C

1.3K 185 31
                                    


La mañana se asomaba sobre la ciudad, despertando a un agotado médico. Quackity sentía su cuerpo pesado, agotado, sentía que un camión le había pasado por encima sin compasión alguna. 

Se removió un poco sobre la camilla, estirando su cuerpo y sintiendo un poco de alivio, hasta que sintió unas manos pasearse por su cintura, apretando levemente su piel. 

Se giró rápido para ver a la persona detrás de él, encontrándose con su paciente "especial", desnudo frente a él, abrazándolo. 

El menor se sonroso al recordar el por qué estaban así, suspirando pesado y desviando la mirada. 

—. ¿Qué pasó, doctor? - susurra Spreen, coqueto y altanero —. ¿Se siente avergonzado? ¿O necesita que le recuerde lo de ayer? 

Quackity se sentó de golpe en la camilla, intentando bajarse y apenas pudiendo caminar. 

Sus piernas dolían y temblaban, como si hubiera hecho mil sentadillas, al mismo tiempo que su espalda baja se sentía cansada y mallugada. 

—. Parece que tiene problemas - se burla Spreen, viedo como el menor cojeaba al caminar. 

—. Debo ducharme rápido, no tengo tiempo para esto - dice, tomando ropa de un mueble del lugar y yéndose. 

Spreen suspiró pesado, relajándose en la camilla. Se acomodó boca abajo, inhalando el leve aroma del champú de Quackity, sonriendo inconscientemente. 

Tres meses después, aún con su amorío con su doctor, fue dado de alta y siguió en contacto. Hacían sexcall donde adoraba escuchar el chapoteo de los dedos del menor masturbándose, así como sus suaves gemidos y halagos por decirle que no se sentían igual que cuando lo hacía él. 

Algo que Spreen descubrió, fue que Quackity tenía poco tiempo para todo, apenas hacían algún tipo de llamada por la noche y mayormente era sólo para hablar de sexo o de lo infiel que era Spreen. 

Aunque también hablaban sobre sus pasatiempos, películas y series; resultando así, tener muchas cosas en común. Se mandaban fotos de qué hacían, de dónde estaban o simplemente para recordarse. 

Dos meses después, Spreen firmó los papeles de divorcio, excusándose con Quackity de que ya no la amaba y que quería estar con él, aunque no fuera así. Tenía una misión, y no podía revelar su información personal ni tener a nadie que sepa de él. 

—. ¿Te irás del país? - pregunta Quackity, curioso. 

Ambos estaban en llamada mientras trabajaba cada quien en lo suyo. 

—. Sí, tengo que hacer unas cosas en el extranjero - responde, disimulando lo atareado que estaba por empacar todo. 

—. ¿No se supone que eres militar? ¿Qué? ¿Se aproxima una guerra? - pregunta el menor, "irritado". 

—. Si fuera una guerra, no me iría, me quedaría a protegerte - responde. 

Quackity se sintió avergonzado al otro lado de la llamada, preguntándose cómo era que siempre se las arreglaba para avergonzarlo. 

—. ¿Y cuándo volverás? - pregunta, jugando con las hojas de hospital que tenía frente a él. 

—. No lo sé, pero cuando lo haga, te llamaré - responde. 

Finalizó su última llamada, partiendo a su misión a Italia. La WOL (World Order League) era una agencia mundial que se encargaba del orden en el mundo, siendo está sumamente quisquillosa y sigilosa. 

Por esa misma razón, Spreen tuvo que tomar esa "misión" en Italia y fingir su muerte para ser un "Unseen", nombre dado a los agentes que se involucraban de más con otros individuos fuera de sus asignados "familiares", por ello se les obligaba fingir su muerte para convertirlos en seres "inexistentes". 

Quackity no pudo despedirlo en el aeropuerto, ya que tuvo que realizar una cirugía minuciosa desde tempranas horas, aún así, se sintió dichoso. 

En Italia sólo recibió un regaño de sus jefes, quienes le insistieron miles de veces antes de que cometiera cualquier cosa. 

—. Te dimos una mujer, una casa, un carro, tuviste comodidad y pasaste desapercibido; ahora me dices que echaste todo eso por la borda por un ¿capricho? - dice su jefe, un tipo de cabellos castaños que usaba siempre una máscara sonriente. 

Spreen no respondió, quedándose callado ante sus palabras. 

Nunca fue regañado en su trabajo, lamentaba un poco el que la primera vez fuese gracias a un "capricho" del momento. 

Luego de su regañada, fue mandado a recoger su nuevo uniforme. 

Se terminaba de cambiar en los vestidores, cuando su teléfono comenzó a sonar, viendo en la pantalla un nombre conocido, "Quackity", sonrió inconsciente. Quiso contestar, pero su compañero de trabajo fue más rápido y tomó posesión de su teléfono. 

—. Me lo quedo, lo llevaré al área de destrucción - responde, su compañero de cabellos castaños y una cinta negra en su cabeza. 

—. Dámelo - ordena, irritado. 

—. ¿Lo olvidas? - dice, sonriente —. Tú estás muerto.

Sin más, su compañero se marchó con su teléfono. 

Spreen no reprochó, aceptando de una vez su destino. 

Mientras, en Estados Unidos, Quackity se preguntaba por qué Spreen no contestaba el teléfono. 

Habían pasado varios días, que aunque trató de contactarse en hora Italiana, no fue correspondido. 

Suspiró pesado, recostándose en su cama. 

No sentía que amara a Spreen. Sin embargo, tenía cierto sentimentalismo por haber sido la primer persona con la que tuvo un "amorío" en su vida. Una extraña relación sin nombre, que le dio buenos momentos.  

Dejó su teléfono de lado y comenzó su trabajo, quitándose toda esa ropa de doctor "responsable" para dar inicio a su vida de confort. 

La ropa cómoda le permitía movilidad, siendo útil en su situación, mientras se movía entre paredes y tejados con agilidad, demostrando ser un buen trazador. 

Terminó escapando de la policía con mucha facilidad, importándole poco que su teléfono se haya quedado sobre un auto, lo recogería luego. 

Tras dos días, se aventuró para conseguir su teléfono, reportándolo como desaparecido. Lo llamarón a la comisaría, donde luego de un par de preguntas, le informaron de cierto dato inesperado.

—. El joven al que le hizo varias llamadas, no existe en el sistema - comenta el oficial, viendo como lo primero que hacía era meterse a los contactos. 

—. ¿Qué quiere decir? - pregunta, alzando su rostro para verlo. 

—. Hicimos una investigación de todos sus contactos, y ese que está buscando, no existe. El hombre falleció hace unas semanas en Turín, Italia - dice.

Quackity apretó el teléfono en sus manos, asintiendo —. Gracias por la información - responde, tomando sus cosas y saliendo del lugar. 

Caminaba por una calle, una donde el vago recuerdo de Spreen llegó a su mente. Recuerda que el pelinegro le mandó una foto de una panadería, comentándole que sirven el mejor volteado de plátano que existía. Le prometió que alguna vez lo llevaría a probar, pero ya no era así. 

—. ¿También te fuiste? - pregunta al aire, en un suave susurro. 

El viento sopló, agitando sus cabellos, como si le susurrara la respuesta. 

Sonrió vago, sintiéndose vacío. 

Solo, una vez más. 








No está siendo sangrienta, pero me gusta que sea así. Tipo, que poco a poco se metan en crímenes y vayan descubriendo cosas. 

Al estilo miraculous, básicamente no saben la identidad del otro y así. 

Sinners - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora