Ese tenso momento que surge a la mañana siguiente de haberte acostado con alguien. Ese instante en que no sabes cómo decir adiós, si con un beso o un apretón de manos. Aunque bueno, lo del beso quedaba descartado, ya que ni siquiera habían rozado sus labios. Pero algo fallaba en aquella típica situación. Mientras Jimin veía cómo Jungkook terminaba su café, algo dentro de él no quería verlo desaparecer por la puerta.

Clase a clase ; jikookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora