09.

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[DACEL]

Estaba oficialmente muerto de cansancio. Había tenido mi turno en la sala de emergencias para poder cubrir más horas y tener tiempo libre para Niall, lo que derivaba en más estrés, una velocidad de trabajo más alta y casos tontos que me hacían perder el tiempo. Amaba mi trabajo, ser médico era la única forma que había encontrado para ayudar a los demás como los Malik me habían ayudado a mí. Además de que tener formación en primeros auxilios ayudaba cuando alguno de los idiotas con los que compartía techo decidía hacer una estupidez y salía lastimado.

Eso no quería decir que no fuese extenuante, porque lo era.

Acomodando los lentes sobre mi nariz -los cuales solo usaba en casos de cansancio extremo donde mi vista no soportaba más desgaste- metí la llave en la cerradura y entré a la casa produciendo el menor ruido posible. Las luces apagadas y la falta de sonido me decían que todos estaban durmiendo, lo que no era raro teniendo en cuenta que eran pasadas la una de la mañana.

Cerrando la puerta, encendí la alarma de seguridad y me dirigí a la cocina. Revisando dentro del refrigerador, encontré el envase de comida que Suri siempre dejaba para mí y lo empujé dentro del microondas, encendiendo el aparato antes de rebuscar por una botella de agua.

Cinco minutos después estaba paleando comida dentro de mi boca mientras subía las escaleras hacia mi habitación. Revisé a Tommy en mi camino, lo que se había convertido en una costumbre para todos nosotros, antes de hacer lo mismo con Niall. Ambos dormían como angelitos por lo que seguí mi camino hasta el final del pasillo y me metí en mi habitación.

Arrojando mi mochila sobre la silla de mi escritorio, me deshice de mis tenis con la punta de mis pies antes de dejarme caer en la cama. Abandonando la botella de agua en mi mano sobre la mesa de luz, recuperé el control remoto y encendí el televisor para que diera algo de iluminación y sonido, una vieja costumbre que era difícil de eliminar.

Estaba medio escuchando la serie que estaban pasando en el televisor mientras masticaba con lentitud cuando escuché los pequeños golpes sobre mi puerta.

Fruncí el ceño hacia la misma—. ¿Si?

—¿Daz? —una mata de cabello rubio apareció en el borde de la madera.

—Hey, rubia —abandone el sobrante de mi cena sobre la mesa de noche y me gire a mirarlo mientras destapaba la botella de agua—. ¿Sucede algo?

Entró un paso en la habitación, la puerta cubría la mitad de su cuerpo, pero pude ver la mirada nerviosa que envió alrededor—. Yo... —se mordisqueo el labio un momento, mirándome brevemente antes de sacudir la cabeza—. Nada, no sucede nada.

—Niall —llamé, impidiendo que se fuera. Cuando me observó nervioso, sonreí—. Ven.

Miró a alfombra un momento antes de pasar a la televisión y de nuevo a mi—. Tienes tus lentes —observó—. Eso quiere decir que no debo molestarte.

Tomé un trago de agua y dejé la botella en la mesa de noche, frunciendo el ceño en dirección al rubio—. ¿Quién te dijo eso?

—Kaled.

—¿Desde cuándo le haces caso a Kaled? —sonreí—. Además, seguramente te dijo eso para evitar que me hicieras una de las bromitas que acostumbras, cuando no puedo defenderme.

Arruguitas se formaron en su piel cuando frunció la nariz—. Ese no es mi estilo.

—La última vez estuve tres horas despegando una figura de acción de la mejilla de Zayn sin lastimarlo —le recordé.

—Sí, pero jamás te he hecho nada a ti. —susurró.

Me detuve pensando en ello por un momento. Era verdad, Niall jamás me había hecho algo que pudiese lastimarme. Sí, me había hecho algunas bromas, pero no tan crueles como con los demás.

La locura de Niall |Niall/Dacel|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora