<< Nunca te hará daño>> las palabras de mi padre resuenan en mi mente aunque ahora, en medio de este caos, con su mirada severa sobre mí, el enojo visible en él, es difícil saberlo.

Él no se movió de su posición, mi respiración aumentaba la intensidad, mi pecho subía y bajaba, haciendo presión contra el filo del arma. Hasta que finalmente pareció poder ver a través de su ira el miedo que yo tenía, sólo entonces suspiro y dejo caer su cabeza.

— ¿Qué hubiera pasado si el de la daga no hubiese sido yo?—

—Lo sé, no pensé—

—¡Exacto! no pensaste— Dijo mientras enfundaba el arma, al escuchar el filo rozar con el cuero se me erizó la piel, unos segundos antes estaba tan cerca de mi pecho. Theon sacudió su pelo como si de esa manera se dispensará la rabia que emanaba de su espíritu.

No sabía qué decir, era verdad y era algo que probablemente mi madre me habría dicho.

— ¿Te das cuenta lo que me hiciste hacer?

— Pero...— No creía haber hecho algo tan malo, sin embargo, comenzaba a tomar noción de cuán peligroso era el hombre, el elfo que estaba frente a mi, y si él era peligroso no quería ni imaginar lo que me esperaba en este mundo que algunos pintaban tan hermoso e ideal pero a mi parecer está igual de agrietado que el nuestro.

El nuestro...

El mundo de los humanos.

— No estaba en mis planes matar a 22 soldados de la reina, ni por lejos—

— Pero los amenazaste—

— ¡No iban a hacerlo! Cuando percibí tu terror yo— Me dió la espalda, y golpeó un árbol que estaba detrás con tanta fuerza que la madera cedió, crujio profundamente y se astillo alrededor de su mano.

— Lo siento— Dije mirando mis manos aferradas a la empuñadura de la mísera daga que nunca usé.

— Esto nos obliga a cambiar los planes Katria— Susurró rendido.

— No era mi intención, lo juro—

— Lo sé — Volteó a ver, un pequeño rayo de luna atravesaba los árboles y justo caía sobre su piel. Se veía triste — Espero que ahora entiendas por qué consideramos tan importante que aprendas a defenderte—

No dije nada.

¿Qué había contra eso?

— No llores— Dijo secando una lágrima delatora que había caído por mi mejilla sin que yo lo notara. Se quitó su capa y lo colocó sobre mis hombros, su aroma invadió todo mi olfato, un perfume intenso y amaderado — Lo importante es que estas aquí, vamos —

Theon me acompañó hasta mi habitación sin hablar ni dirigirme la mirada, simplemente me escoltó.

Esa noche, como tantas otras, no pude dormir, había algo dentro de mi que me incomodaba ante esta situación, estaba cansada de sentirme vulnerable, necesitaba defenderme sola, necesitaba sentir que puedo tomar las riendas de mi vida pero por ahora, no puedo. Lo necesito, y no tengo la fuerza o el valor para hacer lo que hace falta. Es triste y frustrante.

El sol comenzó a salir mientras me repetía una y otra vez, que debía levantarme y hacer algo. Pero estaba atrapada en mi propio cuerpo, mi mente elegía una cosa y a mi cuerpo le apetecía otra.

Escuché la puerta y unos pasos cautelosos que no eran de Theon o de Jabeth.

Mi padre se acercó con un tazón humeante, lo depositó en la cómoda. Me incorporé, aún con ganas de llorar pero mis ojos estaban resecos, ya no había lágrimas para llorar.

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