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Tanjiro caminaba mirando el GPS de su móvil, Zenitsu le había mandado hace un rato la ubicación de su piso porque hoy iría a conocer a Milo

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Tanjiro caminaba mirando el GPS de su móvil, Zenitsu le había mandado hace un rato la ubicación de su piso porque hoy iría a conocer a Milo.

Mitsuri se había ofrecido a llevarlo pero él prefirió no darle detalles de dónde iba a ir así que amablemente rechazó su oferta, aunque aún así eso no aseguraba de que no lo estuvieran siguiendo. Una vez llegó justo donde le indicaba el GPS tocó al 5A.

-¿Sí?

-Ah...Soy yo

-¿Yo quién?

-Tanjiro

-¿Qué Tanjiro?

-Eh...P-pues yo e-el de clase-Un risa resonó  a través del aparato

-Ya lo sé tonto

Tanjiro no entendía muy bien las bromas que le hacía Zenitsu, básicamente porque no estaba acostumbrado a que la hiciesen bromas, además ¿Qué gracia tiene fingir que no conoces a alguien?

Comenzó a subir por las escaleras mirando aquellas blancas paredes, quejo conjugaban perfectamente con las puertas de marrón clarito, olía un poco a pintura quizás habían tenido que pintar.

En una de las veces que tuvo que esconderse en uno de los pisos de su padre habia una mujer que tenía 3 niños y estos manchaban las paredes a lo mejor porque iban comiendo algo o cuando bajaban con la pelota sin querer le daban a la pared.

Ahí conoció a Kagaya Ubuyashiki, un hombre que tenía una rara enfermedad en la piel, en ocasiones tocó a su puerta pidiéndole que si por favor podía ir a la farmacia por él.

El claramente le decía que sí, porque el hombre no se veía bien, no se imaginaba la cantidad de patillas que tenía que tomar, incluso solo para salir a la calle, en ocasiones lo había visto salir con mascarilla.

Una vez llegó tocó timbre dos veces y pudo escuchar las patas del perrito, al lado de la puerta y después la voz de Zenitsu decirle algo, cuando la puerta se abrió el animal lo recibió felizmente y él no dudó en agacharse para acariciarlo.

-Hola-Hablo Tanjiro una vez termino de acariciar al perro

-Hola...-Dijo apartándose para que el otro pudiese pasar-Bienvenido a mi humilde morada

-Con permiso.

Al entrar pudo ver que no era un piso muy grande, pero era encantador y acogedor, la tele estaba puesta y estaba viendo una serie bastante famosa que salía en la tele.

-Me gusta tu casa...

-¿En serio? Seguro que la tuya es mucho mejor.

-Pero no es igual de acogedora.

El siempre estaba en casas grandes, con máxima seguridad, en ocasiones en pisos que tenían colores opacos y tenían lo necesario para vivir, no tenía cuadros bonitos o fotos de familia alrededor.

Amor y MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora