Biología

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Lunes

Jimin estaba en el autobús inquieto. Camino del instituto no hacía más que resoplar, sin saber si era por la cantidad de gente que se acumulaba en el trasporte público o por cómo transcurriría la mañana. Probablemente fuera lo último.

«El fin de semana ha sido... ¡Ufff! ¿Cómo definirlo? ": ¿interesante? No, demasiado flojo; ¿apoteósico? Tampoco tanto; ¿exquisito, sabroso, sensual? Sí, definitivamente estas son las palabras. ¿Y ahora qué? Vuelvo a la vida real, a la vida del instituto, a la vida donde Jungkook es el" chulo gilipollas engreído ". ¿Me mirará a la cara? ¿Me escupirá?¿Dejará pasar como si nada todo el torrente de nuevas sensaciones, caricias, orgasmos y sentimientos que hemos compartido en estos dos días?».

Sin darse cuenta, Jimin ya se encontraba frente a las puertas del instituto, esperando ansioso a que llegara la hora del recreo. Y llegó. Se sentó como siempre con Hyuna, Sunmi, Seokjin y Taehyung. Estos dos últimos estaban bastante pegados el uno al otro en opinión de Jimin. El murmullo de voces de la cafetería descendió y Jimin supo cuál fue el motivo. Levantando a cámara lenta sus ojos, vio a Jungkook. Éste movía su cabeza por la sala como si buscara algo, y cuando su vista se posó en Jimin dejó de buscar. Se miraron por varios segundos, sin expresión alguna en sus caras. Jungkook se giró y fue a sentarse en su mesa habitual.

«Bueno, por lo menos no me ha escupido».

Los minutos del recreo pasaban y Jimin no terminaba de atreverse a mirar hacia aquella mesa. Su corazón martilleaba fuerte en su pecho y escuchaba de fondo a todos contar cómo se lo habían pasado en las fiestas. Pero sin poder evitarlo, sus ojos se posaron en él.

Jungkook le miraba de una manera intensa y profunda. Lentamente, comenzó a dibujarse una sonrisa en su boca que se reflejó también en sus ojos. Jimin vio quelevantó un dedo hacia el hueco que dejaban sus hoyuelos y hurgó en uno de ellos, alzando sus cejas en un gesto erótico inequívoco. Lo único que alcanzó Jimin a hacer fue morderse los labios mientras sonreía tontamente. El día anterior le había dicho que le gustaban sus hoyuelos. El muy cabrón sabía cómo ponerlo caliente.

La campana del final del recreo sonó y todos fueron a sus clases. Terminó la mañana y Jimin se dirigió a su casa. Por lo menos volvía con un buen sabor de boca: su machote no había pasado de él como de la mierda.

Martes

Al día siguiente, a Jimin le extrañó que Taehyung no viniera. Echaba de menos al niño pegado a él, rodeado de aquella inocencia tan fresca y natural.

—¿Por qué no habrá venido Taehyung? —le preguntó a Sunmi y a Hyuna cuando se sentaron en la mesa.

Las dos se miraron como sabiendo algo de lo que él no era partícipe, y se encogieron de hombros en respuesta. Jimin no quiso insistir, se lo preguntaría al chico al día siguiente.

Se acercó a la esquina de la pared de la barra de la cafetería, que estaba bastante abarrotada de estudiantes, para pedir su café y el de las dos chicas. Mientras esperaba, notó el calor de un cuerpo muy pegado al suyo. Se iba a girar para decirle a quien quiera que fuese que si sabía lo que era el espacio personal, cuando sintió una mano posarse en su cadera y un aliento envolver su oído. Y entonces aquella voz, que reconocería hasta debajo del agua, le susurró:

—No te muevas. 

Jimin cerró sus ojos respirando fuerte por la nariz. Sin esperar una respuesta por parte de Jimin, Jungkook metió la mano por dentro de su camiseta y empezó a acariciar la parte del vientre que asomaba justo encima de sus pantalones. Jimin se iba a desmayar de la impresión allí mismo. La concurrencia de la barra los tapaba de cualquier mirada inoportuna, y al estar en una esquina con Jungkook apoyado en la pared, parecía que éste estaba pidiendo su desayuno.

Clase a clase ; jikookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora