Jeon Jungkook es un simple pescador resignado a la soledad de una casa vacía al lado del mar. Pero eso podría cambiar una noche de tormenta cuando el mar al fin de su deseo tan anhelado, con forma de un chico con cola de pez.
Al entrar al agua sintió la familiar calidez. su cuerpo había hecho exitosamente el cambio y su poderosa aleta lo impulsaba hacia la superficie de nuevo, donde podía ver asomar el rostro de su bello chico intentando buscarlo. Ni la atrayente vista de las profundidades marinas podía hacer que quitará la vista de su objetivo y cuando al fin emergió a la superficie su rostro había quedado a centímetros del contrario, contemplado los hermosos iris azul del mar.
Ese hubiera sido el escenario perfecto para un beso, si no fuera por que Jungkook se había acobardado en el último momento. Ahora navegaba decaído de vuelta a la playa recriminado se por ser un cobarde. Pero no todo estaba perdido ¿Cierto? Ahora su rostro si que estaba rojo, por que siguiendo la dirección de la mirada del Omega pudo darse cuenta que el no quitaba la vista de su entrepierna. De pronto jungkook no pudo evitar sentirse avergonzado y acalorado al mismo tiempo intentando abanicarse con su mano.
Mientras tanto del otro lado del bote jin miraba fijamente a su enemigo, con ojos entrecerrados y una determinación extraordinaria, por que está noche el feo parásito sería quitado del cuerpo de su nuevo amigo.
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El día había transcurrido muy rápido entre divertidos juegos con bam y las historias que kook le contaba a jin del mundo humano. Si bien jin provenía completamente del mar, no estaba exento de algunos conocimientos de los seres de la superficie, más que nada por que su abuela ya había estado en tierra en sus tiempos de antaño donde gran parte de su vida había transcurrido al lado de un viejo amor del cual desafortunadamente por los distintos mundos a los que pertenecían y otros factores, tuvieron que separarse. Con lágrimas en sus ojos su abuela le relataba que sin mirar atrás volvió al mar mientras su amado se quedó en la orilla de la playa viendo su partida. Una historia con un sabor agridulce que tal vez en un futuro sea contada como debe de ser.
-Parece que Bam y tú han hecho un vínculo muy unido -dijo arqueando una ceja ante el traidor canino que le quitaba la atención de su Omega, Mientras el perro ladraba alegremente victorioso siendo acariciado por su nuevo interés afectuoso.
Jin solo pudo reír levemente, no podía evitarlo, los animales instintivamente lo buscaban.
-Solo le dí algunas galletas -dijo jin alzando los hombros despreocupadamente.
Esa noche cenaron en un silencio algo incomodo, bueno solo para kook, que aún podía sentir las fugases miradas de jin a su parte baja. eso casi hace que se ahogué con su comida, llamando la atención de jin en el proceso. Ah excepción de eso la noche termino bien para ambos y cuando al fin se dispusieron a dormir, jungkook le había asignado a jin la habitación de invitados, ya que no sería prudente devolver al Omega a la incomada bañera de nuevo.
-Espero estés cómodo, si me necesitas estaré en la habitación de al lado.
Jin asintió y se acurrucó en las suaves sábanas, Pensando en todo lo que había transcurrido en su largo viaje y las cosas que tuvo que afrontar ahora solo. Si bien la vida no había sido fácil para el desde que su abuela murió, da gracias por que la vida lo guío hasta aquí. Kook es realmente una persona maravillosa que sin pensarlo dos veces salto al agua para salvarlo, demostrándole así que aún puede confiar en las personas, oh en este caso en sus iguales. Jin ahora se sentía en deuda con Jungkook por su amabilidad y ayuda, así que ahora mismo se encontra fruncido el ceño en la oscuridad de la habitación, pensando en una forma de compensar toda su ayuda hacia su persona.
Hasta que lo recordó, si había una forma.
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Jungkook ya había salido hace unos minutos de la ducha y ahora traía su pijama de color azul, que de repente ahora se había vuelto su favorito. Si le preguntarán el por que, tal vez respondería que le recuerda a una hermosa mirada azul del mar. Por que si, Jungkook estaba que moría de amor por su pequeña sirena, si tan si quiera el chico lo mirara un poco, sería el tritón más feliz del mundo, pero acaso ¿Jin sentiría un poco de atracción por el? Si, ah mirado su entrepierna un par de veces pero ¿eso que significa realmente? Frunció el ceño y miro el calendario, las sirenas tenían temporada de apareamiento, su calor. Pero eso solo iniciaba cuando estaban emparejados, así que era algo confuso ahora. Se tiró a la cama frustrado, tal vez mañana algo cambiaría, se quedó dormido con ese pensamiento en mente, esperando que su lindo Omega algún día fuera suyo.
Una hora después Jungkook había caído profundamente dormido y se encontró así mismo en un sueño, uno donde había algo que le impedía moverse, el peso en su cuerpo se sentía tan real que casi podía sentirlo, era cálido, reconfortante y si estiraba su mano podía ¿Tocarlo? Fue ahí donde todo cobro sentido y abrió sus ojos abruptamente, solo para toparse con la figura del chico que robaba sus suspiros sobré el. Apesar de la poca luz de la luna que atravesaba su ventana, podía distinguir esas hebras violeta y la mirada curiosa del lindo Omega.
¿Que estaba pasando? ¿Es que acaso todavía estaba soñando? Si es así, Jungkook rogaba por que nadie lo despertara nunca. No cuando jin ahora mismo parecía la personificación de la belleza misma, un ángel de las profundidades marinas, la criatura más bella que haya visto jamás.
—Jin?—dijo esperando una respuesta del contrario, mientras su mano intentaba llegar a el.
Jin sintió la calida palma en su mejilla, cerro sus ojos y sintió un cosquilleo raro en su vientre, pero lo ignoro por que el estaba allí con un único objetivo.
—Shhh, vengo a ayudarte —dijo jin mientras apartaba la mano del pelinegro y llevaba las suyas propias al elástico del pijama que se adheria al cuerpo de kook.
Jungkook podía sentir el calor esparciendo se por todo su cuerpo rápidamente, y su corazón tratando de salirse de su pecho cuando jin bajo de golpe su pantalón y ropa interior en el proceso. Su pene había rebotado erguido en un instante y Jungkook solo pudo gemir avergonzado, mientras toda su cara se tornaba roja. Todo era tan confuso, pero igualmente excitante a la vez.
—Jin, pequeño que haces? —dijo Jungkook con la voz entrecortada y con la poca cordura que le quedaba.
Jin no respondió y en cambio se dedicó a observar con fascinación la cosa extraña entre las piernas de kook.
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