Te adoro | Edwina y Antonio |

Cinema

Edwina P.V

Llegar a casa de Lady Danbury se sintió como un alivio, aunque no como un verdadero hogar. Edwina había perdido ese sentimiento de pertenencia cuando su padre falleció. Se dirigió a su pequeña habitación, que, aunque modesta en comparación con otras, era perfecta para ella. Con la ayuda de Amy, logró liberarse del corsé, sintiendo cómo el aire llenaba sus pulmones. Luego se cambió a su ropa de dormir y solicitó no ser molestada. Kate y su madre habían salido con Lady Danbury, por lo que estaría sola en casa. Agradecía el silencio, necesitaba descansar tanto mental como físicamente.

Horas después, Edwina se despertó con la sensación de estar siendo observada. Giró la cabeza y se encontró con la mirada de Anthony, la única persona que había estado esperando ver durante días. Su rostro se iluminó con una sonrisa, olvidando por completo que estaba en ropa de dormir.

—Señorita Edwina, vas a derretirme si sigues mirándome así. Sé que soy guapo, pero no es para tanto —bromeó Anthony.

Ella respondió entre risas:

—Idiota....¿Cómo es que te dejaron pasar?— Edwina estaba intrigada

—No puedo revelarte mis trucos, señorita. Tendrás que descubrirlo por ti misma tarde o temprano.—Anthony continuó con su humor característico:

—Lo descubriré, Anthony. ¿Por qué estás aquí?—

—¿Me estás echando? Me siento ofendido— Anthony adoptó una expresión de inocencia

—No te estoy echando, solo tengo curiosidad—

—Querías un día de mi tiempo, lo tienes—

—¿Hoy es el día? —preguntó Edwina.

—Si tú dices que lo es, lo será. Aunque un pajarito me comentó que no estabas bien, pensé en animarte—

—No creo querer salir hoy, pero quizás mañana. Puedes quedarte si quieres—

—Solo un momento, tendré que irme eventualmente.

—Lo sé.

—¿Ahora dime cómo fueron tus días sin mi presencia en casa? —preguntó Anthony, claramente curioso.

—¿Quieres la verdad o que te mienta? —respondió Edwina con una sonrisa traviesa.

—Tu sinceridad sería apreciada —contestó Anthony.

—La pasé bien, Anthony —dijo Edwina, y esto provocó una carcajada en Anthony. La verdad era que él esperaba que después de una semana con su ruidosa familia, Edwina se hubiera rendido, y él no la habría culpado si lo hubiera hecho.

—Mientes —bromeó Anthony.

—Créaslo o no, lo hice. Tus hermanos son personas encantadoras, y tu personal también... Me llevo bien con tus hermanos pequeños. No se lo digas a Eloise, pero son mis favoritos —confesó Edwina.

—Ellos son encantadores a su manera —concordó Anthony.

—Lo son.

Anthony bajó un poco su tono de voz, mostrando un atisbo de arrepentimiento.

—Madre me contó todo, Edwina. Lamento lo que pasaste en casa.

—Descuida, Anthony. Estoy bien ahora —le aseguró Edwina, dejando en claro que había sobrellevado la situación y estaba lista para enfrentar lo que vendría en su futuro juntos.

Edwina se levantó de la cama, olvidando que estaba sin medias y que su camisón era corto pero flojo. Anthony la observaba detenidamente, recorriendo su figura con la mirada, lo que la hizo sentir nerviosa. Sin embargo, Edwina no hizo ningún intento por cubrirse, y en ningún momento dejaron de mirarse, con sus ojos fijos en los labios del otro.