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— Chicos abran su libro en la página treinta y ocho por favor

Recién había entrado al salón y en este no se encontraba ningún alma, algo que desconcertó con creces a Abdallah, miró nuevamente su carpeta de materias, en efecto, el salón era el indicado, la hora también parecía ser la correcta, comparó su teléfono y el reloj del pasillo. Entonces ¿Porqué no estaban sus escandalosos alumnos?

Llegó a pensar que estaban retenidos en su clase anterior pero dicha idea fue descartada rápidamente, y que para sus chicos de último año, debían escoger materias para reanudar puntos, al igual que la elección del taller de Lenguas monstruosas, a diferencia de grados anteriores, cada estudiante de último año, escogía tres materias al azar para conformar parte de sus horarios por lo que, tendrían que estar todos juntos en otro lado, específicamente, los estudiantes de ________, se habían fugado.

— ahhh~ maldición.— dijo el moreno mientras dejaba sus cosas en el escritorio y emprende la búsqueda de su clase.— considero que ya están grandes para andar perdiendo el tiempo y no preocuparse de sus calificaciones... ahg! Los jóvenes de aquí a veces se comportan como niños.

El jóven maestro trataba de mantener la calma y pensar positivamente de los chicos, pero ¿Porqué habían decidido saltarse su clase? Bien sabían que hoy les daría resultado de sus exámenes, pero parecía no interesarles, aunque ese tema también hacia resbalar la gota gorda en la frente de Abdallah, porque fue casi la mitad la que salió reprobada, y dos con la calificación baja para poder  pasar el taller.

_______ No era del tipo de maestro que simplemente se sacudía las manos para después esperar la quincena y recibir su pago, o cumplir horas manteniendo a los chicos encerrados en un salón mientras miraba su celular, no, _______ realmente quería que algo quedará en la cabeza de los jóvenes que no pudieran simplemente olvidar a la semana. Pensaba que ya se los había ganado, aunque, ver aquel salón sin mochilas ni monstruos, le respondió todo lo contrario.

Recorrió los pasillos de la primera planta y se adentró en la cafetería, pasó por el salón de costura, el gimnasio interior, hasta la enfermería. Pero no había rastro de esos chicos, suspiró más enojado que antes y salió un momento fuera de las instalaciones, aquellos zapatos de vestir le comenzaban a incomodar un poco, su hermano se los dio como un regalo en su primera salida al centro comercial, estaba arrepentido de usarlos el día de hoy, con la pequeña esperanza de verlos en la cancha exterior, salió a paso lento con los calurosos rayos de sol bañanadole.

Bingo.

Algunos gritos y risas se comenzaron a agolpar en la cancha, _______ cruzó uno de los pequeños jardines exteriores hasta llegar al pequeño sitio enrejado de casketball. En unas bancas exteriores sus alumnos miraban a un par de equipos jugar entre ellos. Estaban tan ensimismados en el partido que no notaron su presencia, claramente dos de sus estudiantes formaban parte de buenas jugadas para anotar pases largos, Claius y Lawrence.

El calor del ambiente comenzaba hacer estragos en su cuerpo, su respiración se sentía un poco sofocada con aquella máscara que usaba durante ocho horas continúas en el trabajo, la liga de la máscara también estaba lastimando detrás de sus orejas, simplemente tenía un humor de perros, lo que menos necesitaba era lidiar con adolescentes prepotentes.

El chico egipcio dió un último salto para adentrar el balón al aro, pero las palmadas de Abdallah le distrajeron.

— Que bonitos... Pero que bonitos... ¡Vayan al salón!

Las orejas de algunos se agacharon y otros se apresuraron a tomar sus mochilas al verse descubiertos, no creían que el profesor iría a buscarlos a todos, generalmente lo dejaban pasar y anotaban inasistencia en las listas. Este maestro parecía que si quería ponerlos a tomar un lápiz.

Por amor al baile [ male reader ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora