Cuarto de invitados

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Nahomi

Cuando llegamos al lobby del edificio Hassan camina hacia la salida y se encamina a una camioneta Lamborghini Urus de color negro.
Yo solo me quedo en la salida del edificio, si pasa un taxi en este preciso momento, me voy en él y dejo ahí a Hassan.
Y como si Dios pudiera oírme, veo que se estaciona uno y de él bajan un señor con la que supongo que es su esposa, bueno o tal vez la amante.
—Espere ¿puede llevarme a Brisas Del Valle?— le digo al taxista abriendo la puerta del copiloto.
— Por su puesto linda, a donde quieras te llevo— me mira de arriba a abajo y siento como se mueve algo dentro de mi.
— Eh no, olvídelo, me he equivocado.
— Anda bonita, sube, no ye voy a hacer nada que no te gus...
Antes de que termine de hablar, Hassan cierra la puerta con tanta fuerza que no sé cómo es que no le pasó algo al coche.
— Te doy 10 segundos para que te vayas— veo como se le tensa la mandíbula y estoy segura de que si se pudiera matar a alguien con la mirada él ya lo hubiera hecho con el taxista.
El carro arranca tan rápido que las llantas sacan humo de lo rápido que se va.
—Deja de jugar a la inmadura y súbete ya a la verga— se ve bastante molesto así que esta vez no lo contradigo en nada.
No quiero regresar a casa en un taxi, o simplemente no regresar.
— Lo siento si fui inoportuna— me disculpo y noto que de los nervios estoy rasgando la falda con mis uñas.
— Perdón si estoy siendo un idiota en toda la noche— deja de ver la carretera cuando nos detenemos porque el semáforo está en rojo y posa su mirada en mi—. Yo sé que no te interesa pero hoy termine con mi morrita y si te soy sincero ando bien triste la neta.
No sé qué contestar a eso así que no digo nada y el vuelve a hablar.
— No sé ni porque te lo cuento, ya estoy muy pedo.
— Tenemos un buen camino por delante así que me imagino que lo mejor será hablar para no ir en un silencio incómodo— el semáforo cambia a verde y el coche comienza a moverse de nuevo.
— Repíteme en donde vives— en su rostro se dibuja una pequeña sonrisa—. Lo oí cuando se lo dijste al taxista pero ya se me olvidó.
—Brisas Del Valle, supongo que sabes en dónde está ¿no?
— ¿No es la zona de los riquillos de aquí de Monterrey?— su ceño se frunce y parpadea lento, me imagino tiene sueño.
— Bueno, emmmh si.
— Eso queda a 40 minutos y me está dando el bajón— se frota los ojos y se orilla en una calle que no reconozco— Ven, maneja tú que creo que estás en más condiciones que yo.
Se baja del auto y yo me quedo en shock sin saber que hacer.
Llega a la puerta del copiloto en donde estoy y abre para dejarme bajar.
— Anda Naho, que no conozco aquí y me da miedo que nos asalten— toma mi bolso y lo coloca en el espacio de en medio de los dos asientos y después me desabrocha el cinturón para que pueda bajar.
— Hassan en verdad estás loco. No me conoces y vas a dejar que maneje tu auto ¿Es en serio?
— No creo que me vayas a secuestrar ¿O si?— me sonríe como si nada y—. Anda deja de hacer el cuento largo.
Me da la mano para que no me caiga al bajar de su coche y cuando piso bien el suelo me suelto de su agarre, al levantar la vista me cruzo con su mirada y siento como mis mejillas comienzan a arder. Es mucho más alto que yo y aunque tenga las botas de plataforma alta me siento muy pequeña al lado de él.
Salgo de mi trance bajando la mirada, camino rodeando su auto y me subo en el asiento del piloto. El asiento está muy atrás y no alcanzo los pedales así que lo recorro para que quede a mi medida.
— ¿No quieres ser mi chofer y manejar a todos lados conmigo?— se quita su hoodie y lo lanza a la parte de atrás de la camioneta—. Te ves re chula aquí en el lambo.
— No sigas Hassan que aunque sea tu carro te bajo y te dejo aquí— enciendo el auto y el motor ruge bajo de nosotros—. Dios, que bien suena esto.
— Cuidado porque los pedales los tiene muy sua...— no termina su oración porque arranco para tomar la carretera— Quiero pensar que manejas muy cabrón como para ir a esta velocidad ¿Verdad Naho?
— Tú tranquilo que no vamos a chocar.
— ¿Crees que pueda dormir un momento en lo que nos llevas a tu casa?— pregunta acomodándose de lado para después reclinar el asiento.
— Buenas noches bello durmiente.
Se ríe, cierra los ojos y aprovecho para observar su rostro a mejor detalle. Sus cejas son gruesas y las pestañas le caen sobre los ojos, sus labios son finos y varoniles.
Dejo de verlo y solo me dedico a manejar.

La que baila sola -  Peso PlumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora