Esto sucede en la villa de los herreros Bastante +18
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La noche estaba siendo bastante tranquila, la Luna brillaba junto a las estrellas, todo estaba bastante silencioso de no ser por los grillos que se escuchaban. Genya miraba por la ventana mientras esperaba noticias sobre su katana y como no llegaba nada estaba dispuesto a ir por ella hasta que sintió como unos brazos rodeaban su cintura.
— Hola, amor mío —habló suavemente una voz juguetona en su oído para ponerlo nervioso a propósito y lo logró, se dió la vuelta y se dio cuenta que era Karaku.
— ¿¡Qué haces aquí!? —pregunto sorprendido mientras trataba de separarse, pero Karaku era más fuerte que él y no lo dejaba irse.
— Ay, yo también estoy muy feliz de verte —dijo sarcásticamente.
Genya rodo los ojos tratando de zafarse de los brazos del demonio de ojos verdes, pero no podía.
— Sueltame, tengo que ir por mi katana —se esforzó lo más que pudo por liberarse, sin embargo Karaku parecía tener otros planes en mente.
— Tu katana puede esperar —le respondió antes de darle un suave beso en los labios y se ganó un sonrojo por parte de Genya. —. ¡Te vez tan tierno con tus cachetes rojos! Incluso después de tanto tiempo te sigues poniendo rojo cuando te beso.
El cazador solo se avergonzó ya que el demonio tenía razón. Karaku se río entre dientes y le dió otro beso y luego otro y otro y otro.
Esos cortos besos fueron poco a poco convirtiéndose en besos más largos y tiernos, el demonio lo besó apasionadamente, mientras apretaba más su agarre en la cintura de su amante, parecía disfrutar mucho besarlo.
Genya aceptaba gustoso los apasionados besos del demonio y se los devolvía igual de apasionado, llevo sus manos a los cachetes de Karaku para acariciarlos suavemente mientras le devolvía los besos.
Estuvieron besándose por lo que parecieron horas hasta que finalmente se separaron por la falta de aire, lo único que los unía era un fino hilo de saliva que se deshizo segundos después. Se miraron con bastante amor y felicidad antes de volver a besarse con más pasión que antes, claramente Genya se había olvidado totalmente de ir a por su katana.
El de ojos esmeralda fue llevando sus besos al cuello del medio demonio logrando sacarle diversos jadeos que lo incitaban a seguir besandole el cuello con ferocidad, saco poco a poco la parte de arriba del kimono lila junto con el haori bordo que traía puesto mientras seguía descendiendo con sus besos.
— Karaku... Detente, podrían descubrirnos —dijo entre jadeos y tratando de liberarse de los candentes besos del demonio en su clavícula, pero a este parecía no importarle en lo absoluto, solo se río y lo siguió besando incluso con más fuerza—. ¡Karaku!
— ¿Qué? ¿No te gusta? —pregunto indignado.
— No es eso, pero- —trato de decir algo antes de recibir un chupeton bastante fuerte en el cuello que le dejó una marca—. ¡No me dejes chupones!
Karaku volvió a reír entre dientes y siguió dejando chupetones y besos en todo el cuello y torso de Genya mientras que este de jadear paso a gemir procurando ser lo más silencioso posible. Pero esos gemidos solo lograban hacer que el demonio del placer siga haciéndolo con más fuerza y velocidad y eso no lo ayudaba ser silencioso.
Antes de que se de cuenta ya estaba sentado en el regazo del demonio que ahora estaba dándole suaves mordiscos en el pecho, sintiendo su enorme y dura erección entre sus piernas, lo cual solo lo hacía gemir más y eso lo estaba avergonzando, pero al ojiverde le encantaba.
— Vas a volverme loco con esos gemidos tuyos... —dijo Karaku con una voz coqueta acompañada de una risita tonta, antes de darle un mordisco en uno de sus pechos, pero está vez con un poco más de fuerza que otras veces al mismo tiempo que acariciaba sus muslos.
Genya volvió a gemir un poco más alto al sentir esa mordida, lo cual animo al demonio a seguir mordisqueando su piel, dejando muchas marcas de dientes desde el cuello y hombros hasta la cintura. Las manos del azabache mayor apretaron sus muslos suavemente mientras más fuertes y veloces se hacían las mordidas.
Por más que el medio-demonio pedía que se detenga él no lo hacía y simplemente lo mordisqueaba más, haciendo que el suelte más gemidos que no podía guardarse.
Los mordiscos se hicieron cada vez más fuertes y ahora estaban por todo su torso, Genya gemia y gemia olvidándose que tenía que ir a buscar su katana y solo queriendo que Karaku lo siga mordiendo de esa manera tan placentera que lo hacía parecer un masoquista.
De repente unos pasos se escucharon fuera de la habitación, unas voces conocidas se hicieron presentes también y se acercaban más a la habitación. El ojivioleta intento zafarse, pero Karaku no tenía planeado dejarlo ir.
— Karaku, ya basta... Nos van a ver... —dijo algo molesto y avergonzado intentando librarse del agarre.
— Entonces que vean lo enamorados que estamos —le respondió antes de besarlo apasionadamente y con fuerza.
Por suerte el chico Kamado le había llegado un fuerte aroma a placer e impureza, por lo que convenció a la pilar del amor y a su hermana de no entrar a la habitación de Shinazugawa e irse a otro lugar. Karaku tendría que agradecerle a Kamado luego.
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