Pan comido

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Jin Ling miró al frente, luego atrás y en verdad no sabía dónde meter la cara... Esperaba que todo fuera un sueño, pero seguía ahí, en ese extraño mundo.

-Comí demasiadas palomitas -Se quejó Jingyi -Nunca había comido tantas palomitas, ahora tengo pesadillas
-No creo que...-Sizhui miró alrededor
-Eres idiota -Gruñó Jin Ling
-¡¿Por qué tiene que estar la joven amante en mis sueños!? ¡Es una pesadilla!

El par de hombres que estaban frente a ellos se miraron, el de ropa roja negó pero el de ropa blanca después de un largo suspiro sonrió

-Esto es muy real -Señaló la mano de Jingyi que tenía una pequeña herida, el muchacho la miró y la tocó, seguidamente sintió dolor e hizo una mueca-No tienen tiempo que perder aquí, deben llegar tan lejos como puedan el día de hoy. Ese hombre no juega
-¿Y no pueden llevarnos ustedes al castillo? -Preguntó Jin Ling, Sizhui y Jingyi lo observaron, aparentemente tenía más noción que ellos de lo que pasaba
-No, esos son sus dominios y... Creo que sabes bien que no podemos intervenir -Señaló amablemente
-¿Y por qué están aquí entonces? -Cuestionó inquisidor el castaño
-Disculpen, lo que quiso decir es que nos gustaría entender un poco más qué está pasando-Sizhui le había tapado la boca al Jin que lo miró furioso
-Están en el mundo entre la vida y la muerte y ese hombre, el rey del laberinto se ha llevado a sus padres

Jin Ling mordió a Sizhui que lo soltó de inmediato y miró su mano, no fue nada suave

-No son mis padres, son los padres de estos idiotas y mis tíos -Señaló enfadado
-¿No son tus padres? -Preguntó el de vestimentas rojas
-Absolutamente no, sólo son los hermanos de mi madre -Respondió el Jin
-Eres insoportable -Gruñó Jingyi -¡Ellos te criaron son como..!
-¡Mis padres están muertos, hace mucho tiempo desaparecieron así que no te metas dónde no te llaman y no hables de lo que no entiendes! -Rugió el castaño, Jingyi le miró como si tuviera ganas de pegarle pero se aguantaba, miró a otro lado cruzando los brazos
-¿Quién es ese hombre y por qué se llevó a nuestros... A nuestra familia? -Preguntó Sizhui calmado
-Este sí podría llegar al castillo su alteza -Señaló el hombre del parche y ropa roja
-San Lang... -El de ropa blanca llamó calmadamente -Es el rey del laberinto en el castillo más allá de la tierra de los muertos. Se los llevó... -Miró a Jin Ling que frunció más las cejas y bajo la cara -Porque le gusta hacerle cosas muy malas a la gente que descuida sus acciones, palabras y pensamientos

Jin Ling se sintió un tanto regañado

-Lo que es peor, todo lo que siente, odio, amor, tristeza, ira, se vuelve una obsesión -Señaló el del parche -Eso lo vuelve peligroso para ti

Su dedo apuntó a Jin Ling que tragó en seco

-¿Por qué a él? -Cuestionó Jingyi
-Por alguna razón que no sabemos este niño le gusta -Respondió San Lang
-Es así, caprichoso -Se rió algo nervioso el que fue llamado su alteza.
-Y no descansará hasta tener lo que realmente desea -El hombre del parche seguía mirando a Jin Ling
-Deben trabajar en equipo, no se separen, cada uno tiene lo que le falta al otro para terminar el laberinto, es un lugar peligroso, lleno de trampas y criaturas que no dudarán en tomar lo que puedan de ustedes -Advirtió el de ropa blanca

-No podemos acompañarlos, porque nuestro castillo está más allá de la tierra de la vida y digamos que no nos llevamos bien -Señaló al castillo negro -Ese hombre es tramposo, astuto e inteligente, usará cualquier treta, cualquier cosa en su contra, no deben bajar la guardia y principalmente no deben dejar que sus dudas y miedos los inunden, tampoco sus deseos, en especial los deseos porque... A veces queremos demasiado algo que no vemos lo que nos pasaría si se cumpliera

Jin Ling no sintió que ese hombre le estuviera viendo, pero las palabras parecían muy dirigidas a su persona, así percibió.

-Tienen una semana -Señaló después -El tiempo corre y entre más avancen en el laberinto más rápido recuperarán lo que han perdido
-¿Y si no lo logramos? -Cuestionó Jingyi
-No les conviene siquiera pensar en esa pregunta, él cumple su palabra, convertirá a sus seres queridos en fantasmas y le van a pertenecer para siempre

Un deseo puro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora