10.

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[NIALL]

—¡Niall!

Quitando la mirada del puzzle que había decidido armar, incliné la cabeza a un lado en un intento de discernir desde donde me estaba gritando Suri, sin mucho éxito. Sabía que el chico estaba en una de las habitaciones del segundo piso ya que, gracias a la maldita lluvia, la misma que azotaba las ventanas como si se burlara de mi aburrimiento, ambos nos habíamos quedado sin nada que hacer dentro de la casa. Por mi parte, había decidido armar un rompecabezas de un gatito en una taza, el chico se había decidido por algo más productivo como era ordenar las habitaciones de arriba.

Él era un aburrido, ¿cómo ordenar habitaciones era mejor que pasar tres horas buscando el maldito ojo del jodido felino?

Maldición, ya estaba harto del maldito puzzle. Arrojando las piezas en mi mano al resto esparcido sobre la mesa, me puse de pie y me dispuse a encontrar al castaño. Mis pies resonaron sobre los escalones cuando los subí, las pesadas botas negras que había elegido parecían pesar mil kilos si me guiaba por el sonido.

—¿Suri? —llamé, arrastrando mis pies por el pasillo—. ¿Niño raro?

—Aquí —asomó la cabeza por la puerta de su antigua habitación, lo que me pareció raro ya que nadie había estado usando la misma desde que el chico se había instalado con Kaled.

Deteniéndome en la puerta, lo miré con curiosidad—. ¿Qué haces, pollito afeminado?

Dejó caer la caja sobre la cama y me dedicó una mala mirada—. No me digas de esa manera.

—Oh, lo siento, el afeminado era Liam —estuve de acuerdo—. Tú eres el pollito maricón.

—No uses ese término, es ofensivo.

—Lo uso por esa razón, dejará de ser ofensivo si lo uso de modo que no lo sea.

Elevó una ceja—. ¿Lo dijiste de modo no ofensivo?

—Nah, lo dije como un insulto —entré a la habitación, ignorando su mala mirada—. ¿Qué es eso? —señale a la caja.

—No tengo idea —se encogió de hombros—. Lo encontré dentro de aquel mueble —señaló a la pequeña biblioteca que los hermanos Malik habían escondido detrás de un escritorio luego de que Suri se mudara. Me había dado cuenta antes de que ellos solían moverla de lugar todo el tiempo, pero nunca pregunté por ello, no era algo que me importara.

Miré a la caja nuevamente—. Deberías devolverla a su lugar.

—¿Por qué? El cajón estaba abierto y sin llave, es una especie de invitación silenciosa a que miremos dentro.

—No busques lo que no se te ha perdido porque no te va a gustar lo que encontraras.

—¿Experiencia propia?

—No, lo leí en un libro de autoayuda que Louis me regalo.

Parpadeo—. ¿El mismo que usaste para prender la chimenea hace unos días?

No, no era el mismo, el que Louis me había dado aún estaba leyéndolo. Aunque realmente pensaba que no me ayudaría en nada, no hacia mal leerlo. Sin querer responder a su pregunta, me acerqué más y observé la caja nuevamente—. ¿La vas a abrir o esperar que frotándola salga el genio que encerraron dentro?

—Pero dijiste que no...

—Y ahora digo que sí, abre la maldita caja de una vez —pedí.

Rodando los ojos, busco el borde de la tapa de madera con sus uñas y jaló con fuerza. Me había dado cuenta de que la misma no cedería con la fuerza, pero era divertido verlo intentándolo. Cuando noté que el niño tonto podía lastimarse, golpee sus manos lejos y tome la caja.

La locura de Niall |Niall/Dacel|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora