XXIX

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Con Charles

Volvía a ser lunes, y tenia que dejar a su cachorro en clases. Despidiéndose como siempre hacían, con muchos besos.

Esperó a que su niño desapareciera por la puerta de la entrada y entonces, se dio media vuelta, y se dispuso a regresar a casa, planeaba descansar después de aquel fin de semana.

Ese día habían ido andando, ya que, el golf rojo de segunda mano que tenía se le había estropeado una semana antes.

Cuando ya estaba a tan solo unos metros de su casa, notó una figura conocida, apoyado en un coche que también conocía.

Era Carlos. Espera. ¿Carlos? ¿Qué hacía Carlos allí? ¿Había dormido una semana entera y ya era semana de carrera? ¿O por qué había venido una semana antes a Mónaco?

- ¿Carlos? - llamó su atención una vez estuvo lo suficientemente cerca. Y el contrario dirigió su mirada hacia él.

- Oh, hola Ángel. Te estaba esperando. - la sonrisa encantadora volvió a sus labios mientras se acercaba un poco más al menor, abriendo ligeramente los brazos, pidiendo un abrazo.

- ¿Qué haces aquí? La carrera no es hasta la próxima semana ¿Verdad? - estaba un poco desorientado, pero aún así, aceptó el abrazo que el contrario le ofrecía, un poco sonrojado.

- He venido por vosotros, obvio. - dijo mientras se separaba del cálido abrazo. - Quisiera pasar esta semana con vosotros... Sí no es mucha molestia. - el Omega no sabe cuándo terminó teniendo las manos atrapadas por las del contrario, no sé quejaría tampoco.

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Narrador Omnisciente

Carlos, Charles y Ollie pasaron esa semana juntos.

Y fue la mejor semana que tuvieron, sobre todo Ollie, ya que, era constantemente mimado por su padre y por Carlos. Tenía más atencion que nunca, y eso le gustaba.

Aquel primer día, Carlos los invitó a un parque de atracciones, y aunque el Monegasco al principio intentó pagar su parte, el piloto fue más rápido y Leclerc no pudo hacer nada más que agradecer.

Ese día fue muy divertido. Ollie los llevaba de un lado para otro. Montándose en todo lo que podía y repitiendo.

Al Omega le llenaba de vida ver a su niño tan feliz, correteando de acá para allá, arrastrando a Sainz, dando saltos de emoción, hablando rápido, lleno de energía y luz, como si justo antes de eso no se hubiera pasado 6 horas sentado en una mesa aburrido escuchando a la profesora hablar de cosas que no le interesaban.

También le gustaba mucho que el Español estuviera allí. Trataba realmente bien a su hijo, lo mimaba, le explicaba las cosas, respondía sus preguntas y bromeaban juntos. Era una vista bonita, la cual le dejaba mariposas en el estómago y le hacía sonreír como bobo.

Por otro lado, Carlos veía el pequeño emocionado, y eso le alegraba. Ese niño se merecía todo lo bueno del mundo, y él se lo haría saber. Daría su mejor esfuerzo intentando hacerlo feliz el máximo tiempo posible, empezando por esa simple semana.

Veía de reojo a Charles, que parecía encantado. Le encantaba verlo así, sonriendo, ligeramente sonrojado, mirándolo, riendo, sus ojos brillando... Soltando de vez en cuando su aroma, dejando embobado al mayor.

Antes de irse del parque, Ollie probó por primera vez el algodón de azúcar, el cual, lo volvió loco. Le había gustado demasiado, y, con aquel chute de azúcar se volvió aún más hiperactivo de lo normal. Un primer día precioso.

El Indicado // Charlos//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora