Ir a ver las estrellas creo que es de las mejores actividades que se pueden hacer en invierno. Si el cielo está libre de nubes y está limpio por las lluvias, este se verá como un espectáculo de luces.Es como algo propio de nuestra amistad el apuntarnos hasta a un bombardeo. Así que como no podía ser de otra, nos inscribimos para ver las estrellas.
El autobús salía a las seis en punto, pero decidimos quedar un poco antes para hablar un rato más. Jason, con su carácter de hombre que no sabe lo que hace, insistió en que me pusiera su abrigo, cosa que obviamente hice, pero una vez subimos al transporte, este se puso a decir que se lo devolviera, que se lo había terminado robando. Mi cara de payasa creo que evidenciaba bastante como me sentía.
Al principio me senté con él para ir, pero luego me pidió que a la vuelta me pusiera con otra persona... ¿Alguien me quiere explicar que se supone que le pasa? Porque yo no lo entiendo.
Como buena chica que antes de sentir su orgullo pisoteado, aplasta al contrincante, le dije que eso tenía pensado desde un principio que me iba a aburrir con él.
Durante el resto del trayecto estuvimos molestándonos o ignorándonos, mientras escuchábamos de fondo a July repitiendo un "Cómanse la boca ya".
Nada más llegar al mirador me alejé de él y me fui con Vanessa, porque sí, podré estar enamorada, pero nunca derrotada. Pasé una noche increíble junto a mis amigos, pero no podía evitar sentir algo de tristeza, o tal vez envidia, ya que durante el tiempo que duró la excursión, Jason estuvo tonteando muy fuertemente con July.
La verdad que sentir eso es horrible. ¿Alguna vez les han dicho por qué a los amores platónicos se les llama crush?Pues bien, la respuesta es simple. "Crush" es el sonido que hace tu corazón al romperse.
No era la primera vez que sentía como un pedacito de mi se destrozaba, pero mi inocente y estúpida yo siempre confiaba en las dulces muestras de afecto que muy de vez en cuando me daba. No es como si me hubieran roto el corazón, más bien es como si poco a poco se fuera agrietando.
Mientras esperábamos para mirar por un telescopio, James me preguntó lo único que no quería que me preguntasen.
- Michelle, ¿te gusta Jason?
Yo sabía que no merecía la pena negárselo, él lo intuía. Así que muy a mi pesar le respondí.
- Creo que sí.
- Vale, ¿y se lo vas a decir?
- Ni de coña. No tengo ninguna oportunidad.
- Pues yo creo que sí. - La afirmación de James me sorprendió. - Jason es más simple que un puzzle de cuatro piezas. Él hace las cosas sin pensar.
- Por eso mismo lo tengo chungo. Porque si sin pensar actúa así, significa que interés tiene cero. Además, ¿tú no has visto cómo está con July?
- Mira, soy su amigo desde hace bastante tiempo. Lo conozco. Mientras íbamos en el autobús, Vanessa y yo estuvimos hablando sobre esto.
- ¡No jodas! ¿Tanto se me nota?
- No por ti, sino por él.
- ¿Por Jason? ¿Estás seguro de que estamos hablando de la misma persona?
- ¡Que sí, coño!
- Vale, vale.
- Siendo sinceros, ni yo sé que es lo que quiere. Actúa raro contigo, pero luego pasa.
- Así es él. Ya decidí desenamorarme.
Seguimos hablando sobre el tema hasta que volvimos al autobús, no hablé ni miré a Jason en ningún momento. A partir de ahora, todo tomaría un rumbo distinto.
Vanessa que estaba sentada detrás de mí, no pudo evitar meterse en la conversación, así que también le conté sobre mis sentimientos. Así fue cómo mis amigos se volvieron más cercanos.
A medida que pasaban los días el porcentaje de enamoramiento descendía. La ley del contacto cero hacía efectiva la operación, pero como en cualquier guerra, siempre hay algún imprevisto.
El primer obstáculo a superar llegó una tarde de mediados de noviembre. Mientras hacía deberes de matemáticas, mi teléfono empezó a sonar. No miré quien era, simplemente respondí la llamada. Para mi sorpresa, la voz del chico al que intentaba olvidar estaba al otro lado de la línea. Quería colgar y hacer como si nada. Bueno, eso decía mi cerebro y la, aún, parte lógica que en él residía, pero mi corazón al escuchar su voz, volvió a latir con la misma fuerza con la que lo hacía cuando estaba a su lado. Todos los aquí presentes sabemos que en una lucha entre el cerebro y el corazón, los sentimientos siempre ganan.
Tonta y débil por mi parte, caí de nuevo en su red. Me quedé hablando con Jason varias horas, en las cuales debatimos sobre nuestro grupo de amigos. Este "juego" se le ocurrió a él, y consistía en evaluar a cada uno de nuestros amigos. Empecé yo, los nombré a todos, él último fue Jason, a quien le dí un 8 en físico y un 9 en personalidad. Si, y orgullosa, parece loco, pero hasta cierto punto me gusta que me vacilen, es como si en cada pique tonto hubiera algo de tensión. En su turno, me dió un 8'5-9 tanto en físico como en personalidad.
Estaba feliz de que me viera tan bien, pero esa alegría se fue en cuanto me dijo que sabía diferenciar entre amigos y pareja. Sí, yo no aprendo. Por más ostias que me de la vida, yo sigo para lante con lo mismo.
Llámalo persistencia, llámalo masoquismo, pero el que la sigue la consigue.
El mismo dicho no se lo aplicó James. Mientras me lamentaba por ser el ser miserable que cae dos veces en la trampa del amor con la misma persona, él estaba viviendo el peor momento de su vida. La ruptura, que solo se había dicho por whatsapp, se consolidó ese mismo día cara a cara.
El chico me pidió que por favor le sacara de casa, que no quería pasarse sus días amargado. En la medida de lo posible lo intenté y parece ser que poco a poco surtía efecto. Lo bueno, Navidad está a menos de un mes, en ese tiempo podrá despejarse.
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Holi. Seguimos con el avance de esta increíble historia. Espero que la estéis disfrutando.
Gracias por leer y a descansar.
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Los "casi algo" sí duelen
Storie d'amoreNo hay nada más hermoso y doloroso que el amar a alguien, tener esa sensación de que nada es realmente imposible si se trata de esa persona, pero... ¿qué pasa cuando ese alguien especial no tiene tan claro lo que siente? Michelle siempre ha pensado...