Marc Oliver Sanders

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La tarde del día antes de que fuera de nuevo a la escuela, decidí que no tenia caso quedarme en casa llorando y comiendo helado, así que pensé en ir al centro comercial a una cafetería a pasar el rato. Así que les avise a mis padres, los cuales se mostraron muy felices; y a Scott y a Alexis, pero a ellos si les especifique que quería ir sola, y después de un pequeña discución accedieron.

Así que ahí me encontraba sentada frente a una pequeña mesa de una cafetería, el olor a café fresco, y panecillos rodeaba el ambiente, al igual que el suave jazz que ponían de música de ambiente, a un lado mio, estaba la bolsa de libros nuevos que acababa de comprar. Jugueteaba con una servilleta mientras esperaba a que me atendieran. Un muchacho alto, con el cabello negro azabache, nariz algo torcida, con unos ojos cafés muy profundos y con una perforación en la oreja vino a atenderme.

-Hola ¿Como estas, que te gustaría llevar? -su voz sonó firme y fuerte, pero a la vez muy amigable.

-Hola, la verdad, podría estar mejor. ¿Me podrías traer un frapucchino de caramelo con chocolate, por favor?

-Claro en un momento lo traeré ¿a que nombre lo pongo? - al parecer la pregunta "¿cómo estás?" Sólo las hacen por compromiso.

-Para Harry Potter- no me di cuenta de mi boba respuesta, ya que estaba enfrascada en mis propios pensamientos.

-En un momento lo traeré -sólo se limitó a sonreír, era una sonrisa burlona, no la veía al caso.

Saque un libro de la bolsa y comencé a leer mientras esperaba, pero ni siquiera eso podía hacer, mi mente danzaba de un pensamiento a otro, ¿que pasaría mañana? Sería un día de lo peor eso es seguro, espero poder tener indiferencia ante todos y no sentirme una basura, ojala.

Me percate que tenia casi treinta minutos esperando mi café, ¿que rayos? cuanto podría tardarse un café. Cuando estaba apunto de pararme e ir a quejarme por su mal servicio, el chico apareció de nuevo, ahora sosteniendo una bandeja, se paro en mi mesa y dejo el café, junto con una rebanada de pastel.

-Disculpa la tardanza, es solo que tuvimos un pequeño incidente.

-Si no importa, solo que, yo no ordene esta rebanada de pastel, disculpa.

-Si lose, solo que esta va por la casa.

- Gracias - dije algo extrañada- aunque no debiste.

-No hay de que, y si,si debía, ahora puedes estar mejor, estoy para servirte. -tomó la bandeja y se la puso bajo el brazo, no antes de retirarse me regaló una sonrisa.

Al parecer el chico si había puesto atención a mi respuesta, pero no veo el hecho de que un pastel gratis me anime del todo.

Lo seguí con la mirada hasta que llego detrás de la barra, se coloco junto con un chico mientras apoyaba los codos sobre la mesa; me seguía mirando de una manera divertida ¿que tramaba?.

Me gire hacia mi café y el pastel gratis, algo aquí era raro, y lo descubrí. Me había dado una vaso desechable para café caliente, para un café helado, ¿lo hizo a propósito, o se confundió? tome el vaso en mis manos y comencé a girarlo para verlo bien. A la mitad del vaso encontré el misterio de la tardanza y de las sonrisas cómplices, el chico había dibujado con su propio puño el castillo de Hogwarts en medio de la noche, todo hecho con plumas y marcadores. Al final había escrito para quien iba dirigido el café "Harry Potter", ¡Caracoles hervidos, eres Harry Potter! "

Me gire para verlo, su rostro desbordaba felicidad, al parecer estaba esperando ver mi reacción ante aquella bella sorpresa, la cuál fue la que él esperaba, ya que al verme me regalo un guiño. Yo le devolví una mirada agradecida, era lo más lindo que me había pasado en la semana, y todo debido a un extraño.
Pase lo que quedo de la tarde ahí, disfrutando de café y el pastel gratis, escuchando la suave música, y dejando que mi nariz se inundara con el suave olor de café, el lugar era tranquilo y cómodo, estaba lleno del mismo grupo social de personas, personas intelectuales y llenas de cultura, muchos leían (incluyéndome) otros dibujaban y la mayoría tenía una computadora en donde escribían en sus blogs. Ya cuando me di cuenta que el sol se había metido, decidí que era hora de irme, pague el café no sin darle las gracias a ese muchacho, tome mis cosas, incluyendo el vaso del café, y le deje de propina un billete de cincuenta al muchacho; me fui a casa a las 6:35, mañana iba ser un largo día.
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-Sally, llegaras tarde a tu clase de calculo- la voz de Scott seguía siendo molesta, y más aún cuando trataba de empujarme fuera del salón, yo tenía las manos aferradas al marco de la puerta-.
-Lose Scott, pero no quiero ir, ya bastante he tenido en estas últimas horas, solo una clase, es lo único que te pido, una clase libre. Por favor-.
-No Sally, ya has faltado cuatro días, solo es una hora, y la cual está enfocada en calculo, se ira volando. Mira-se apretó el tabique al verme que quería alegar-yo ya estoy llegando tarde a química, tu sabrás, no voy a estar aquí empujándote todo el tiempo, así que esta bajo tu desicion.
Y dicho esto me dejo sola, tomo sus cosas y se fue al otro edificio donde tiene su clase de química. El pasillo estaba desierto, no se escuchaba ningún ruido, todos y cada uno de los alumnos estaban en clases. Bobo Scott, odio cuando tiene razón, nunca me deja hacer mis rabietas, y odio admitir cuando tiene razón.
Me fui arrastrando los pies hacia el salón de calculo, llevaba 5 minutos de retraso y al paso que iba llegaría 30 minutos después. Camine por todo el pasillo, ya a un paso decente, y me di cuenta de que era lo más cómodo del mundo, sin personas molestas, ruidos o empujones, todo era perfectamente cómodo, tan cómodo que consideré llegar un poco tarde a mis demás clases; fue hasta que choque con algo, que me di cuenta que estaba caminando sin poner atención.

La vida de una chica común. [En Edicion]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora