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- ¿Monsieur? ¿Se encuentra bien?

El joven gargola trato de guardar silencio en la espera de una respuesta, tras un golpe seco y un casi imperceptible lamento, el profesor le respondió.

- Eh... ¡sí! Solo, no creo que sea de mi talla este pantalón.

- ¡oh! Una disculpa, debí haber pedido sus medidas.- miró a todos lados tratando de buscar cómo podría ayudar, volviendo a la ropa colgada en el gran armario del salón de clases, se esméro en hallar algo de la talla de Abdallah ya que en su mayoría, los alumnos del club de teatro eran delgados,también debía encontrar un par de pantalones que se pudieran combinar con la prenda superior.- Si gusta puedo ayudarle.

Le sugirió desde la distancia mientras movía gancho por gancho, pero todo se volvió en silencio junto a una palabrota al aire.

El pelirosa no perdió más el tiempo y moviendo un poco las cortinas del probador improvisado pudo ver el porque se quejaba tanto.

Creyó erroneamente que era una situación en la que la cadera y el vientre del profesor impedirían cerrar el pantalón de vestir, pero lejos de ese pensamiento, la realidad le dió otra imágen inesperada.

- Lo lamento, no se quién hizo este pantalón pero lo pagaré, lo juro.

- Lo rompió.

Fue lo único que salió de su boca aún con el brazo extendido, la prenda no le había subido ni a los muslos, sitio en el que la tela se había desgarrado, dejandolo inservible.
Aún así, el muchacho dejó de prestarle atención a la ropa cuandos sus ojos viajaron al cuerpo semidesnudo del castaño.

- ¡No se preocupe! Es de utileria, nada que una costura no arregle.. ¡tome esto! Le quedará mejor.

Aventó la prenda en un frenesí de palabras atropelladas, con la súbita acción, el profesor no pudo agregar nada pues Rochelle ya estaba cerrando la puerta del aula para recargarse en ella. Sin duda el mountruito ya sentía que su inhumano cuerpo vibraba por aquel coctel de emociones.

¿Pero que sucedió? Era un hombre, como él. No había razón alguna de que reaccionara así, ha visto a sus compañeros cambiarse de ropa tras el telón, preparandose para actuar en las funciones, incluso en la hora de educación física, dentro de las duchas del gimnasio.

Entre tantos sentimientos, pudo abrazar uno muy conocido, uno que pocas veces le recordaba que había cometido algo malo, la verguenza. Pudo notar con cierta suspicacia que era un cuerpo común, no había pelo, escamas, heridas expuestas o incluso tatuaje alguno.

Fueron un par de minutos reflexivos con la amena compañía de sus propios pensamientos, cuando notó el movimiento de la puerta en la que seguía recargado.

- Vaya, tienes razón, este se siente mejor y no está nada mal... Ro...

Quiso decir pero los ojos del estudiante difícilmente quedaban quietos en la máscara de el más bajito, al percatarse de que aún lo miraba detenidamente se apresuró a responder.

- Rochelle ¡pero me puede decir así! Si gusta.

- Has sido muy amable Ro, espero verte pronto en mi taller, aunque aún no se si alcance tu grado.- dijo jovial el hombre, la mascara cubría completamente sus expresiones, pero a pesar de ello, mantenía una sonrisa de oreja a oreja que difícilmente y en cualquier otra circunstancia, no le daría a cualquiera, para ser el primer estudiante que conocía el chico era agradable.- Antes de que lo olvide ¿sabes donde queda el salón idiomas?

- ¿idiomas? ¿Habla de lenguas mounstruosas?, está subiendo las escaleras hacia el tercer piso, del lado izquierdo, se puede guiar porque queda junto a la biblioteca y el salón del profesor Rotter, el da lenguas muertas.

Por amor al baile [ male reader ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora