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[DACEL]

Bajando los lentes por mi nariz, froté suavemente el ardor en mis ojos con mi pulgar e índice y volví a colocarlos en su lugar. Habíamos vuelto al hotel cuando empezó a oscurecer, Niall me había hecho comprar una gran cantidad de cosas y por una vez, me alegre de que Kaled me hubiese enseñado a invertir y mantener un control de mi dinero, por lo que no me molestaba gastar un poco con Niall.

Me hubiese gustado que mi padre se hubiese tomado el trabajo de aprender algo como eso, pero él había preferido apostar todo en las carreras de caballo y dejarme en la jodida calle. Aun me dolía el recordar ese día, había despertado para ir al colegio solo para encontrarme que mi padre no estaba en ningún lugar y había varios hombres en la puerta en busca del dinero que les debía. Ellos habían tenido algún tipo de indulgencia conmigo porque solo era un chico, pero nunca había pasado más vergüenza que cuando debí pedirle a Kaled que pagara por mí, porque no tenía nada de dinero.

Había luchado todo el camino luego de eso.

Me había metido en más problemas de los que me gustaba aceptar, peleaba con todo el que se metiese en mi camino y buscaba a aquellos que no se cruzaban. Había tenido un ojo morado constante por un tiempo hasta que Kaled finalmente pensó que era tiempo de que dejara de ser un imbécil y me pusiera a hacer algo productivo con mi vida.

Y créanme, las intervenciones de los Malik no incluían té y galletitas. Su muestra de realidad había dolido bastante.

Pero eso logró que entrara en razón y comenzara a aplicarme en los estudios. Me metí en la carrera de medicina y había aprendido todo lo que debía para poder mantener mi dinero en orden, evitar hacer alguna vez lo que mi padre había hecho. Tenía un grueso colchón provisional para el futuro, una buena carrera y un estupendo trabajo esperándome cuando recibiera mi título, solo me faltaba una cosa.

Y estaba acostado en la cama contigua, abrazando un oso enorme de peluche y roncando suavemente.

Niall era mi pareja perfecta, solo lo sabía. Era combativo cuando debía serlo, se mostraba duro e imperturbable para el mundo, pero entre nosotros era un chico suave y testarudo que se sonrojaba furiosamente cuando lo besaba. Lo había visto luchar, aferrarse a la vida y a su cordura, enfrentarse con su mente y pensamientos y salir adelante sin necesitar a nadie más. ¿Cómo alguien podía no quererlo cuando al ver sus ojos podías ver al guerrero que era y había sido desde pequeño?

Él estaba cediendo a mí, era solo cuestión de tiempo.

Volviendo a mi lectura, intenté concentrarme en el libro, debía estudiar para los exámenes que me esperaban al volver a casa, pero un pequeño gemido de dolor de parte de Niall me tuvo quitando la mirada del papel en mis manos. El rubio se retorció con fuerza, un pequeño sollozo escapó de sus labios mientras intentaba escapar de algo que lo atormentaba en sus sueños. Su expresión era de miedo, pero sus ojos seguían cerrados.

Dejando el libro sobre la mesa de noche, me quité mis lentes, parpadeando para poder enfocar mejor, antes de acercarme al rubio con suavidad—. Niall —llame, acariciando su mejilla con mis dedos—. Vamos, rubia, es solo una pesadilla, estas a salvo.

—No, por favor —sollozó en un susurro—. No, no, por favor, ya no.

—Shhh —quité el peluche del camino y me acerqué más, mi mano aun acariciando su rostro—. Niall, estas soñando, debes despertar, vamos.

—Por favor, no.

—Despierta, cariño, debes despertar.

No quería despertarlo con brusquedad, pero eso no fue posible cuando gritó, revolviéndose mientras abría los ojos de par en par—. ¡No, suéltame, no, por favor, déjame! —gruesas lagrimas bajaron por sus mejillas mientras se revolvía, intentando escapar de algún atacante invisible.

Con un poco de trabajo, logré atraerlo a mi pecho aun cuando siguió intentando escapar—. Soy yo, Niall, mírame, nadie te hará daño. Te tengo, nadie puede herirte ahora.

Se detuvo y me miró—. Daz —el sollozo que escapó de sus labios me rompió en pedazos, tanto dolor en un pequeño sonido no debería ser posible. Nadie podía soportar tanto, nadie, excepto Niall.

—Estoy aquí, mi amor, nadie te hará daño de nuevo —susurré, acariciando su cabello y espalda en un intento de tranquilizarlo mientras se rompía en sollozos.

—Ellos me siguen —susurró con voz pequeñita—. Siguen allí, me atormentan, ¿por qué no se van, Daz? Quiero que me dejen en paz.

—¿Quienes?

—Ellos están muertos, murieron hace años —balbuceo—. Yo los busqué, ellos ya no estaban, vi sus tumbas, no están, ¿por qué siguen atormentándome?

Lo abracé fuerte entre mis brazos, besando su mejilla suavemente—. Fue solo un sueño, no son reales, Niall.

—Si lo fue, si lo fue, ellos querían lastimarme. Dijeron que iban a quebrarme, que aprendería a ser un buen niño y yo no podía escapar, no me podía defender de ellos.

La comprensión fue inmediata y aunque no conocía toda la historia, dudaba mucho que Niall alguna vez me lo contara, entendía que se trataba del día en que abusaron de él.

—Ya no eres un niño —le recordé con suavidad—. Eres un hombre ahora, puedes defenderte de ellos, ya no pueden dañarte.

Él no respondió, pero sabía que me había escuchado aun cuando sus sollozos volvieron. Él lloró por lo que me parecieron horas, aun cuando me recosté a su lado y lo atraje a mi pecho, no se detuvo. Había tanto daño en él, que dudaba mucho que todo ese llanto fuese suficiente para limpiar todo ese dolor.

La locura de Niall |Niall/Dacel|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora