c a p í t u l o 1 0

990 93 26
                                    

El sábado me levanto extraña, como si tuviera que saber algo, pero no lo sé. Me duele un poco el estómago por los nervios y me miro en el espejo pensando cuál será mi próximo movimiento, necesito un trabajo, uno real y estable. Tal vez en un observatorio o como ayudante de prácticas en alguna universidad, aunque eso implicaría irme de casa y se me revuelve el estómago de pensarlo.

Seguramente Thomas sabría qué decirme y miro el teléfono con desdén antes de descartar llamarlo. No debo hacerlo.

Me doy una ducha rápida y voy a la tienda sin saber que quiero comprar. Todos seguían durmiendo en casa y mientras paseo por los pasillos me decido por un pie de arándanos y galletas. Compro los ingredientes y cuando estoy por salir cargada de bolsas de papel veo el destello de unos ojos verdes que se clavan en mí en cuanto me notan.

Maldita sea.

—¡¿Agnes?! —su sonrisa ancha y sus pecas me traen recuerdos tormentosos de mi adolescencia y le sonrío con nerviosismo desde mi lugar.

—Kate. —ella parece feliz de verme, pero yo sé que será un caos total. —¿Qué haces aquí?

—Cambia esa cara. —dice y se acerca para abrazarme. Su perfume dulce me hace querer vomitar de la ansiedad, pero en el fondo agradezco que haya aparecido. —Parece que viste un fantasma.

Creo que la necesitaba.

Se aleja de mí y junta ambas cejas cuando ve mi expresión. Sabe que algo está mal y me tiembla el labio antes de que me pregunte que ocurre.

—Ay no... —dice y caminamos juntas hacia mi auto. El frío me golpea el rostro mientras avanzamos. —¿Qué fue lo que pasó? Te estuve llamando hace unos días, para decirte que estaría en el pueblo. Vine a visitar a mamá por su cumpleaños.

—Han pasado muchas cosas. —Kate me ayuda a dejar las bolsas en los asientos de atrás de mi auto. Cuando me incorporo pone sus manos en mis hombros.

—Sé que no usas mucho tu teléfono, pero tienes que contestar mis llamadas. A veces no se nada de ti en semanas. ¿Qué fue lo que pasó?

Kate probablemente sabe lo que le diré porque me conoce muy bien desde que tenemos once años. Me acogió como su mejor amiga cuando vio que era demasiado tímida en la escuela y se encargó de que tuviera una adolescencia medianamente decente pese a que era una ñoña. Una ñoña mejor amiga de la porrista que todos querían.

Kate siempre dijo que yo era tan bonita como ella, pero que mi actitud espantaba a los chicos. Más bien mi inteligencia, diría yo.

—Thomas terminó conmigo. —le digo evitando su mirada. —Y ahora un amigo de papá está viviendo en la casa, es raro. Pero creo que nos hicimos amigos. Anoche.

Kate me mira sorprendida.

—¿Es guapo? —asiento después de un largo suspiro. Para qué voy a decir que no si lo sabrá en cuanto lo vea.

—Se llama Pedro. Era amigo de mamá. Y rechazaron mi libro, por cierto.

—Ay Agnes... —dice y hace un puchero antes de volver a abrazarme, me alegra que eso le compadezca más que lo de Thomas. Porque no quiero hablar sobre él. —Tienes que llamarme cuando pasen estas cosas. Como voy a saber si tengo que venir o no.

Dejo mi barbilla en su hombro unos segundos, decaída y destruida. Kate hace que reconozca mis sentimientos finalmente. Su cabello rubio huele bien.

—Te extrañé. —murmuro antes de alejarme.

—Iba a pasar por tu casa, pero mamá me encargó muchos mandados y quiere que almorcemos juntas. Pero tenemos que salir, esta noche. —dice y aplaude con entusiasmo frente a mi. O no, aquí viene lo peor. —Te recogeré a las diez, iremos a ese lugar que tanto odias donde ponen la música tan fuerte que no se puede hablar.

Y O U [Pedro Pascal] TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora