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༒• 𝔸𝔻𝕍𝔼ℝ𝕋𝔼ℕℂ𝕀𝔸  𝕖𝕝 𝕤𝕚𝕘𝕦𝕚𝕖𝕟𝕥𝕖 𝕔𝕠𝕟𝕥𝕖𝕟𝕚𝕕𝕠 𝕞𝕦𝕖𝕤𝕥𝕣𝕒 𝕖𝕤𝕔𝕖𝕟𝕒𝕤 𝕤𝕖𝕩𝕦𝕒𝕝𝕖𝕤, 𝕤𝕖 𝕣𝕖𝕔𝕠𝕞𝕚𝕖𝕟𝕕𝕒 𝕕𝕚𝕤𝕔𝕣𝕖𝕔𝕚ó𝕟.

༒• ᴇꜱᴛᴇ ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ ɴᴏ ɪɴꜰʟᴜʏᴇ ᴇꜱᴛʀɪᴄᴛᴀᴍᴇɴᴛᴇ ᴇɴ ʟᴀ ᴛʀᴀᴍᴀ.


༒• ᴇꜱᴛᴇ ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ ɴᴏ ɪɴꜰʟᴜʏᴇ ᴇꜱᴛʀɪᴄᴛᴀᴍᴇɴᴛᴇ ᴇɴ ʟᴀ ᴛʀᴀᴍᴀ

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El castaño estaba más que nervioso, desde el día anterior su mente no dejaba de trabajar en qué podría suceder, habían pasado las horas y trató de sobrellevar su día, cumpliendo con su horario laboral y ayudando a sus alumnos con cualquier duda que tuvieran, estuvo bien hasta que claro, se topó con el hombre en cuestión  que lograba moverle el tapete.

Se esforzó en no encontrarse con Mr. Where, pero no tomó en cuenta que éste, más ansioso que Abdallah, lo buscaba discretamente entre el mar de cabezas durante su recorrido a su próximo salón.

Fue en el pasillo rumbo a los baños de maestros que, de su mala costumbre, volvió a ser visible frente a Abdallah, provocando un pequeño susto y el choque de ambos cuerpos, siendo rápidamente sostenido por el de gabardina y lentes.

– ¡cielos! Profesor where, siempre tiene  la manía  de  aparecer así de repente ¿no?

Bajo su máscara, _______ podía sonreir tanto como quisiera y sabía que el contrarios tendría en cuenta que lo estaría haciendo, ambos contenian bastante bien. Las manos que apresaron su espalda baja recorrieron lentamente su cintura dejandola libre despues de aquel corto tacto, simplemente para el deleite de ambos.

– Trato de controlarme pero, es gratificante no sentirme observado, la gente no logra señalarme a menudo.

Por otro lado, el de ojos miel comprendió que, lejos de que where se sintiera solitario, abrazaba la idea  de no ser del ojo público, porque si quería destacar, lo haría a su manera, como maestro y director de hermosas obras.

– Viéndolo de esa forma, lo envidio.– dijo Abdallah ahora retomando su camino a los baños.– como desearía ser invisible cada que mi mala suerte me persigue.

Dijo por último mientras se despedía del de anteojos, para posteriormente encerrarse en un cubículo y retirar la máscara, sus mejillas estaban coloradas con la simple presencia del hombre, pudo palparlas en comparación a sus manos frías que recién enjuago.

– Dioses... que patetico me veo.

Horas más tarde, sus pies le encaminaron al punto de reunión, tomó el último pasaje de camino al centro de la ciudad, su hermano no le dio mucha importancia hasta que lo vio bajar con su ropa formal favorita y un rico perfume caro que inundaba el lugar al que llegara, y digo caro porque ningun perfume de baja calidad llamaría tanto la atención, este en especial contenía feromonas.

Por amor al baile [ male reader ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora