PARTE III

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Desde que YunHo tenía memoria, siempre había sido autosuficiente. Independiente. Desde una temprana edad se le enseñó a valerse por sí mismo. Aunque viajaba en grupo con sus congéneres - igual que cardumen -, los mayores siempre le daban libertad para explorar y curiosear.

La única advertencia, ser cuidadoso con los humanos.

"Nunca deben ver tu cola", le decían.

YunHo siempre tuvo presente eso. Si iba a la superficie, se ocultaba para que no lo vieran transformarse, antes de explorar. Caminar entre los humanos era parte de su vida, aunque no esencial. Se mezclaba entre ellos por curiosidad. Por interés también. Quería conocer sus costumbres, su mundo de tierra y pasto, tan diferente al suyo. Quería entender cómo pensaban y por qué debía cuidarse de ellos. Fue gracias a eso que aprendió a ser precavido y no ser un ingenuo pececillo que termina entre las redes de un pescador o peor, cruzado por el arpón de un cazador de ballenas.

Los humanos realmente eran peligrosos cuando tenías una cola de pez.

Tal vez por eso algunos de los suyos todavía se dedicaban a confundir a los humanos con sus melodiosas voces en mitad de la noche, haciendo sus botes encallar. O los encantaban con su belleza, hasta hundirlos en el agua para que no volvieran a matar.

Lo hacían no solo para cuidarse a sí mismos, sino también a su hábitat; algo que los humanos tampoco sabían hacer. Desde la perspectiva de YunHo, estos parecían totalmente desconectados con el resto de las criaturas con las que compartían la tierra. En cambio, para la gente del mar, todos eran uno, por lo mismo se respetaban y protegían. Entendían el equilibrio natural de las cosas y se alimentaban siguiendo ese mismo orden.

A diferencia de los humanos.

Si YunHo tuviera que definirlos, diría que los humanos son irrefrenables. No importaba lo que hiciera la gente del mar para proteger a los suyos, nunca lograrían realmente detenerlos. Aún con un bote o un tripulante menos, seguirían drenando los océanos, arrastrando de sus entrañas azules toneladas de plancton, peces, crustáceos y moluscos, solo para alimentarse.

Esa era una de las razones también porqué tritones y sirenas debían subir a la superficie.

El alimento escaseaba en el mar o no estaba en el mejor estado gracias a los contaminantes, el plástico y el leve aumento de la temperatura.

De ahí que algunos de sus congéneres vivieran más en la superficie que en el mar.

YunHo intentaba vivir en los dos mundos por igual.

Amaba el mar, tanto como le divertía la superficie.

Había aprendido que no todos los humanos eran malos, y excepto por las grandes corporaciones, había pesca rural que era mucho más amable con el océano. Esos pequeños pueblos pesqueros eran los que más le gustaba visitar, porque desde su perspectiva la gente era más amable y alegre. También eran menos peligrosas y sus playas eran más limpias.

De ellos había aprendido a cocinar y lo que es comer en familia.

También lo que es un abrazo o un beso. De hecho, su primer beso lo recibió de una niña vietnamita, cuando era pequeño.

Al principio, no comprendió ese topón incomodo de labios y cuando regresó al mar, le dijeron que eso era normal entre los humanos. Era su forma de mostrar afecto, le explicaron. También que, debido a su atractivo, recibiría muchos más. Con su inocencia infantil, no comprendió del todo a que se referían, pero con el tiempo lo supo. También los beneficios que su belleza etérea de tritón podía otorgarle, especialmente para obtener el favor de los humanos.

Mi Inesperado Sirenito [YunGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora