O

1K 174 26
                                    

—. Creí que estabas muerto - dice Quackity, limpiándose las lágrimas.

—. Por un momento sí - responde —. Hay muchas cosas que debo de explicarte.

Spreen se levantó, yendo por unas tazas de té antes de hablar. 

Ambos estaban sentados en la cama, bebiendo en silencio. 

—. Trabajo para la WOL - confiesa, impactando a Quackity —. Probablemente no sepas que es, pero es una Organización Mundial que se encarga de investigar crímenes y-

—. Sé lo que es - interrumpe, con su ceño fruncido, impacto y fastidiado —. ¿Por qué te acercaste a mí siendo de la WOL? 

Spreen suspiró pesado, pensando bien lo que iba a decir. 

—. En un principio, no me acerque a ti por la WOL, realmente me gustastes desde el momento en que te vi - responde —. Pero ahora, la WOL te tiene como posible sospechoso de esos crímenes, sólo porque descansas el día que se cometen. Absurdo, ¿no?

Quackity sonrió, algo aliviado.

—. Sí - dice, acercándose a Spreen sin la taza —. Pero tú estarás para protegerme, ¿verdad? 

Spreen sonrió, atrayéndolo hacia su cuerpo y abrazándolo, besando su rostro y cuello.

—. Te protegeré de cualquier cosa, y de cualquiera. Nadie podrá tocarte mientras yo viva - responde.

El menor sonrió, restregándose en las manos de Spreen para que lo acariciara. 

El mayor sonrió con ternura, recibiéndolo amablemente con sus manos. Quackity se acercó a su rostro, plantando un beso sobre sus labios y subiéndose sobre sus piernas.

—. Te extrañé, no puedo estar con alguien más que no seas tú - susurra, mordiendo suavemente la oreja del mayor. 

Spreen lo sujetó fuerte de sus caderas, presionándolo contra su cuerpo.

—. Yo también te extrañé, no hubo día donde no pensara en ti - responde, murmurando sobre su cuello.

Quackity sonrió, enredando sus dedos entre sus cabellos.

—. ¿Cuándo fue la última vez que te cortaste el cabello? - pregunta, viendo lo largo que lo tenía.

—. Desde que fui "exiliado" de la existencia, tengo prohibido cortarlo, es como un símbolo de "humillación" o algo así - responde, juntando su cabello para hacerlo hacia atrás.

Quackity sonrió, besando su mejilla. Tomó una liga de su bolsillo y ató el cabello del mayor, haciendo una coleta algo mal hecha. 

—. No te preocupes, te hace ver más atractivo - dice, sonriente.

Spreen se conmovió por sus palabras, volviendo a los besos. 

Y aunque ambos estuvieron haciendo el amor esa noche, Spreen no apartó su atención de aquella presencia, estando atento en cualquier momento, hasta que se quedó dormido junto a Quackity casi al amanecer. 

A la mañana siguiente, Quackity maldecía haberse dejado llevar. 

Durante toda su jornada, hasta la hora de almuerzo, sintió punzadas con cada paso. Maldecía que aquel tipo tuviera un arma entre sus piernas, pero al mismo tiempo, agradecía que dios lo pusiera en su camino. 

Mientras comía, trató de hablar con él para pasar el rato, pero no recibió ninguna respuesta. 

Por la noche, ante su misteriosa desaparición, trató de llamarlo.

"El número que está marcando no existe, por favor intente con otro número"

Pero nada funcionó.

Tras una semana, en su día de descanso, durmió y comió en su apartamento sin hacer nada extraño, hasta que cayó la noche. 

No sabía si Spreen lo continuaba vigilando, o si algún otro miembro de la WOL lo hacía, pero como fuera, no le dio importancia y continuó con sus negocios. 

Por la noche, caminaba por callejones solitario. Tranquilo mientras soltaba el humo del cigarro, sintiendo sólo como la nicotina subía a su cerebro y lo llenaba de tranquilidad. 

Entró a un bar de mala muerte, a ese que solía concurrir.

Se sentó en la barra y observó a su alrededor, para luego dar golpecitos a la madera y esperar que alguien lo atendiera, alguien en específico.

—. Tiempo sin verte por aquí - dice, un chico de cabellos castaños y ojos color almendra. 

—. No he tenido tiempo, ya sabes: el hospital, los negocios, la organización, y la WOL - responde, sonriente.

—. ¿Sabes? Deberías retirarte de esos sucios negocios. No es por nada, nos encanta tenerte en la Organización y "jugar" contigo a lo aros de cabeza, pero... tienes una gran carrera como doctor - dice. 

Quackity no respondió, simplemente bebió un trago y miró a la nada.

—. Por un tiempo también pensé que tendría una buena carrera como doctor - dice —. Y luego me di cuenta que realmente no era feliz. 

Su compañero suspiró pesado, pasándole otro trago.

—. Entonces, ¿por qué te esforzaste tanto? - pregunta.

Quackity sonrió, entristecido —. Yo sabía que mi padre no me amaba, pero quería recibir alguna muestra de afecto. Mi madre nos dejó cuando yo apenas podía abrir mis ojos, así que él se hizo cargo de todo. Ante eso, me dijo que no aceptaría que un "marica" como yo estudiara cualquier cosa, porque él se enteró que era gay, y bueno... largo cuento.

Su compañero guardó silencio, sin decir ni hacer nada, ¿qué podría hacer? Lo hecho, hecho está.

—. Karl, a veces quisiera volver al pasado, y decirle a ese niño que todo va a estar bien, que mejor decida algo que le guste de verdad, así signifique quedarse en la calle porque su padre no lo quiere. Al final me mentí, diciéndome que todo estaría bien si hacía lo que él quería, pero la verdad fue que no.

Karl escuchó sus penas, para al final darle otro trago.

Quackity se desahogó más, hasta que terminó ebrio camino a su casa.

—. Te maldigo padre, maldigo cada toque de tus manos - murmura, caminando desequilibrado —. ¡Ojalá te pudras en el infierno! 

Se metió a un callejón y se recostó en la pared, deslizándose hasta caer al suelo, así como sus lágrimas se deslizaron hasta caer en su pecho.

—. Yo sólo quería que me amaras - finaliza, quedándose dormido. 

Quackity durmió ebrio, con lágrimas en sus mejillas y en un callejón de mala muerte, ajeno al hombre que se acercaba con sigilo hacia él.  

Sinners - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora