Detestaba los fines de semana porque el hecho de no tener una ocupación, algo para hacer, los recuerdos volvían como un viejo amigo y me hacían siempre vagar por la casa en búsqueda de algo que me haga perder el tiempo pero, últimamente terminaba en la casa de Martín.
— ¿Quieres salir a tomar algo? Me dijo mientras acariciaba mi espalda desnuda. Nuestra tarde se había basado en dormir y en sexo, me encantaba que su pequeño departamento tenga esas cortinas gruesas y pesadas color borgoña, no entraba ni una pizca del sol por lo que no tenía idea de cuanto tiempo había pasado.
Luego de una noche terrible, al oír que mi madre ponía un poco de música luego de tanto tiempo, mi dolor no hizo más que empeorar, no sabía si la música, era usada a modo de disculpa o de castigo, eran las canciones preferidas de Kailani. Sentí como el pecho se me contrajo y simplemente quise huir de casa.
— Me da igual ¿Tu quieres? — Contesté
— Salgamos un poco, para quitarnos de encima esta semana tan mala—
Me senté de golpe
— Tu— Dije mientras comenzaba a caer en la cuenta de cómo nos habíamos acercado un poco más sentimentalmente últimamente. Las charlas luego del trabajo, las invitaciones sutiles a tomar un café por la mañana mientras comentamos proyectos escolares, como comencé poco a poco a dormir algunas noches en su casa, ya sea por mero cansancio o porque su presencia ya no era desconocida, era más bien... cómoda... cercana.
¿Y si no era una excusa lo que él había dicho? ¿Y si realmente estuviera frente a sentimientos encontrados? No podía ser verdad, él fue el primero en decir esa frase tan típica y aburrida de " No quiero nada serio, no involucremos sentimientos" pero si comienzo a pensar un poco más en la forma que eso fue cambiando, creo que estamos rompiendo ese trato.
Para mí, no sentir era una seguridad, era saber que no podía quebrarme un poco más, tener la certeza de que no iba a sufrir.
— ¿Qué? — Dijo mientras analizaba la sonrisa en mis labios.
— Tu te ablandaste, señor no involucremos sentimientos— Intente decir con gracia, rogándole al cielo que me diga que no, no podía ser, no debíamos.
Él sonrió con vergüenza mientras miraba las sábanas celestes, tan suaves como sus ojos cuando me miraba.
— ¿Y eso es malo?— Dijo esta vez clavando su mirada en mi.
Y en realidad no lo era, pasaba todo el tiempo, en el mundo, con la gente sin embargo no conmigo, no cuando el peso del mundo es demasiado para llevarlo en mis hombros, no cuando estoy en deuda con la vida y no puedo darme el lujo de pensar en mi, no cuando mi hermana debería ser quién se de el placer de jugar y enamorarse.
— No, no lo es. Pero yo no estoy para esos juegos— Dije y me levanté de la cama. Martin hizo un gesto casi suplicante para tomar mi mano pero se detuvo a medio camino, bajo los brazos y suspiro.
Porque así era él, no iba a perseguirme, no iba a rogar, no iba a incomodar aunque se muera de ganas por hacerlo.
— ¿Ni siquiera querrías intentarlo? ¿Tanto le temes?—
— ¿Temer?
— Temes sentir Katria— dijo sin titubear.
Comencé a vestirme, no podía mirarlo a los ojos porque sabía que no encontraría nada malo en esas esmeraldas que tantas veces miré con deseo. Él seguía en la cama, no iba a perseguirme si deseaba huir, él no era de esos y justamente era eso lo que lo hacía un candidato tan bueno, tan perfecto, tan merecedor de un amor pasional, un amor que yo jamás podría ofrecerle.
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Academia de Rebeldes
FantasyKatria está cargando con el peso de una pérdida cuando su mundo cambia completamente. Ella creía que su vida podría arreglarse cuando se ve obligada a abandonar su hogar, su ciudad para comenzar a vivir en La Academia Afhelyn donde su pasado y algun...