capitulo 4.

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Por algún motivo jungkook no pudo conciliar el sueño, la inquietud en su pecho seguía flotando en el aire y afuera la tormenta había empeorado. Eran las 2 am y solo permanecía recostado en su cama en la oscuridad de su habitación, con Bam en la sala ladrando, tal vez a los rayos. eran esos momentos cuando desearía tener alguien a su lado, pero lamentablemente eso no podía ser. Odiaba su condición, se sentía más como una carga que como una bendición, como lo habían llamado sus padres. Ojalá no fuera diferente.

—¡Bam! Basta solo son rayos, guarda silencio—dijo mientras se levantaba arto de los ladridos.

En la sala se encontraba el perro ladrando insistentemente a la puerta principal, arañando el piso y la puerta tratando de buscar salir afuera.

—Que pasa muchacho, no puedes salir ahora.

Bam lo miro y en su mirada había desesperación, Pero jungkook no podía entender porque quería salir allá afuera. Entonces decidió abrir la puerta y observar el exterior. No había nada solo el clima caótico. Pero bam aprovechó el descuido y salió corriendo hacia afuera dirigiéndose hacia la playa donde las olas tocaban las rocas.

—¡Bam regresa aquí, es peligroso! —grito, mientras salía corriendo tras de él.

La lluvia lo empapó, Pero eso no importaba porque su fiel compañero estaba afuera y podía caer al mar. La visión se le había dificultado por la tormenta pero a lo lejos podía escuchar los ladridos de bam, estaba cada vez más cerca, hasta que pudo distinguir lo en donde las rocas se encontraban con el mar. El perro chillaba intentando entrar al agua, pero las tempestuosas aguas se lo impedían. Hasta que lo que más temía ocurrió.

Todo ocurrió en segundos, Jungkook corrió en el momento en que Bam salto, extendió su brazos y alcanzo a agarrarlo en el aire antes de que cayera al agua. Su cuerpo se estampó duramente contra la rocas recibiendo todo el impacto, pero pudo con éxito proteger a Bam de la caída.

—¿Por que hiciste eso? Me diste un gran susto Bam, que aria yo sí te...

Entonces pudo verlo y fue como si su mundo se hubiera detenido. La razón por la que el perro ladraba insistentemente, la razón por la que su pecho se sentía agitado. Y en cuanto su mirada se encontro con ese azul profundo de sus ojos, supo que la espera se había acabado.

azul profundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora