Diversos One-Shot's de personajes de la maravillosa película "Spider-Man Across the Spider-Verse"
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Un mal genio era un eufemismo para este hombre. Desde que Miles había llegado y había dado un vuelco a la vida de Miguel, había sido más duro para todos. Tú, no tanto. Pero cuando Miguel llegaba a casa todas las noches, se podía ver que le estaba pasando factura. Vigilando al chico, asegurándome de que Miles no jodiera nada. Preservar la línea de tiempo y los eventos canónicos lo frustraba, lo irritaba. Querías ayudar, pero no podías pensar en el enfoque correcto.
Estaba sentado en el escritorio, murmurando incoherencias para sí mismo. Caminaste detrás de él, poniendo tus manos sobre sus hombros. Se tensó casi de inmediato, sin darse cuenta de que estabas allí. La falta de sentido arácnido realmente lo molestaba a veces.
-Mi corazón- refunfuñó, girando su cabeza ligeramente hacia ti, poniendo una mano sobre la tuya y permitiendo que su cuerpo se relajara. -Estás despierto hasta tarde. ¿Qué estás haciendo aquí?- Hizo girar su asiento y tú te paraste entre sus piernas, sus manos descansando en tu cintura, bajando hasta tus muslos.
-Has estado ocupado trabajando. Te extrañé, eso es todo- susurraste, mirando hacia abajo mientras sus pulgares trazaban círculos en tu piel. -Quería asegurarme de que estabas bien-
Suspiró, sabiendo que había sido negligente estos últimos días. Te acercó más y apoyó la cabeza en tu estómago. -Lo siento, mi amor.- Él te miró con ojos rojos, un parpadeo de color marrón todavía entre ellos. Tú solo sonreíste, sacudiendo tu cabeza.
-Está bien, Miguel- aseguraste, pasando tus manos por su cabello, a lo largo de la nuca. Besaste la parte superior de su cabeza y sus brazos te rodearon con más fuerza, acercándote más a su cuerpo.
Antes de que te dieras cuenta, te había levantado en un movimiento rápido. Instintivamente envolviste tus piernas alrededor de él mientras pateaba la silla y te dejaba suavemente sobre el escritorio. -¿Qué estás haciendo?- Preguntaste, hablando nada más que un susurro. Él no habló al principio, acariciando tu mejilla, antes de dejar caer lentamente su mano sobre tu hombro, empujando el tirante de tu camisa por tu brazo.
-Te he descuidado demasiado tiempo, mi amor- dijo, sus dedos recorriendo tu esternón lentamente, sintiendo tu corazón latir un poco más rápido con cada movimiento sutil. -Debo recuperar el tiempo perdido, ¿no es así?- Él te miró, con un destello de picardía en sus ojos. Sus uñas eran como garras, arrastrando tu ropa y dividiéndola en dos sin problemas, dejando que la tela cayera al piso de abajo. Te miró con los ojos, los iris destellando en rojo y marrón y todo lo demás. -Qué maravilla. Qué bonita.-
