Improvisado al 100%

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Nahomi

—Naho júrame que te dijo eso— Anne no para hablar e indagar sobre lo que le conté y sinceramente ya estoy cansada.
—Annie, mejor haz de cuenta que no te conté nada— me paso la sábana sobre la cabeza para ver si así deja de hablar—. Y ya déjame dormir.
—Solo un minuto más, tienes que contarme cómo te lo dijo.
   Arrojo las sábanas a un lado mientras la ira hace que me levante de golpe.
—¡Anne dije que ya quiero dormir!— mi amiga se sobresalta al escuchar mi grito.
—Lo siento, lo siento.

   Se levanta y se va a su cama cual perrito regañado, tal vez si me sobrepasé un poco.
—Perdón, no quería hablarte así— me acerco a su cama y me siento en el borde—. Es que me siento atacada, eso es todo.
—¿Cómo te vas a sentir atacada porque un hombre lindo te declare su amor?
—No me está decorando amor, me está decorando interés, no es lo mismo.
—¿Eso se puede diferenciar?
—Supongo— de la frustración me paso las manos por el pelo—. El punto es que me siento atacada porque no estoy acostumbrada a esto.
   Anne entrelaza nuestras manos y dice.
—Creo que lo que te pasa a ti es que te da miedo abrir tu corazón de hielo.
Me conoce tan bien que me da vergüenza que se de cuenta de eso.
—Yo sé que no quieres que solo te utilicen para dejarte ahí botada al día siguiente. Pero sabes que, por culpa del miedo, la gente se estanca. Y también esta bien si aún no estás preparada y no quieres nada, Hassan tiene que entender.
   Se levanta a abrazarme para dame un poco de consuelo.

Aunque me cueste admitirlo, tiene bastante razón. No quiero bajar la guardia ante nadie por el miedo a que me lastimen.
—Gracias Annie, eres muy buena aconsejando y muy mala poniendo en práctica tus propios consejos.
—No se puede ser perfecta, amor.
   Entre un par de pláticas más, ambas caemos dormidas en la cama de Anne.

El día siguiente decidimos salir de compras sólo nosotras dos, para desquitar un poco la tensión. Anne lleva seis bolsas en sus manos, mientras que yo llevo sólo dos y una es de ella.

Yo ya tenía mi outfit para las otras noches del festival, sólo que no tenía contemplado este nuevo día, así que tengo que buscar uno nuevo para poder ir hoy.

Pasamos por miles de tiendas sin que me algo me encante tanto como para comprarlo. Si para las personas soy selectiva, obviamente que para la ropa aún más.
Después de tanto caminar, me duelen las piernas.

—No me gusta nada— me detengo enfrente de una cafetería llena de libros—. Ven, hay que pasar a descansar un rato.
—Recorrimos todo el centro comercial y no te decidiste por nada— se adentra a mi lado en el interior de la cafetería que huele a vainilla—. Si sigues así terminarás repitiendo vestuario.
—Es lo que estaba pensando, ¿y si lo repito?
—Ay no, que hueva Naho.

   El mesero se acerca a dejar el menú del establecimiento sobre la mesa, cada una pide un expresso y unos panecillos.

—No me voy a preocupar por eso, ya subiré las fotos de mi outfit repetido para el mismo día.
—Como quieras— se cruza de piernas—. ¿Ya hablaste con Peso?
—Si, me dijo que más tarde mandará a alguien de su equipo al hotel.
—¿Nos darán los pases o nos llevarán hasta el festival?
—No lo sé, no me dijo mucho—aclaro—. Estaba ocupado y no quería robar mucho de su tiempo.
—Bueno, mientras veremos que te pondrás.
Solo asiento con la cabeza porque en verdad tengo el lío de que usaré para la noche. Siendo sincera si soy un poco vanidosa como para repetir outfit, ya veré que hago de mi.

Más tarde, en nuestro hotel, Anne y yo hacemos de todo lo que podemos con nuestra ropa para llevar al menos algo decente.

Trato de que mi maquillaje sea el centro de atención para que no se vea que mi atuendo es improvisado. Llevo un bralette de encaje rosa que en sí, es parte de un conjunto de ropa interior, estamos en Coachella, nadie se dará cuenta de lo que es. Para la parte de abajo, Anne se las ingenió para hacerme un short con unos jeans blancos que casi no me agradaban, al que le añadió unas cuantas tiras de brillo que eran de un collar. Finalmente me calzo unas botas negras de plataforma alta.

La que baila sola -  Peso PlumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora