Capítulo 8: Problemas

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Al abrir los ojos los primeros rayos de sol ya se cuelan en la habitación. Me remuevo en la cama y cuando estoy lista me levanto. Al pasar por delante del cuarto de Erik me fijo en que la puerta sigue cerrada por lo que deduzco seguirá durmiendo.

Termino de desayunar y me vuelvo a mi habitación, a todo esto Erik todavía no se ha despertado, y ya me estoy empezando a preocupar. Voy a su puerta y llamo un par de veces, ambas sin respuesta. Llamo una tercera vez, pero nada.

-¿Erik?-murmuro lo suficientemente alto para que pueda oírme.-¿Estás ahí?

A pesar de que espero un rato no obtengo respuesta alguna. Entonces, con la paciencia agotada, decido abrir la puerta. ¿ Cuál es la sorpresa que me llevo? No hay nadie en la habitación.

Busco mi móvil y marco su número, sin embargo no contesta nadie. Pruebo a hacer lo mismo otras dos veces, aunque obtengo el mismo resultado. Ahora mismo no sé qué relación tienen Diego y Erik, pero no me importa en lo más mínimo. Marco el número del primero y espero a que conteste muy impacientemente.

-Por favor contesta, Diego, contesta- murmuro mientras doy vueltas por la habitación mordiéndome las uñas.

-¿Sí?- contestan al cuarto tono.

-Diego, soy Daira, oye por casualidad no sabrás algo de Erik, es que no está en su habitación y no sé...-empiezo diciendo a toda velocidad.

-¿Qué si se donde esta Erik?-le iba a responder, pero Diego suelta un suspiro irónico y sigue hablando- Claro que sé donde está Erik- murmura irónicamente.

-¿Dónde?-pregunto ansiosa.

-En la comisaría- deja caer la bomba, y antes de que me pueda apartar lo suficiente me explota delante de las narices.

-¿C-cómo que en la comisaría?-digo bajito, todavía procesándolo.

-Sí, porque a tu querido amigo le pareció muy buena idea venir a descargar sus frustraciones contra mí.

-¿Eh?-pregunto perdida.

-Que vino a darme una paliza- y ahí la segunda bomba.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Y yo que sé, pregúntaselo a él-y cuelga el teléfono.

¡Genial! Ahora me toca ir a la comisaría. Mis planes de mañana perfectos.

Nótese el sarcasmo.

Me visto en tiempo récord y salgo de casa. He llamado a un taxi porque yo no tengo ni idea de donde está la comisaría, no pensaba que tuviera que ir nunca. Así que cuando salgo a la calle el taxi ya está esperando. Me subo y le digo a donde tengo que ir, a lo que me mira como si no le inspirara confianza.

A mí tampoco me daría mucha confianza.

Llegamos antes de que me de cuenta y es ahora cuando caigo en la cuenta de que no tengo ni idea de que hacer o que decir. Así que con los nervios a flor de piel me adentro en la aventura.

Al entrar lo primero que me encuentro es con un agente de policía detrás de un mostrador me acerco y me aclaro la garganta para llamar la atención del policía, el cual me mira con una ceja enarcada y con cara de aburrimiento.

-¿Qué quieres?-pregunta todo simpatía.

-Eh... mire, ayer creo que encerraron a un amigo y vengo a ver si puedo hablar con él.

-¿Un chico rubio de ojos verdes?

-Sí, ese-digo ya algo más calmada.

-Podrá salir mañana-contesta y vuelve a sus cosas.

El atardecer que nunca vimos (Borrador)  (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora