Capítulo 13: Bajo La Lluvia

47 12 20
                                    

Cuando abro los ojos lo primero que me llama la atención es que no llevo el pijama puesto, sino ropa de salir a la calle, cosa que es bastante rara, ya que yo siempre me cambio de ropa al acostarme.

De repente los recuerdos de anoche llegan a mi mente, y todo tiene sentido. Tengo la esperanza de que Aike se haya quedado, pero esta desaparece en cuanto recorro la habitación con los ojos y veo que no hay rastro de él. Se que no debería decepcionarme, —ya que no somos nada y no tiene porqué quedarse, —sin embargo, lo hace.

No me permito darle más vueltas al tema, por lo que me levanto con calma de la cama, me duele todo, probablemente no haya dormido en la mejor postura posible. No tengo nada que hacer esta mañana, así que seguramente me quede leyendo en mi cama.

Salgo de la habitación con toda la intención de dirigirme a la cocina, sin embargo, el sonido de dos voces me distrae, vienen de la habitación de Erik. Me acerco despacio, intentando no hacer ruido y pego la oreja a la puerta.

—…Que nadie se entere —dice la voz de Erik, por el tono que utiliza distingo que está nervioso.

—No lo podemos ocultar por siempre, Erik —contesta otra voz, y estoy segura de que la he escuchado antes, pero ahora mismo no llego a distinguirla, lo único que reconozco es que es una voz de chico.

—Ya lo sé, pero creo que no estoy listo —responde Erik. No entiendo nada, no está listo ¿para qué? Y ¿De quién narices es la otra voz?

—Bueno déjalo, ahora me debería ir, tu amiga se despertará en cualquier momento —. Comenta la voz desconocida, estoy tan metida en la conversación que está sucediendo ahí dentro que no me percato de que esa amiga soy yo.

—Mi amiga tiene nombre, ¿sabes? —rebate Erik.

Se oye un suspiro de resignación.

—Bueno, me iré antes de que Daira se despierte —. Doy un respingo al oír mi nombre y me aporto de un salto de la puerta. ¡Mierda! ¿Dónde me meto? Sin pensarlo demasiado corro a mi cuarto y cierro la puerta, por suerte no se oye mucho.

Empiezo a dar paseos por la habitación, ¿de qué iba la conversación que acabo de escuchar?, hablaban de algo de lo que no querían que nadie se enterase, ¿pero qué es ese algo?, y lo más importante ¿por qué había un chico en la habitación de Erik?. Y además estoy segura de ya había escuchado su voz antes.

Contengo la respiración cuando se oye el ruido de la puerta al abrirse, sé que es imposible que me oigan, pero no quiero confiarme. Al estar toda la casa en silencio se oye perfectamente todo lo que están diciendo. Oigo cómo se despiden y el sonido de la llave al ser girada, sin embargo, lo que más me desconcierta es lo último que se dicen antes de que la puerta se cierre.

—Te quiero, Erik.

—Yo también te quiero.

Y entonces se oye la puerta cerrarse. Si antes estaba confundida ahora lo estoy el doble, juraría que nunca había escuchado decir a Erik las palabras “te quiero”. Está claro que sea quien sea ese chico tiene algo más que una relación de amistad con él.

Cuando estoy segura de que el chico ya se ha ido salgo de mi cuarto como si fuera la primera vez que lo hago en el día. Al entrar en la cocina me encuentro a Erik echándose cereales en un bol.

—La leche va antes de los cereales —le digo a modo de saludo. Erik levanta la cabeza y me mira, entonces niega con la cabeza y sigue a lo suyo. —Ya veo que estamos de muy buen humor por la mañana —bromeo con una sonrisa en los labios.

Erik hace el amago de esbozar una sonrisa, pero lo único que consigue es que su rostro se contraiga en un mueca.

—Oye, ¿estás bien? —pregunto ya sin rastro de broma.

El atardecer que nunca vimos (Borrador)  (En pausa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora