CUATR♡

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Se acercó la hora de cantar cumpleaños y picar la tarta, ambos jóvenes fueron hasta la mesa donde estaban todos los amigos y amigas de Ayla, incluso sus padres que estaban con un rostro serio ya que no les agradaba ver a los Kaulitz en este lugar.

—Ayla, debes pedir un deseo. —le dijo su mejor amiga, Karina.

—¡Claro que sí! —sonrió la menor.

Ella cerró los ojos y pidió ese deseo con suma ilusión: "conseguir un donante que pueda darme la oportunidad de vivir más años junto a Billy."

Abrió sus ojos y sopló la vela sintiendo una lágrima resbalar por su mejilla. Todos aplaudieron y Bill fue hasta donde ella para abrazarla, todos los amigos de la menor lo miraban raro por su estilo y porque era sumamente alto, aparte de que nunca le habían visto.

—Todo lo que pidas se te va a cumplir, ya verás, mi pequeña. —le susurró dando un beso en su mejilla.

—Gracias por todo, Billy, no te vayas nunca por favor...—elevó la mirada encontrándose con aquellos ojos oscuros.

Él la abrazó y suspiró.

—Ve, debes comer tarta.

Ella asintió y comenzó a comer de la tarta con sus amistades, en cambio aquellos chicos de Tokio Hotel miraron todo el parque y se sentaron en el césped.

Todo surgió de una manera tan rápida, la fiesta terminó y cada quien se despidió, pero por otro lado se encontraban la menor y Bill detrás de un gran árbol, estaban abrazados mirando el atardecer.

—Billy.

—Dime, pequeña.

—¿Qué me vas a regalar cuando cumpla los 18 años? —preguntó con una sonrisa y una mirada curiosa.

—Uhmm, es una sorpresa. —tocó la nariz de la menor y sonrió.

Ella se sonrojó y bajó la mirada nerviosa.

—Te quiero. —mencionó ella sin pensarlo.

Bill iba a responder pero se escuchó fuertemente un "Ayla, tenemos que irnos ya". Ella suspiró de nuevo y se puso de pie, el mayor hizo lo mismo y agarró ambas manos de ella para acercarla a su pecho, en la zona de su corazón.

—Quiero que nunca olvides que cuando mi corazón late muy rápido es porque estoy nervioso y...porque me gustas.

"¡Ayla, hay que irnos ya!"

—Es tarde, Billy, debo irme. —le da un corto abrazo y se marcha dejando a aquel chico con la mirada perdida.

—No me arrepentiré de ese regalo, lo haré por amor, tenlo claro...—susurra.

Al día siguiente Bill se tuvo que ir de viaje a París porque tenía una colaboración con una marca muy famosa de Francia, y claramente no quiso desperdiciar la oportunidad. Al llegar junto a su manager, fue recibido por miles de fotógrafos, periodistas, y poco más. Hacían miles de preguntas que ya estaban agobiándolo, fue tanta la presión que su miraba se tornó borrosa cayendo al suelo.

Los guardias comenzaron a alejar a las personas y todo quedó en silencio, uno de esos guardias ayudó a llevar a Bill al taxi donde estaba con su manager e irían al hotel donde tenían la reserva. No se preocupaba tanto de la situación porque ya le ha pasado muchas veces al menor, es decir, a Bill. De tanta presión o gritos termina desmayandose, pocos lo entenderían.

Al estar en la habitación Bill ya se estaba despertando, miró a su alrededor y luego a su manager.

—¿Qué me pasó? —preguntó preocupado por si mismo.

—Pues lo que siempre te sucede por el ruido y la presión, eso debe verlo un médico, Bill, ya no es normal.

—Eso da igual. —se levantó de la cama y fue al baño donde sacó su móvil y le marcó a Tom.

Llamada:

—Dime, Kaulitz. —dijo el mayor.

—¿Sabes algo de Ayla? Me dijeron que volvió a tener esos malestares en el pecho, estoy preocupado.

—Tranquilo, novio preocupado, tu querida novia está mejor. No hay que preocuparse.

—Deja la puta burla, cuando pases lo mismo ya me dirás.

—Yo no me ando enamorando de niñas con problemas del corazón, gilipollas.

—Tom. —sentenció.

—Que si, que si, novio preocupado. —bufa y cuelga.

Fin de llamada.

Bill salió del baño y ya tenían la comida servida, eso le agradó, su estómago crujía de tanta hambre. Se sentó y agarró un poco de todo, miró a su manager y este comía en silencio hasta que ese silencio se rompió por él mismo.

—Bill, no estoy de acuerdo con la decisión que quieres tomar, no puedo permitir eso.

—Ya verás que será lo mejor, valdrá la pena.

—¿No piensas en los demás? En tu hermano, por ejemplo.

—Ahí vamos con lo mismo de la última vez, superalo, Michael. Olvida el jodido tema y deja de recordarme siempre la misma mierda, es mi decisión y yo decido como joderme la vida solo. —soltó su plato y salió de la habitación soltando un grito de frustración, nadie le entendía y eso era lo que más le dolía, siempre fue así, al que más comprendían y le daban la razón era a su hermano pero nunca pensaron en él, en sus sentimientos.

 —soltó su plato y salió de la habitación soltando un grito de frustración, nadie le entendía y eso era lo que más le dolía, siempre fue así, al que más comprendían y le daban la razón era a su hermano pero nunca pensaron en él, en sus sentimientos

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Perdonen lo corto que fue el capítulo, mil disculpas.

Les aviso que estamos acercándonos más al final de esta corta y hermosa historia que demuestra lo importante que es amar. ♡

Los amo a todos☆

El regalo || Bill Kaulitz. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora