— Sé que es una pregunta estúpida pero ¿Cómo estás? —

Mi padre estaba frente a mí y yo no sabía cómo volver a articular palabra alguna. Sus brazos me tomaron por los hombros con mucho cariño, como pidiendo permiso para abrazarme, sus ojos suplicantes entendieron que aún no podía, el simple contacto de un abrazo terminaría por romperme, entonces solo me acompañó dentro de la casa. 

Jabeth había arropado a Theon afuera, y estaba preparando una posición velozmente para atenderlo, corría de un lado a otro colocando ingredientes en un pequeño caldero. Era evidente que había un vínculo de mucho amor entre ellos, dado el cuidado y preocupación que mostraba la elfa.

Mi padre me explicó que era mejor no mover a uno“ de los suyos” cuando sufrían desmayos o perdían el conocimiento  de esa manera porque podría reaccionar de una manera muy violenta y por puro instinto primitivo.

Al parecer Theon era tan hermoso como peligroso. 

Nos sentamos en una mesa redonda y pequeña, frente a la ventana que daba al bosque  y desde allí observábamos a la esbelta  elfa, realizar algunas curaciones en el brazo de él, y colocar algunas gotas en su boca de la posición que humeaba en un tazón junto a ella. 

El jardín donde se encontraban era de una belleza bestial, todo tipo de flores silvestres, colores y aromas, como si todo fuera más intenso, como si la vida realmente valiera la pena. El cielo estaba en un vibrante anaranjado.

— Bueno, creo que  en una hora al menos podrá ponerse de pie por su cuenta— Dijo ella atando su cabello largo y negro en una cola alta y aún así su cabello llegaba hasta su cintura pequeña.

— Es un joven muy fuerte— Dijo mi padre a modo de consuelo, ella estaba muy preocupada, se veía en sus ojos y su ceño fruncido. 

— Es parte de su problema — continuó mirando a las afueras antes de suspirar con resignación—  Perdón que no pude presentarme bien, mi nombre es Jabeth ¿Quieres un té?— dijo tomando mis manos, sus ojos eran de un azul intenso igual a los de Theon y  me miraban con una compasión, que yo no sabía si quería, no necesitaba más lástima que la mía, sin embargo no dije nada, no podía articular palabras, estaba realmente exhausta. 

— ¿Lograste comer algo? — preguntó Ramulf y yo solo negué con la cabeza, necesitaba dormir y quizás despertar de este horrible sueño pero sabía que no iba a ser así. 

Desde el lugar donde estábamos sentados podíamos ver cómo Jabeth se movía por la cocina con soltura ¿Acaso no podía quedarse quieta? Pensaba mientras ella traía unas rodajas de pan, mermelada, miel, té de varias hierbas en unas hermosas tazas de porcelana con detalles dorados. 

El silencio era sepulcral, solo se oía el tintinear de los platos y utensilios mientras ella con su sonrisa amable colocaba todo en la mesa. 

Mire mi taza y la comida, todo se veía tan delicioso pero sabía que en mi boca sería como carbón, no quería hacerlo, no quería comer pero sabía que lo necesitaba. Mientras en mi mente debatía conmigo misma escuché el grito de Jabeth y una taza que se caía al suelo. 

—¡Theon puedes dejar de aparecer así! Hijo ¡me asustaste! Pensé que tardaría más en hacer efecto la poción— Dijo abrazandolo con soltura mientras  Theon escondió una mueca de dolor. A decir verdad, yo también me había sobresaltado, su sigilo para entrar y el grito de su madre.

— Trabajo de esto madre— 

¡Esta elfa era su madre! No podía creer lo que acababa de escuchar, ella se veía tan joven aún y él tan… fae. No podía serlo, su cabello, sus ojos, su piel, toda ella irradiaba juventud y vitalidad.

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