Reencarnación (II)

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"Mientras duermes, sueña conmigo. Estaré guardando nuestros recuerdos, vivirán en mi corazón y alma, esperando el día en que estemos juntos de nuevo". 




Mikasa sabía que se había metido a las fauces del lobo cuando aceptó seguir a aquel joven de ojos verdes y que conocía desde hace un día, por lo que siempre mantuvo la guardia contra él por si llegaba a intentar hacerle algo; no obstante, cuando llegaron a las cuevas, cómo le dijo en un principio, todo pensamiento de recelo se evaporó cuando vio a su hermano correr hacia ella y sólo cuando se aseguró de que se encontraba bien, fue que su vista se enfocó en todas las personas que se encontraban detrás de él, era un puñado de hombres y mujeres.

La joven se puso de pie de inmediato y colocó a Kenai detrás suyo, luego extrajo su cuchilla y la apuntó en dirección a aquellas personas:

—¿Quiénes son ustedes?—inquirió con exabrupto, pero enseguida Eren se predispuso frente a ella, con la hoja filosa de la cuchilla tocando su esternón.

—No son un peligro—le advirtió y miró por encima de su hombro un segundo antes de volver a mirarla a los ojos—. Ellos son mi gente.

Ella desvió la mirada de él para posarla un momento en las personas detrás suyo, pero no aflojó su agarre del mango de la cuchilla.

—¿Tu gente?—preguntó con extrañeza—¿A qué te refieres?

—Hermana, él dice la verdad, ellos no son malos. —Kenai tiró varias veces de la ropa de Mikasa para hacerle entender su punto—. Ellos me ayudaron cuando me encontraba perdido en el bosque luego de que me pediste escapar.

Ella lo miró un momento, después de todo, Kenai nunca mentía. Así que guardó el arma nuevamente dentro de sus ropajes.

—Eren, ¿estás seguro de que confías en ella?—le susurró uno de los hombres que se había aproximado hacia él—. De no ser así, aún estamos a tiempo para seguir manteniendo a nuestra estirpe oculta.

El joven giró apenas la mirada y poco o nada se inmutó al oír las palabras de su amigo, inevitablemente su camino se había cruzado con el de aquella mujer por destino o casualidad, pero ahora estaba seguro de que lo último que haría, sería dejarla ir.

—Sí, estoy seguro de confiar en ella.

...

—¿Qué hacemos aquí?—preguntó Mikasa cuando, aproximadamente media hora mas tarde, luego de que le hubiesen dado un poco de comida a ella y su hermano y que lo hubiese recibido aún mostrándose recelosa de todos, Eren se acercó a ella y le dijo que tenían que hablar, luego le pidió seguirlo hacia el bosque—. No tengo tiempo que seguir perdiendo, debo volver a mi hogar junto con mi hermano, así que te pido que hables ya.

Él caminó por delante de ella unos cuantos pasos más antes de girarse y encararla.

—Me temo que eso no será posible—contestó con calma—. A partir de este momento te quedarás aquí con todos nosotros, conmigo en específico, serás mi mujer.

Mikasa pestañeó un par de veces, esperando a que de un momento a otro, Eren soltase aquella misma carcajada burlona de más temprano y realmente la esperaba, pero no llegó.

—Bromeas, ¿no es así?—soltó ella poco después evitando no reírse ahora, pero la seriedad de él la detuvo con brusquedad, por lo que terminó por enervarse—¡¿Has perdido la cabeza?! Algo me decía que tenías un tornillo suelto, pero no imaginé que tanto. —Comenzó a caminar de un lado al otro mientras se llevaba una mano a la frente y se la masajeaba—¡Nunca debí haber confiado en un tipo que claramente está loco!—Lo miró—. Iré por mi hermano y me largaré de aquí de inmediato.

One Shots EreMikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora