c a p í t u l o 2

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El resto de la semana, papá habló todos los días de Pedro Pascal, un amigo de mamá que quería ser actor, pero que con 45 años y casi 20 intentando conseguir un buen papel, no había logrado llegar muy lejos.

Según papá, mamá lo adoraba, pero por alguna razón hasta ahora no habíamos escuchado de él. Parecía que habían perdido el contacto desde que mamá había muerto cuando nació Rosie, pero aún así, ni siquiera yo, con 28 años en este planeta, había escuchado a ese amigo tan cercano.

–Ni siquiera una foto. –le digo mientras mastico mi sandwich de sábado en la mañana, Megan me sirve té y pone los ojos en blanco cuando me escucha, pero continúo quejándome. –Vas a traer a un completo desconocido a la casa, donde viven tus tres hijas, dos de ellas menores de edad.

–Por favor, Agnes, es encantador. Va a cuidar a las niñas tanto como yo. –asegura levantando la vista del periódico The Guardian de ayer, que habíamos olvidado en la entrada.

–Déjala papá. –dice Rosie mientras revuelve su leche con cereal, o debería decir cereal con leche. –Todavía está de mal humor por lo de Thomas.

Le lanzo una mirada asesina desde mi silla, pero ella sonríe maliciosa, ¿en qué momento dejamos que fuera tan insolente? Lo esperaría de Megan, ¿pero ella?

Papá contiene la risa mientras hace a un lado el periódico y revisa la hora en su reloj de muñeca.

–Ya deberíamos partir a la ciudad, para que estemos a tiempo en el aeropuerto.

–Y encima tenemos que recogerlo. –me quejo desde mi lugar. Este día pudo haber sido un sábado de introspección después de mi semana, pero tenemos que hacer esto y de regreso a casa tendremos que preparar el almuerzo y después la cena, para 5, otra vez.

Reparo en que las 3 miradas de mi casa están sobre mí, papá tiene una expresión divertida en el rostro.

–Cariño, ¿por qué estás de tan mal humor hoy?

–Se los dije. –dice Rosie con la boca llena.

El camino hasta el aeropuerto de Londres es casi una hora en auto desde donde vivimos, me ofrezco a conducir para que dejen de decir que soy un 'Grinch' y dejo que Megan ponga su música de adolescente en la camioneta. Papá parece raro, está nostálgico desde que nos dijo que tendríamos una visita e incluso desempolvó unas fotos viejas de mamá que estaban en el sótano.

A mí no me agradaba la idea de tener un desconocido en casa por tantos días, pero las niñas parecían entusiasmadas, después de todo, siempre hemos sido sólo los cuatro, asumo que por eso es que les gustaba tanto que Thomas nos visitara. Papá jamás tuvo una novia desde que mamá murió, o al menos no una que hayamos conocido. Trato de mantenerme en paz y apoyarlo, pero no puedo evitar pensar que algo está pasando.

El aeropuerto no es muy concurrido los sábados y papá dice que llegamos a la hora perfecta, las niñas se sientan en las butacas a esperar y papá se aleja para buscar a Pedro. Yo me quedo de pie porque me duele el trasero luego de haber conducido, los asientos de la camioneta no son tan cómodos, pero sí más grandes que los de mi auto, así que tuve que ceder en eso también, para que ese hombre quepa.

Cuando alguien me sujeta del brazo con suavidad, pienso que es papá, pero al girarme me encuentro con un hombre alto, de tez algo bronceada y bigote. Lleva puesta una chaqueta de mezclilla y jeans oscuros, sus ojos cafés parecen sorprendidos cuando me ve y pienso que me está confundiendo con alguien.

–Señor...

–¿Ana? –dice y me quedo petrificada, Ana es mamá. Parece desconcertado cuando niego con la cabeza y me suelto de su agarre. Por su puesto que tiene cara de Pedro.

Y O U [Pedro Pascal] TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora