TRES

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Aquella adolescente, Ayla, despertó al escuchar la radio. Miró al rededor y sus padres no estaban, se sentó en la camilla y bostezó. En la radio estaban hablando sobre una banda que había salido recientemente, Tokio hotel.

—Oh, una banda nueva. —habló ella sonriendo un poco, le interesaba.

Hoy tenemos la gran oportunidad de escuchar en vivo a estos magníficos chicos, pero antes de que comiencen el cantante quiere comentarnos algo.

Sí, así es, soy Bill Kaulitz el vocalista de la banda. Esta canción se la quiero dedicar al gran amor de mi vida, mi amor de la infancia y del que nunca me olvidaré, esto es para Ayla, si ella lo está escuchando sabe que es a ella a quien me refiero.

La nombrada abrió los ojos como plato y pegó un grito sintiéndose muy eufórica, era él...su Billy. La canción comenzó a escucharse y ella le subió volumen.

—Celebraremos el dolor juntos —sonrió y esa sonrisa se borró cuando su padre entró a la habitación yendo directamente a apagar la radio.

—No escucharás a esos chicos raros, Ayla.

—Papá...

—¡Ya hablé! En esa estúpida banda están los Kaulitz y sus amigos, sabes perfectamente que ellos se olvidaron de tí cuando caíste enferma y ninguno se preocupó en querer verte, ni sus padres. Así que te olvidas de todo ahora mismo.

—No puedo hacer eso, papá, son mis amigos.

—¡Te dije que te olvidas de todo! —alzó la voz haciendo que ella se encogiera en su puesto haciéndose bolita en la camilla.

Él se dio cuenta de lo sucedido y se acercó a su hija queriendo disculparse pero solo se escuchó a ella pidiéndole que la dejara sola, cosa que él no hizo.

—¿Cuándo me dan el alta? —preguntó la adolescente sin mirarlo.

—Si todo está bien, mañana mismo.

Ella asintió y se arropó queriendo dormir de nuevo, no se sentía bien, nada bien.

En cambio la banda, se encontraban en una pequeña fiesta celebrando su primer logro, de los tantos, que les esperaban. Tom sacó un cigarrillo y lo encendió, miró a Bill y le ofreció uno el cual lo dudó al principio pero lo cogió, podrán tener 14 años casi 15 pero a ellos no les importaba nada ahora. Bill tosio y su hermano le miró riéndose.

—Tiene un poco de marihuana pero no pasa nada, en unos minutos te acostumbras.

—¿Marihuana? Estás loco, Tom.

—¡Qué más da! A nuestros padres parece que ni les importamos, no nos llaman desde que nos fuimos de casa.

—Bueno, en eso te doy la razón.

—¡Ves! Fúmate el cigarro y disfruta de todo el éxito que estamos empezando a tener todos. Por cierto, vienen unas chicas. —sonríe.

—Yo no haré nada, yo amo a Ayla y no pienso hacer locuras como tú.

—Eso dices ahora.

Gustav y Georg llegaron acompañados de más chicos que eran amigos de ellos.

—¿Qué fue, amigo? —uno de los chicos le extendió la mano a Tom el cual la rechazó.

El regalo || Bill Kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora