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Por fin había terminado su misión, llegó cansado a la finca de la roca, no sufrió heridas graves así que no tuvo que ir a la finca mariposa. Llegó a su habitación y se encontró con Sekido que lo esperaba con su típico rostro enojado, pero que se alegró un poco con solo verlo. Se levantó y fue directo a abrazarlo
— Hola, Sekido —dijo con una leve risita al sentir como el demonio le daba muchos besos en el cuello— ¿Qué tal todo?
— Terrible... —dijo en seco, sabía que lo más probable es que Urogi y Karaku hayan hecho un escándalo, siempre se ponía así.
— ¿Por Urogi y Karaku, no? —recibió un asentamiento de cabeza.
Soltó un suspiro, esos dos siempre hacían enojar a Sekido, aunque les había dicho en varias ocasiones que no lo hagan enojar porque a veces desquitaba su enojo en él... De cierta manera. Puso su mano sobre su cabeza y la acarició, sintió que el cuerpo de su amado dejaba de estar tan tenso y suspiraba suavemente, por lo que siguió con las caricias en su cabeza. Luego dejó las caricias y se iba a separar de él, estaba agotado, el demonio que había tenido que matar era bastante poderoso. Sin embargo el demonio no lo soltó.
— Seki-
De repente, el ojirubí lo levantó en sus brazos y fue a sentarse al futon con él encima de su regazo, haciendo que este se sonroje un poco.
— ¿S... Sekido? —preguntó confundido, el demonio tomó su mano y la llevo a su cabeza— ¿Quieres más caricias? —Sekido dijo un simple "si" como respuesta y Genya simplemente hizo lo que él quería.
El momento era de lo más hermoso para el azabache mayor, su amado cazador acariciandole la cabeza después de un estresante día con los demás clones, él acostado en su regazo, ¿qué podría arruinarlo todo? Pues un irritante Karaku gritando emocionado el nombre de su amor.
— ¡Genya, cariño, volviste! —dijo en voz alta antes de lanzarse al menor a llenarlo de besos, cayendo encima de ambos.
— Hola, Karaku —le respondió con una suave sonrisa.
— ¡Karaku, quítate! —ordenó el demonio irritado.
El demonio del placer obedeció antes de que algo le pasará, cuando ambos se sentaron vio la situación, por lo que él también quería caricias de Genya y apoyó su cabeza en el hombro del cazador con una gran sonrisa mientras esperaba sus caricias.
— ¿Ahora qué? —dijo Genya mirándolo mientras seguía acariciando la cabeza del demonio de la ira, quien solo trataba de concentrarse en las caricias que estaba recibiendo.
— Yo también quiero caricias —contestó en un tono cariñoso para parecer más tierno.
Pero el de ojos rojos no quería compartir a su novio y sacó de su mano su báculo para pegarle en la cabeza al otro demonio.
— ¡Auch! —se quejó, luego comenzó a fingir estar llorando—. ¡Genya, dile algo! —lloró mientras se sobaba la cabeza.
— ¡Deja de ser tan molesto, está conmigo! —exclamó el otro.
— ¡Ya callense! —gritó el cazador enfadado, haciendo que los demonios se callaran, no podía creer que se estén peleando por un par de caricias—. Les puedo dar caricias a ambos.
Ahora tenía a ambos demonios con la cabeza apoyada en su regazo mientras él les acariciaba la cabeza, ahora el lugar estaba en silencio total, excepto que Karaku tarareaba alegremente.
Tuvo que seguir acariciandolos ya que ninguno de los dos quería despegarse de él ni de sus caricias hasta que escucharon al pilar de la roca llegar a la finca y tuvieron que fingir que estaban haciendo otra cosa, pues a pesar de que Gyomei era ciego, tenían miedo de que se enterara de su relación de alguna manera.
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