21.

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[NIALL]

Girándome sutilmente, observé el perfil de Dacel durmiendo a mi lado mientras las imágenes de la noche anterior seguían girando en mi mente como un maldito remolino. Las pesadillas habían estado atormentándome desde hacía ya un tiempo, pero ahora parecían haber empeorado, más realistas y aterradoras que hacia solo un par de meses atrás. Odiaba admitir mis miedos, no quería que las personas supieran que les tenía temor a simples imágenes, recuerdos, que habían tenido lugar hacía muchos años.

Pero lo tenía y me estaba siendo difícil ocultarlo últimamente.

Siempre había sido lo suficientemente testarudo para ocultar mis miedos y dolores detrás de una capa de indiferencia y locura. Mis hermanos mayores solían decirme que estaba loco cuando era más joven por provocar la ira de nuestro padre de la manera en que lo hacía, según ellos, nadie cuerdo le gritaría insultos a una persona que estaba golpeando su espalda con una maldita fusta hasta hacerlo sangrar. En ese momento, no me excuse, no contradije sus palabras y llegue a pensar que tenían razón, pero no me importaba que la tuvieran, a una persona que esta fuera de su mente no le interesa lo que piensen los demás.

Podía estar loco, sí, mi mente seguramente estaba lo suficientemente jodida como para merecer ser encerrado en una habitación acolchonada con una camisa de fuerza. Pero esa también era mi forma de descargarme, de luchar contra la humillación e impotencia que me producía el no poder defenderme del daño. Él era más grande y fuerte, no podía golpearlo de vuelta o detenerlo, pero si podía devolver sus agresiones de alguna manera.

Era absurdo y un tanto contraproducente, pero era mi única opción.

Ahora, recostado en la cama mientras miles de imágenes dolorosas se reproducían en cámara lenta dentro de mi mente, me pregunté si toda aquella actitud era la que finalmente me había empujado a la locura absoluta.

Las personas cuerdas no hacían las cosas que yo hacía, ni alejaban a las personas que se preocupaban por ellos como acostumbraba. Tal vez, estaba loco, finalmente. Pero aun cuando esa idea flotaba en mi mente, sabía que aún quedaba al menos una gota de coherencia dentro de mi cabeza. Y podía ser un idiota en muchos sentidos, pero me aferraría a ella con todas mis fuerzas.

Deslizándome con cuidado fuera de la cama para evitar despertar a Dacel, atrapé la primera sudadera que encontré y la jalé sobre mi cabeza antes de calzarme un par de pantuflas, agradeciendo el haber pensado en irme a dormir con pantalones en caso de huida. No estaba huyendo realmente, pero necesitaba salir sin que el señor "solo quiero cuidarte" me atrapara. El pasillo fuera de la habitación estaba vacío, como supuse, mis pies produjeron un sonidito extraño mientras me apresuraba en dirección a la habitación de Suri y Kaled.

No me asombró que, al tocar, fuera Kaled, totalmente despierto y vestido, quien abriera la puerta. Todos sabían que él era el hermano activo mientras Zayn se caracterizaba por ser un gran vago que podía dormir veinticuatro horas seguidas sin esfuerzo.

Sus cejas se elevaron cuando me vio—. ¿Sucedió algo?

—Necesito hablar contigo, es algo importante.

Me miró por un largo momento antes de asentir con suavidad—. Dame un momento —se alejó de la puerta, hablando con Suri rápidamente antes de volver—. Vamos, debes tener hambre ya.

Asentí, aun cuando no tenía verdaderas ganas de comer nada. Siguiéndolo hacia el ascensor, bajamos hasta el primer piso antes de dirigirnos al salón comedor. Me sorprendió cuando Kaled pidió mi desayuno, especificando las mismas cosas que Dacel el día anterior, aunque, a decir verdad, no tendría que haberlo hecho, era obvio que el medico de cuarta había estado esparciendo su sabiduría por todo el mundo. Simplemente genial.

Cuando la joven mesera se alejó, se giró a mirarme—. ¿De que querías hablar?

Dudé un momento, girando mis dedos en el mantel mientras me preguntaba si estaba a punto de hacer lo correcto.

—Niall —presionó con suavidad.

—¿Recuerdas la conversación que tuvimos cuando llegue a tu casa?

Pareció pensar en ello por un momento antes de que la sorpresa apareció en su rostro—. ¿Hablas de...?

Asentí—. Cosas extrañas están pasando con mi cabeza, Kaled, antes podía luchar contra ellas y ganarles a los recuerdos, no me hacían ningún daño porque no se los permitía. Pero me estoy cansando de luchar, del dolor y de... de la soledad.

—No estás solo, Niall, lo sabes, somos tu familia y estamos aquí.

—Pero no están aquí —golpee mi cabeza con mi dedo—. No estuvieron cuando todo sucedió, nadie lo estuvo y sé que no es su culpa, no lo estoy haciendo responsables de ello de ninguna manera, no quise que sonara de esa manera.

—Lo sé.

Volví a mirar hacia mis manos—. Siempre he estado solo, nadie se preocupaba por mi más allá de cuando tenían hambre o necesitaban algo de mí.

—Se trata de confianza.

—Yo no confió en nadie, Kaled.

—¿Ni siquiera en mí? —interrogó.

No respondí, porque luego de todo lo que había hecho por mí, ¿cómo podía responder a esa pregunta con una negativa? ¿Cómo se supone que le explicaba a alguien que jamás había sufrido lo mismo que yo, que no entendía el miedo a despertar con un padre enojado que era capaz de dejarte dormir bajo la lluvia si se levantaba del lado equivocado de la cama? Él no podía comprender que las personas que debieron cuidarme, las únicas que deberían haber merecido mi confianza absoluta, me habían lastimado desde que era un niño.

—Lo siento —susurré al ver su mirada caer un poco.

—No estoy enojado contigo, Niall, tal vez un poco herido porque realmente pensaba que teníamos algún tipo de relación familiar más fuerte que la que veo ahora —se inclinó hacia adelante—. Te considero un hermano, me gustaría que me vieras de la misma manera, pero sé que has sufrido demasiado y te han golpeado tantas veces que te es difícil confiar en alguien, lo entiendo, no voy a enojarme ni nada por el estilo.

Asentí con suavidad.

—Cuéntame lo que está sucediendo contigo.

—Creo que me estoy volviendo loco —admití—. Pensé que no habían llegado a romperme, que había sido más fuerte que ellos, pero me estoy dando cuenta de que no es de esa manera, me estoy perdiendo.

—¿Es por eso que crees que una clínica haría algo por ti?

—Si.

La mesera volvió y dejó las cosas sobre la mesa frente a nosotros mientras Kaled me examinaba atentamente. Cuando ella se marchó, él suspiró—. En todo el tiempo que te he conocido, nunca antes habíamos tenido una conversación así, Niall, ¿qué ha cambiado?

—Nada.

Sonrió suavemente—. Por supuesto, debí saberlo, el hijo de perra lo logró.

—¿De qué hablas?

—De nada —sacudió la cabeza con suavidad—. Mira, no quiero encerrarte en una clínica, Niall. Acepto que, en cierto momento, pensé seriamente en ello, pero tú no eres un peligro para nosotros, aún queda demasiado en ti como para rendirnos de esa manera.

—Necesito ayuda. —repliqué.

—Lo sé, y te ayudaré a conseguirla —aseguró—. Pero no será en una clínica.

—¿Entonces?

—Quiero que comiences a hacer terapia, si estás de acuerdo, por supuesto.

Lo miré directamente, sin estar seguro de que responder. No quería recordar las cosas malas estando consciente, mi idea principal era que me drogaran y pudiese olvidar todo. Era eso lo que hacían en las clínicas, ¿verdad?

Un movimiento sobre el hombro de Kaled llevó mi mirada hacia allí, viendo a un preocupado Dacel salir del ascensor a través de la pared acristalada—. Está bien. —susurré. 

La locura de Niall |Niall/Dacel|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora