Y O U [Pedro Pascal] TERMINADO

c a p í t u l o 1 9

No pude hablar con papá hasta el lunes, cuando las niñas volvieron a la escuela. Para entonces ya me sentía mejor.

Thomas me envió flores y un extenso mensaje en el que dice que está preocupado por mí, pero que siente que no tenemos que vernos todavía.

Lloré cuando lo leí y solo pude escribir un gracias con un par de emojis.

Kate, por otro lado, no lo sabe. Sé que la noticia llegará a ella tarde o temprano porque este es un lugar pequeño y los rumores corren. También sé que cuando se entere me llamará para regañarme por no decirle nada, pero no quiero lidiar con eso ahora. Ni hablar sobre el accidente.

No quiero recordar que ese día perdí el control.

Casi no he visto a Pedro en los últimos días porque pasé encerrada en mi habitación y las niñas no se despegaron de mí. Pero ahora estoy de pie frente a él en la sala, se ve preocupado y no se ve como el Pedro que recuerdo de antes de nuestra pelea.

No sé qué decirle durante los breves segundos en los que estamos solos antes de que papá se acerque desde la cocina. Se queda de pie mirándome en confusión.

—¿Ya te sientes mejor? —pregunta detrás de Pedro. Él parece salir de su trance y se aclara la garganta para sentarse en el sofá.

—Sí, estoy bien.

—Qué bueno. —papá se acerca para darme un beso en la frente.

—Tenemos que hablar. —le digo antes de que diga algo más. Pedro lo sabe y por eso se acomodó en el sofá, papá lo mira a él y después a mí. —No finjas sorpresa. —le advierto.

—Agnes...

—Ya basta papá, quiero que me digas lo que está pasando ahora. Sé que estás enfermo, no pospongamos más esta conversación.

—No es nada grave.

Dios...

—Jim. —Pedro lo mira desde el sofá con expresión severa. Papá está intentando huir de esto a toda costa. —Ya es suficiente. —le dice.

Papá me mira como si estuviera destrozado y le sostengo la mirada esperando a que ceda. Después de unos segundos se sienta en el sofá y se recarga en el respaldo con pesar. Sé que esto debe ser difícil para él, pero ¿y yo?

—¿Qué está pasando? —le pregunto una vez más.

Pedro lo mira esperando que diga algo. Papá tiene la vista fija en mis pies, ni siquiera es capaz de mirarme.

—Estoy en un tratamiento... por cáncer de hígado.

Me quedo mirándolo unos segundos en silencio. La verdad es que esperaba algo así, pero escucharlo es tan shockeante que no puedo hablar. Mi cuerpo se queda quieto frente a ellos mientras proceso la información, los ojos de Pedro están clavados en mí. Él lo sabía desde el principio y no me lo dijo.

—Me diagnosticaron hace unos meses, por eso le pedí a Pedro que viniera.

—¿Es muy grave? —logro preguntar.

—Más o menos. Los médicos esperan que las quimios lo disminuyan, después harán una operación.

—¿Una operación? ¿En el hígado? ¿Qué esperabas papá? ¿Entrar al pabellón sin que lo supiéramos? ¿Creíste que no me iba a dar cuenta? ¡Hasta Rosie ha notado lo raro que estás!

Papá se lleva una mano al puente de la nariz.

—¡¿En qué estabas pensando?! —juro que puedo sentir como la ira sube desde mi estómago hacia arriba dejando un sabor amargo en mi boca.