𝟑𝟎 𝐃𝐀𝐘𝐒│Hantengu x Genya.

¡ 𝖣𝖠𝖸 𝖮𝖭𝖤 !

Esto sucede después de la villa de los herreros.
Nada +18

Habían pasado dos meses desde la batalla en la villa de los herreros, habían logrado matar a una luna superior, pero la otra había logrado escapar, al menos habían sobrevivido. Los pilares que los habían acompañado se recuperaron bastante rápido y en un mes ya se habían recuperado, pero los cazadores de bajo rango habían sufrido bastante más daño y estuvieron más tiempo en la finca mariposa.

Finalmente uno de los cazadores despertó en medio de la noche, abrió los ojos lentamente mientras su cerebro ponía sus pensamientos y recuerdos en orden, apenas recordaba algo, solo recuerda haberse desmayado por haber perdido una gran cantidad de sangre.

— ¿Dónde... Estoy? —se preguntó a sí mismo, su voz se escuchaba un poco ronca y cansada. De repente escuchó como alguien se acercaba a gran velocidad y la presencia de su demonio apareció frente a sus cansados ojos.

— Genya, querido —decía emocionado el demonio de ojos tristes mientras acariciaba el rostro de su pareja cariñosamente.

— Aizetsu... —dijo un poco adolorido, sus heridas no habían sanado del todo ya que eran bastante profundas y aún le dolían.

— Menos mal, ¿cómo te encuentras?

— Adolorido... —su estómago soltó un rugido, rogando por comida—. Y con hambre —luego miro alrededor de la habitación y se dió cuenta que no estaban los otros demonios—. ¿Los demás?

— Están afuera, aún están muy preocupados por ti —Genya río un poco y el demonio sintió como si su corazón triste se llenaba de amor.

— Yo les dije que no iba a morir tan fácil —respondió mientras era ayudado por Aizetsu para sentarse en la camilla, recién se daba cuenta de que estaba en la finca mariposa.

Aizetsu entrelazo su mano con la de su amado medio-humano mientras le dedicaba una sonrisa suave, lo cual lo hizo sonrojar un poco. Se quedaron mirando un rato más en un silencio bastante cómodo hasta que finalmente el mayor decidió romper ese silencio.

— Estuviste tanto tiempo dormido que pensamos que te habíamos perdido —confesó con un tono bastante deprimido el demonio de ojos azules, el cazador soltó una leve risa para tratar de no despertar a su compañero que aún dormía.

— Yo no voy a dejarlos, jamás lo haría —expresó el azabache mientras le daba un beso en la mejilla para que se alegré un poco.

Aizetsu se alegró un poco por eso y apretó la mano de Genya suavemente. Le devolvió el beso, pero en la boca y él le siguió el beso, no era apasionado y caliente, era suave y dulce, lleno de cariño.

— Te extrañe mucho... —le susurró entre besos, mientras seguía tomandolo de la mano, no queriendo soltarla.

— Yo también te extrañe —contestó Genya, estuvieron besándose un rato más hasta que se separaron—. ¿Podemos ir con los demás? No quiero que sigan preocupados por mi —pidió Genya mirándolo con ojos de cachorro y el ojiazul no pudo negarse.

— Está bien, si eso quieres —y con eso lo ayudó a levantarse, pero las piernas de Genya fallaron y terminó cayendo en sus brazos.

— ¿Po... Podrías ayudarme? Aún me duelen mucho las piernas —preguntó el ojimorado.

— Lo que quieras, mi amor —cargo a Genya en brazos como si fuera una princesa, lo que hizo que el menor se sonrojara de la vergüenza y comenzará a protestar.

— ¡No me refería así! —se quejó con las mejillas enrojecidas de la vergüenza.

— Acabas de decir que te duelen las piernas, no puedo dejar que te sigas lastimando —le dijo antes de seguir caminando—. Tus heridas pueden empeorar si haces mucho esfuerzo.

Genya siguió protestando hasta que el demonio de ojos azules lo volvió a besar para callarlo, intentó alejarse, sin embargo no pudo, sus labios se sentían tan bien que no quería alejarse así que simplemente le siguió el beso nuevamente.

— Yo solo quiero cuidarte, amor —le dijo con su típico tono deprimido una vez se alejaron.

— Ya lo sé, pero no me cargues así, es vergonzoso —murmuró agachando un poco la cabeza.

— No quiero que tus heridas empeoren solo porque no quieres un poco de ayuda —le dió un pequeño beso en la frente, al cazador no le quedó más remedio que aceptar la ayuda de su pareja.

Aizetsu volvió a entrelazar su mano con la de Genya y lentamente salieron de la habitación donde se mantenían a los heridos, mientras el mayor lo actualizaba sobre la situación de los demás.

Tanjiro finalmente abrió los ojos confundido, había escuchado todo y ahora su cabeza trataba de procesar la información, pero decidió seguir al día siguiente porque aún se sentía mal.