Hoy me tocaba trabajar en casa del señor Gómez, pero —sorprendentemente —no es viernes, ni es de noche. Es miércoles y por la tarde. Al parecer el señor Gómez tenía una entrevista de trabajo y me toca ir a su casa.
Normalmente no me suele molestar mucho cuidar a los niños, pero hoy me da mucha pereza salir de casa. Me estoy terminando de arreglar cuando me suena el móvil por la llegada de un mensaje. El corazón se me acelera cuando me doy cuenta de quién es.
Tu autor favorito: ¿Estás libre?
Cada vez que veo el nombre con el que se guardó Aike me acuerdo de que lo tengo que cambiar, pero luego siempre se me olvida.
¿Se te olvida o no lo quieres cambiar?
Daira: No, tengo que trabajar.
Tu autor favorito: ¿A qué hora acabas?
Daira: No lo sé ¿Por qué?
Tu autor favorito: Para recogerte.
Cuando leo ese último mensaje me quedo bloqueada, sobre todo porque solo nos conocemos desde hace poco más de una semana y nos tratamos como si nos conociéramos de toda la vida.
Daira: Si quieres te puedo avisar cuando acabe.
Tu autor favorito: OK, chao.
Daira: Adiós.
Termino de prepararme y salgo de mi cuarto. Cuando llego al salón me encuentro con Erik en el sofá viendo la televisión.
—Me voy —le digo para despedirme de él. Entonces Erik levanta la cabeza y se percata de que estoy ahí.
—¿A qué hora vuelves? —pregunta.
—No lo sé, ¿por?
—Porque va a venir Katie —. Dice con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando habla de Katie los ojos le brillan más que de costumbre lo que indica que le gusta mucho.
—Bueno, pues intentaré no venir muy pronto —. Le digo y esbozo una sonrisa.
Erik me devuelve la sonrisa y con eso nos despedimos. Me dirijo a la puerta y salgo de casa, bajo las escaleras tan rápido que me tropiezo un par de veces. Cuando salgo a la calle el frio de noviembre se hace notar por lo que me abrazo a mí misma para mantener el calor corporal. Y con eso empiezo a andar hacia la casa del señor Gómez.
Llego a la plaza del mercado y los recuerdos me vienen a la mente. La última vez que estuve ahí acaba de conocer a Aike y me había traído en coche. Y ya había pasado más de una semana.
Me acerco al portal y cuando voy a llamar al telefonillo la puerta del portal se abre para dar paso a un señor Gómez enfundado en un traje de chaqueta y corbata.
—Hola, muñeca —me saluda con una sonrisa.
—¿Qué hace aquí abajo? —pregunto yo descolocada.
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El atardecer que nunca vimos (Borrador) (En pausa)
RomantikUna bailarina muy despistada, Un autor muy pervertido, Un choque muy repentino, Que una historia de amor empezará, Y nadie sabe cómo acabará. *Es una historia cien por cien mía. No sé permiten copias ni adaptaciones.