iii. strange feeling
NO SABRÍA EXPLICAR CÓMO SE SENTÍA, quizás era una especie extraña de paz y tranquilidad en su vida desde que había terminado su relación con Leta Lestrange. No lo sabía, pero Theseus creía que se debía a ello. Ya ni siquiera sentía la asfixiante carga laboral que a menudo se manifestaba con fuertes dolores de espalda y jaquecas desde que su compromiso se había finalizado de manera definitiva con la mujer. Y él realmente no quería sonar como si la ruptura no le hubiese dolido, porque habían sido largos años junto a ella, pero estaba cansado de lo mismo de siempre, de sus celos injustificados y esa manía de querer controlar hasta lo más mínimo en su vida como si él estuviera cometiendo error tras error cuando Theseus sabía muy bien lo que hacía dentro y fuera de su vida laboral.
Era cierto que él la quería, pero ya estaba cansado como para continuar a su lado. Ni siquiera era capaz de decir que la amaba porque no estaba seguro de que eso fuese del todo verdad.
Así que, de alguna manera, se sentía demasiado bien, pero no lo suficiente como para que la culpa no lo invadiera. Él sabía que su exnovia no era una mala persona, solo no era lo que estaba necesitando, y aunque quizás era indiferente a su dolor, tampoco era lo que quería para el resto de su vida. Leta necesitaba sanar traumas del pasado y él no era un centro de rehabilitación como para convertirse también en su salvavidas cuando él también tenía muchísimas cosas por enmendar con su familia, con su hermano.
Y, claro, también estaba aquella inmadura, pero astuta prisionera extranjera que tenía oculta en su apartamento. Ella también había estado ocupando sus pensamientos, más de lo que debería para ser un caso de deportación tan insignificante en una época en la que todos desconfiaban de todos en el mundo mágico a causa de Gellert Grindelwald.
── Se ves mejor últimamente, es como si el estrés laboral ya no le afectara tanto ── comentó un funcionario de apellido Robards, cuyo nombre era desconocido para Theseus ── ¿Se debe a Leta?
¿Y eso a él qué le importaba? Ni siquiera entendía qué tenía que ver su estado de ánimo con ella o no.
── Gracias por tu observación, pero no me encuentro bien porque Leta sea la razón.
── ¿No? Creí que lo sería, quiero decir, debe de ser...
── Ella y yo terminamos hace no mucho, así que te pido que no andes comentando cosas estúpidas sin saber las cosas. Es molesto ser víctima de rumores absurdos, y más siendo yo el jefe de aurores, tu jefe.
Robards se ruborizó debido a la vergüenza. Por supuesto que había olvidado con quién estaba hablando, Theseus Scamander no era un simple trabajador más del ministerio, era un hombre respetable de alto rango, considerado un héroe de guerra tras su participación en los acontecimientos ocurridos en el inicio de la era de las catástrofes en el mundo muggle con la Primera Guerra Mundial. No era cualquier persona y Robards se había metido en problemas con aquel tonto comentario.
Theseus sabía lo que estaba insinuando al mencionar a Leta y era repugnante que tuviera ese concepto erróneo de una mujer igual de honrable que él.
── ¡Lo siento mucho! No quise sonar irrespetuoso, señor.
── Estoy seguro de que no ── murmuró Theseus, comenzando a alejarse del sujeto ──. Que sea la primera y última vez.
Y esa no era en lo absoluto, una advertencia.
ADELAIDE SE SENTÍA MUY CULPABLE, pero no sabía la razón detrás de aquel sentimiento que la asechaba. Tal vez se debía a la ruptura de Theseus con su exnovia, incluso cuando eso no había sido por causa suya. Pero creía que todo habría sido distinto si los libros que Adelaide había sacado de la habitación del hombre, estuviesen guardados en su lugar cuando la mujer entró al cuarto, quizás las sospechas o los celos de Leta no se hubiesen disparado como flechas flameantes que impactaron directo a la relación que tenían.
Y Adelaide no la culpaba por su desconfianza en la relación, cualquiera dudaría de un hombre tan misterioso como lo era Theseus Scamander. Siempre manteniendo todo oculto y bajo llave, pero ella lo entendía demasiado bien porque su hermana mayor Tina también era así debido a su cargo como auror en el Magicongreso en Estados Unidos. Era normal para ellos comportarse de una manera reversada, haciendo todo en secreto por el bien de su trabajo y las personas que amaban.
Leta parecía no entender eso.
── ¡Adelaide! ── siempre llegaba puntual ──. Ahí estás, pensé...
── ¿Pensaste que me había escapado? No creo llegar muy lejos sin mi varita y teniendo nulo conocimiento del país ── una pequeña curva se asomó en sus labios, pero no llegó a formar una sonrisa.
── No, no lo decía por eso, solo temía que te hubiera pasado algo en mi ausencia. Las cosas están bastante complicadas en el país, especialmente en el sector mágico con todo este asunto de Grindelwald.
Sabía que solo se preocupaba por ella meramente por su trabajo, pero no evitaba que se sintiera un poco querida con esos gestos que tenía. Adelaide solo tenía a dos personas que mostraban genuino interés o preocupación por ella y esas eran sus dos hermanas que ni siquiera se encontraban con ella en Inglaterra. Tina y Quennie eran las únicas que la amaban. La única familia que tenía y las estaba decepcionando constantemente.
── Tu departamento es aprueba de todo, menos de una novia celosa.
── Adelaide ── ya se había acostumbrado al tono de reproche, porque era el único que parecía manejar a la perfección ── ¿Quieres comer algo? Traje dumplings y sé preparar syllabub.
── ¿Qué es eso? Los dumplings los conozco, pero lo otro suena a... ¡Ni siquiera sé a qué suena!
── Es un postre, Addie.
Y ahí estaba el sentimiento extraño de nuevo.
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SERIOUS BOY, theseus scamander
Fanfictionte van a salir arrugas de tanto fruncir el ceño.