Capítulo 3: Frente Al Pasado.

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Residencias Daijin.
7:34am

Sakura.

He de decir que odio las mañanas, especialmente porque se me hace muy difícil levantarme debido a mi perezosismo.

Escucho a lo lejos el sonido del reloj, hasta que su sonido se intensifica más y más.

Como todas las mañanas le lanzó al suelo, para evitar que me levante.

Pero, gracias al protector qué le puse. No se rompe, y mucho menos deja de sonar.

El ruido me aturde tanto al punto de ponerme una almohada en la cabeza, y oprimirla contra mi cara de frustración.—¡No tienes corazón! —Exclamó, levantándome enojada.

Mis pies tocan el frío, piso de mi habitación, haciéndome despertar completamente. Tomo el reloj entre manos, apagandole por el interruptor. Dejándolo sobre la mesita de noche.

Me voy al baño a ducharme, lavo mis dientes, y salgo directamente al armario, para buscar mi uniforme blanco.

Después de vestirme peino mi cabello amarrándolo en una coleta baja, vuelvo a echarme dos vistazos más al espejo, antes de salir de la habitación, tomando el bolso, y el móvil.

Cruzo la pequeña cocina, la sala de estar, y salgo del departamento  tomando las llaves en los sujetadores a un lado de la puerta.

Esbozo una pequeña sonrisa, mientras bajo las escaleras, de cada planta.

Llegando así, al primer piso, donde se encuentra la recepcion de la residencia, saludando al dueño, e heredero de todo el edificio: Daijin.

—Buenos Días, Señor Daijin.—Extiendo la mano, y el se gira a mirarme, plasmando una sonrisa.

—Buenos Días, Linda Sakura.

—¿Como Está?

—Ahora que te veo, mejor.— Suelto a reír, y el solo me observa encantado.—Puedes Tutearme, Sakura. Lo sabes, me llamas "Señor", y siento como si tuviera 100 años encima.

—Lo intentaré.

—Es más fácil utilizar los ascensores. ¿Sabes?—Señala la caja eléctrica, en medio de las dos escaleras del edificio.

—No me gustan los ascensores.—Respondo, y el asombro, se hace presente en su rostro, ante mis palabras. —Hablamos luego, tengo que irme, ya. Que tenga buen día, Daijin.

Le guiño un ojo, antes de salir del edificio, bajando las cuatro pequeñas escaleras.

Voy tarareando una pequeña melodia de una música que ya, no recuerdo. Solo recordé el sonido, mientras disfruto de caminar, por el aparqueamiento de la residencia, para salir por completo del lugar.

Estoy a punto de salir de la propiedad, cuando el motor de un auto ruge, viniendo a toda velosidad sobre mi, y al mirarlo suelto un grito despavorido, imaginándome completamente tendida en el suelo.

El auto frena por completo al estar a un centímetro de mi cuerpo, mientras que el corazón me late a millas por segundo.

El vidrio del conductor se baja lentamente, y me preparo para insultar a la persona que a zumbado su auto sobre mí.

Una cabellera rubia sale detrás del vidrio, no espero para mirar el rostro de dicho sujeto.—Eres un Malnacido, Qué habría sido de mí, si tu estupidez fuera causado mi muerte. ¿Es que acaso no pie..?

La persona que se asoma por la ventanilla del auto, me deja completamente plasmada. Con el corazón, latiendo igual de rápido que antes.

«¿Qué Demonios..? »

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