14.

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[NIALL]

Parpadeando excesivamente para alejar el sueño, observé mi entorno y fruncí el ceño al notar que estaba en mi habitación. No tenía ni idea de cómo había llegado allí y estaba comenzando a arrepentirme cada vez más de haber desafiado a Dacel a sedarme antes, cuando estaban arreglando mi maldita cabeza.

Y hablando de ello, ¡Jodida madre perra de los dolores de cabeza!

Iba a dispararle a alguien pronto si el dolor no disminuía, nunca había sido una persona sociable cuando me sentía mal y mi cabeza realmente estaba siendo una vil perra conmigo. Pateando las sabanas fuera, maldije cuando el frío del aire se aferró a mi piel, pero decidí testarudamente no concentrarme en el hecho de mis pantalones habían desaparecido. Imágenes de un gruñón Dacel arrastrándome hacia mi habitación parpadearon en mi mente y rápidamente revise todas las zonas privadas de mi cuerpo, ya saben, por dolores o señales de que... ustedes entienden.

Por suerte, parecía ser tan puro como hacia veinticuatro horas atrás. Bueno, no era puro antes, pero es una forma de decir que no había tenido sexo con Dacel en mi estado de idiotez.

Suspirando, me aferré a la idea de que, si mis boxers seguían en mi cuerpo, quería decir que no había sucedido nada impuro que hubiese involucrado mi inocente existencia. Ignorando el frio, salí de la cama y arrastré los pies hacia el baño. Un susto gracias al reflejo del espejo sobre el lavabo y un largo rosario de maldiciones cortesía de la maldita e imposible de regular ducha, logré asearme y vestirme para poder bajar a desayunar.

El mocoso estaba gritando a viva voz en el momento en que entré a la cocina mientras Suri corría alrededor, intentando encontrar algo para entretenerlo y detener su griterío.

—Ya, Tommy, por favor —pidió, deteniéndose frente a la silla alta donde el niño estaba acomodado—. No sé qué quieres, cariño, ya lo he intentado todo.

Deteniéndose, los ojos verdes examinaron al castaño antes de abriera la boca y saliese otro ensordecedor grito.

—No sé qué hacer —Suri se alejó, mirándome con confusión—. Él solo parece gritar por todo.

—¿Probaste gritarle de vuelta? —me dirigí a la heladera y saqué una botella de agua, tragándome la mitad de la misma en un instante.

—¿No crees que eso sea contraproducente?

—Nah —acercándome al mocoso gritón, me detuve frente a él y le fruncí el ceño—. ¡CALLATEEEEEEEEE!

—¡BUUUBAAAA! —gritó en respuesta, su vocecita intentando cubrir a la mía en volumen.

—¡ME ESTAS DEJANDO SORDO, MOCOSO, CIERRA EL PICO!

—¡BUUUBAAAAA! —esta vez lo hizo más alto y como yo no me dejaba pasar por encima por un mocoso que no levantaba un metro del suelo, grité más fuerte.

No estaba funcionando, pero era divertido verlo enrojecer mientras intentaba gritar ganarme. Podía sentir a Suri intentando detenernos, pero estaba demasiado metido en gritar más alto que él por lo que no me detuve.

—¡Cállense ambos! —Kaled ni siquiera tuvo que levantar mucho la voz para lograr que ambos cerráramos el pico y miráramos en su dirección, viéndolo entrar a la cocina. Lucia adormilado y parecía a punto de golpearnos—. ¿Qué rayos sucede?

—Tommy ha estado gritando desde que despertó —Suri explicó—. Niall me está ayudando a calmarlo.

—¿Y gritarle de nuevo es tu solución?

Me encogí de hombros—. ¿Tienes una idea mejor?

—Si, dejar que Dacel lo revise y se asegure de que nada malo este pasando con él —dijo con obviedad.

La locura de Niall |Niall/Dacel|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora