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Capitulo diez.

Ambos comían en silencio frente al otro

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Ambos comían en silencio frente al otro. Ninguno se atrevía a comentar algo, después de todo lo ocurrido no era algo que no les avergonzara.

La mirada de la muchacha se tornó con un indecifrable brillo en sus ojos, causando que el rubio quedase atrapado en ellos y tragara saliva con dificultad.

Los puños del rubio se apretaron por debajo de la mesa al notar que sus sentimientos parecían nublar demasiado su forma de actuar, su forma de hablar, ¿Qué clase de sentimientos causaría eso?

El solo recuerdo de haberla besado sin su consentimiento se encargó petrificar su cuerpo y soltar unas secas pero firmes palabras.

—Volveras a Dessrosa.— anunció mirandola a los ojos.

—¿Q-Qué? — logró emitir la muchacha con sorpresa desde la otra esquina de la mesa dejando caer su tenedor.

El rubio la miró con completa seriedad antes de darle un bocado a su comida con naturalidad.

—Lo que escuchaste mujercita.— musito con lentitud, —Hoy mismo zarpamos hacia Dessrosa, volverás a casa.

Ella se levantó de forma repentina de la mesa antes de casi agarrarse de sus cabellos. ¿Volver? No era algo que realmente tenía en mente, ¿Volver a casa, siquiera tenía una?

—Oh ya veo...—murmuro antes de iniciar caminando hacia la salida de los comedores, —Debo ir al baño..ya sabes...— comentó con una forzada sonrisa en los labios.

Sabo asintió y ella se marchó rápidamente, dejándolo solo en los comedores.

El rubio soltó todo el aire que ni el mismo había notado que había estado reteniendo. Con pesadez pasó su mano por su rostro mientras el apetito desaparecía por completo. Él finalmente lo había dicho, la llevaría a Desrrosa, hacia la isla que ella pertencia, hacia la isla en la que él mismo la había alejado.

Un extraño dolor en el pecho lo obligó a levantarse y caminar hacia su habitación, en busca de algunas cosas que llevaría en en viaje. Caminó por los pasillos hasta pasar por el frente del baño, en el cuál logró oír un silencioso sollozo que le hizo sentir una punzada en el pecho.

Con una de sus manos apretujó sus ropas antes de casi correr a su habitación, en la que intento serenar su respiración ante la sensación de su pecho.

Ella estaba llorando.

¿Por qué estaba llorando? La llevaría a la isla en la que pertenecía, ¿Que la hacía llorar de esa manera?

De forma repentina le faltaba aire.

Ella estaba llorando.

Hace solo unos momentos ella estaba con un brillo inexplicable en sus ojos que desapareció en el instante en que mencionó Desrrosa, en el maldito instante en que él anuncio lo que había de pasar.

Escuchó unos pasos hacia su habitación por lo que se limitó a guardar sus cosas lentamente. La puerta fue abierta lentamente por ella, y eso lo asustaba.

Le asustaba ver sus ojos.

Le asustaba la manera en cómo lo miraría.

Le asustaba sentir ese dolor en el pecho otra vez.

La escuchó adentrarse en su habitación con sigilo hasta estar parada a sus espaldas.

—Sabo.— Susurró a sus espaldas.

El rubio se rehusó a mirarla.

—¿Mnh?— Emitió echando un par de cosas en su bolsa.

—¿Puedes voltearte hacia mí?— inquirio con suavidad.

—Estoy un poco ocupado.— Susurró sintiéndose el hombre más cobarde de el mundo. ¿Cómo podía llamarse así mismo capitán de la armada revolucionaria?¿Cómo podría hacerlo cuando nisiquiera tenía el coraje de enfrentarla a ella, a mujercita?

Los labios de la muchacha temblaron ligeramente antes de tomar una pequeña bolsita, en la que inicio guardad un par de cosas que el rubio le había obsequiado.

Sabo teniendo sus cosas listas, optó por caminar hacia la salida.

—Te espero afuera.— anuncio saliendo de la habitación.

Ella se aseguró de oírlo cerrar la puerta antes de dejarse caer en la cama.

Pequeñas lágrimas rescataron por sus mejillas, las cuales limpió rápidamente, intentando calmarse así misma. Su corazón dolía y eso solo la hacía querer llorar más.

Se tumbó en la cama, disfrutando por última vez el dulce aroma que desprendía antes de levantarse, limpiar sus lágrimas y suspirar.

Práctico un par de expresiones faciales, alguna que otra forsoza sonrisa antes de salir de la habitación y caminar hacia los comedores, en los que el rubio le esperaba con indiferencia. La mirada que le dirigía el rubio le hizo sentirse como alguien que lo único que había hecho era molestar a los demás, le hizo sentir alguien indeceada, alguien que nadie quería en esos lugares.

Tragó saliva, reusandose a llorar frente a él. No lo haría, no cuando él había Sido demasiado amable con ella. ¿Cómo podría hacerle eso a alguien que le saludaba con una sonrisa todas las mañanas?

Apretó sus labios.

—Estoy lista.

—Bien, vámonos.— añadió iniciando caminando apresurado.

Ella caminó detrás de él.

—¡Saboooooooooo!— Resonó a la distancia la chillona voz de cierta pelianaranjada la cuál Poseía una expresión cargada de enojo, —¡¿Cómo hosas llevártela sin haberme despedido de ella?

Sabo sonrió levemente.

Koala se abrazó con fuerza hacia la de cabellos dorados.

—Está bien, no llores.— Susurró para ella mientras la apretujaba con fuerza, —Sé que el es un idiota pero más tarde se arrepentirá, te lo aseguro, el también está confundido, de la misma manera que tú asique no llores.

Las palabras de koala hizo que un nudo se formara en la garganta de la muchacha antes de asentir.

—Te extrañaré un montón mujercita.— Susurró besando su mejilla.

Ella asintió y se alejó de la de cabellos naranjos antes de seguir al rubio, quién se había limitado a esperarla a unos cuantos metros de ambas.

—Nos vemos koala.— se despidió el rubio con un vago gesto.

Koala bufó con fastidio antes de despedirlos a ambos con una sonrisa.

«Sabo idiota, ni se te ocurra dejarla ir.»

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¡Holiiiiis! Nuevo capítulo maldita sea que emoción.

Capitulo sad para que lloren :)

¿Qué les pareció?

Sin más que decir...

Bye ✨🌚

"Mujercita"  [Sabo x Lectora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora