Me cuesta un montón abrir los ojos, es como si no quisiera moverme ni despertarme. Me remuevo un poco en la cama, aunque tampoco es que consiga desplazarme porque el brazo de Aike sigue sobre mi cintura. Lo aparto con cuidado, mas no sirve de nada porque murmura algo inentendible y abre los ojos.
—Buenos días —musita con voz pastosa.
—Buenos días —contesto levantándome de la cama.
—¿Tanta prisa tienes por irte? —pregunta divertido.
—No es eso, solo estoy buscando mi móvil —aclaro levantando mis pantalones del suelo y revisando los bolsillos, al final termino encontrándolo en el bolsillo trasero.
Aike sigue sin moverse de la cama, ahora está con la cabeza apoyada en su mano y el codo sobre el colchón mientras no aparta sus ojos azules de mi cuerpo. Mis mejillas se tornan de un color rojo y aparto la cara lo más rápido posible, aunque la risita de Aike me indica que no he sido lo suficientemente veloz.
—¿Por qué te ríes? —pregunto indignada.
—No entiendo por qué te has puesto roja, si anoche vi todo —responde quedándose sentado al borde de la cama.
—Anoche no era consciente —refunfuño recogiendo los pantalones del suelo.
—Puede que tú no fueras consciente, pero yo sí, y lo repetiría mil y una veces más.
—¿Quién ha dicho que no lo vayamos a hacer una y mil veces más?
Mierda, ¿eso lo he dicho yo?, tierra trágame y no me escupas.
Te acabas de levantar, es comprensible.
Aike esboza una sonrisa traviesa y puedo apreciar el brillo en sus ojos. Si ya tenía las mejillas rojas estas se me calientan un poco más, haciendo que tenga que esconder la cara mientras me pongo los pantalones. Me quito la camiseta de Aike y se la lanzo, él la atrapa al vuelo y la deja tirada en la cama.
Aike se levanta de la cama por fin, y se acerca a mí por detrás mientras me termino de abrochar el sujetador. Sus brazos rodean mi cintura, haciendo que mi corazón se acelere por el repentino contacto, Aike apoya la barbilla en mi hombro y me susurra al oído:
—No te avergüences por estas cosas, despistada, me encanta que las digas.
Mi cuerpo entero está tenso, no soy capaz de mover ni un musculo, y creo que si no fuera porque Aike me tiene sujeta me caería al suelo. Poco a poco Aike aparta los brazos de mi cintura, provocando que mi cuerpo anhele su contacto de inmediato, me giro a mirarlo y lo veo recogiendo sus pantalones del suelo, aprovecho el momento para pasarme mi camiseta por la cabeza.
Mientras espero a que Aike se termine de vestir —porque no voy a salir de la habitación yo sola —me pongo a mirar el móvil, y descubro que tengo más de cinco llamadas perdidas de Erik, le escribo un mensaje aclarándole que estoy bien y que luego nos vemos.
—¿Has terminado? —pregunta Aike. Levanto la cabeza del móvil y me fijo en que ya está vestido.
—¿Eso no debería preguntártelo yo? —rebato levantándome de la cama.
Aike me ignora completamente y quita el pestillo de la puerta para poder abrirla, me deja pasar a mí primero y él sale detrás, cerrando tras de sí. Hasta ahora no había sido consciente de que sus compañeros de piso existían, por lo que no había pensado en qué hacer cuando me los encontrara. Cuando Aike se gira hacia mí se percata de mi cara de preocupación e inmediatamente la expresión de su rostro cambia a un menos divertida.
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El atardecer que nunca vimos (Borrador) (En pausa)
RomanceUna bailarina muy despistada, Un autor muy pervertido, Un choque muy repentino, Que una historia de amor empezará, Y nadie sabe cómo acabará. *Es una historia cien por cien mía. No sé permiten copias ni adaptaciones.